CLAUDIA DÍAZ JIMÉNEZ* | Fotografía: PEDRO ANTONIO RICÁRDEZ VELA
Existe un sonido dulzón que rompe, armonioso, la monotonía de los días en los pueblos de Oaxaca. En algunas ocasiones después del canto del gallo, en otras a medio día o en la noche. Al escucharlo, la gente prepara sus mejores galas y también sus mejores platillos, porque ese instrumento confirma el inicio de un gran acontecimiento: puede ser la fiesta del pueblo, la festividad de la Virgen, del niño Dios, del Santo o Santa, la Octava de la fiesta o bien una mayordomía, o una boda, entre otros festejos.
El diccionario nos dice que Chirimía procede el francés antiguo “chalemie”, que a su vez viene del latín “calamus”, caña, flauta de caña. Y agrega: “La chirimía es un instrumento musical de viento-madera de doble lengüeta, trabajada antiguamente en forma grosera y labrada con nueve agujeros laterales, seis únicamente destinados a taparse por medio de los dedos, las había agudas, altas y bajas, fue de uso común en Europa desde el siglo XII y llevado a las colonias hispanoamericanas a partir de finales del siglo XV”.
En Oaxaca aun se conserva el uso de la chirimía. El tambor que la acompaña se llama tepanaxtle. En la Guelaguetza, la máxima fiesta de los oaxaqueños, la puedes escuchar por las mañanas recorriendo las calles y presidir los convites y desfiles previos a los dos lunes del Cerro.
La propagación de este instrumento, según John Schechter, en todo Latinoamérica, se debe probablemente a la política de la iglesia colonial española de promover la chirimía nativa como símbolo de cristiandad.
A pesar del paso del tiempo y de estar en peligro de extinción, la tradicional chirimía sigue siendo un elemento importante en las festividades de los pueblos de los Valles Centrales. La dulzura de su sonido se asemeja a la calidez que caracteriza a los oaxaqueños y que hace de Oaxaca un lugar tan atractivo.
Como ejemplos de algunos de los grandes chirimiteros que aun puedes escuchar en la región de los Valles tenemos los siguientes:
En la fiesta de San Juan Chilateca (pueblo cercano a Ocotlán de Morelos) y que se lleva a cabo en los meses de febrero y junio, a las doce del día, arriba, en el campanario de la iglesia, Julio López de ochenta años de edad, originario de San Pedro Apóstol Ocotlán, nos platicó que lleva 60 años tocando. Es un oficio que viene de mucho tiempo atrás –nos dice- mi abuelo tocaba y también mi padre.
Juan Jiménez Martínez de San Sebastián Teitipac, Tlacolula, nos comentó mientras tocaba en el andador turístico para abrir la festividad de la Virgen de los Dolores, que inició desde los siete años tocando el tamborcito. Él es músico y tocar la chirimía se le facilita, además de traer la herencia de su abuelo y su padre que anteriormente la tocaron. Lo acompaña con el tambor Modesto Cruz.
También está Don Aurelio Méndez López originario de Santiago Apóstol Ocotlán quien se considera uno de los chirimiteros mas antiguos.
Si te encuentras en la Ciudad de Oaxaca y escuchas de pronto el sonido de la chirimía durante alguno de tus recorridos, sabrás que estas en el lugar adecuado, así que prepara tu cámara, porque te está anunciando que la fiesta está por iniciar.
*Claudia Díaz Jiménez es integrante del Colectivo Cuenteros, y esta es su colaboración especial para el BLOG literario “Todos los fuegos”.