Aunque se mostraron enojados por la revelación de que el presidente Peña Nieto había plagiado el 29% de su tesis de hace veinticinco años, algunos priístas dijeron en voz baja que había que darle las gracias a Carmen Aristegui por reventar en medios el asunto de la tesis en el escenario del IV informe de gobierno: el tema dominante en el debate no fue la crisis nacional.
El escándalo en redes opacó la evaluación –quizá la más importante en cada sexenio– del cuarto año presidencial en medio de alzas en energéticos, bajas en el PIB, restricciones salariales, declinación del empleo y fuga de capitales. Nada ocurrió: los días fueron de acumulación de adjetivos de desprecio, por la tesis.
Nunca como ahora el país necesitaba de una discusión sobre el destino nacional, el agotamiento muy rápido del modelo de desarrollo de las reformas estructurales, la urgencia de definir nuevos rumbos que eleven la expectativa de PIB de 2.2% que se prevé para el sexenio a más de 5%, el colapso de las relaciones de producción trabajadores empresarios, los desafíos de la globalización del comercio.
Pero no. Gracias a Carmen Aristegui el gran debate nacional radicó en enfocar el asunto de la tesis: la visión pesimista de que plagió el 29% de un texto de 200 cuartillas y la optimista de que el autor sí escribió el 71% restante. Y peor aun, pocos se detuvieron a analizar el contenido: la percepción del presidente de la república sobre el presidencialismo histórico.
Así que los estrategas del gobierno pasaron una semana agitados pero sin más preocupaciones que la certeza de que había que aguantar el chaparrón de críticas en redes, logrando sacar del debate nacional la evaluación del cuarto año de gobierno y de los cuatro acumulados, las expectativas de desaceleración que vienen para el 2017 con baja del PIB y recortes presupuestales, el desmantelamiento de la política social. Ahí está el centro del debate de la presidencia peñista, no en una tesis de hace un cuarto de siglo.
Los medios pasaron de los tiempos de oro del priísmo de la adulación institucional al presidente de la república y a sus informes anuales al silencio a veces temeroso sobre las debilidades del proyecto presidencial de desarrollo. Es la hora en que aún no se discute con seriedad las razones del fracaso del Pacto por Mexico que despertó buenas expectativas en diciembre del 2012 ni se han analizado los alcances escasos y limitaciones de las reformas estructurales.
La sociedad mexicana ha pasado de la sociedad del silencio a la sociedad del pánico, de la estridencia en redes. Como era obvio, el tema de la tesis se convirtió en trending toping o tema central, pero sin hacer aportaciones al debate o a la crítica. El tema de la tesis era una gran oportunidad para explorar las percepciones de un presidente de la república sobre el presidencialismo como eje del sistema de poder.
Gracias a Carmen Aristegui el tema de la tesis se socializó en la burla, pero a partir de esa ley de la física que Jesús Reyes Heroles llevó a la política: todo lo que resiste, apoya. Seguramente el tema del plagio habrá terminado su dinamismo esta semana, pero también habrá de cerrarse el debate no realizado sobre el IV informe de gobierno.
El verdadero destape de la prensa mexicana no fue en la crítica a Salinas y a Zedillo o en la distancia de los gobiernos panistas, sino en la trivialización de la crítica, la burla por el análisis, la ironía por la reflexión.
indicadorpolitico.mx
@carlosramirezh