Quienes vivimos el 2006 sabemos el modus operandi de las autoridades y las distintas partes del conflicto: ganar tiempo, administrar la crisis, hacer que se pudran las expectativas de solución, alimentar el encono de la ciudadanía y luego intervenir “enérgicamente”. Lo que sigue es el desorden y el caos, el río revuelto.
En Oaxaca, el río está muy revuelto: peces muertos, heridos y lastimados en medio del fango. No hay forma de cómo salir de ésta, toda solución implicaría una mesa de diálogo con la CNTE y es lo que ninguna autoridad quiere.
Gabino les ordenó: retírense, repliéguense, desistan y luego vemos. Para el gobierno federal, sentarse en una mesa con la CNTE, sería un signo de debilidad.
Por otro lado, artistas, organizaciones, académicos, autoridades municipales, incluso la misma CNDH, han planteado la vía del diálogo.
¿Puede el gobierno dialogar con aquellos a los que sus agoreros han estigmatizado y criminalizado hasta el hartazgo? Los operativos de ayer domingo fueron una puesta en escena de la peor de sus justificaciones: enfrentamos a grupos armados.
El río está muy revuelto, insisto, tenemos que serenarnos todos. La violencia sólo alimenta los planes de los violentos, planes que por cierto ya han cumplido sus primeras metas: víctimas mortales.
Hoy es un lunes triste, Eliseo Diego lo sabe: “La eternidad por fin comienza un lunes/ y el día siguiente apenas tiene nombre/ y el otro es el oscuro, al abolido./ Y en él se apagan todos los murmullos/ y aquel rostro que amábamos se esfuma/ y en vano es ya la espera, nadie viene”.