Sin embargo, estas vanas propuestas
merecen ser meditadas
por los historiadores
MARC B¡LOCH / Los reyes taumaturgos
Hay una imagen central para ubicar la fiesta en Oaxaca, las fiestas de julio, nuestra celebración de Guelaguetza: la travesía (viaje por tierra o por mar en que se atraviesa una zona extensa).
La gente hace fiesta para que terminen los días de la tristeza, el dolor. La fiesta llega como una oración, un milagro cumplido; de pronto, olvidamos la tristeza cotidiana y nos volvemos celebrantes; recibimos visitantes, nos vestimos de fiesta. Los perros salen a bailar en la calenda, libres.
En Oaxaca el mes de julio es escenario propicio para contemplar el gran viaje de la vida humana, el viaje de la tristeza al dolor y su dolorosa vuelta; de la alegría a los días de la tristeza, la desesperación.
1
Los días de fiesta nos obligan a ser reflexivos.
Podremos decir que Oaxaca es el territorio de la fiesta, la alegría; bien mirado, Oaxaca es el terreno donde crece harto la necesidad, la angustia por el mañana, la carencia, el deseo, la urgencia para que pase rápido el tiempo, para que se vaya la hora ingrata; o que el tiempo no corra, que se quede para siempre los días de colores chillantes y tambores, algarabías.
2
Necesitamos buscar la imagen de la idea del que narra con imágenes.
Habrá de coincidir con los gobiernos promotores del olvido, los nuestros; las fiestas de julio; digo que habrá que coincidir con los promotores del turismo y la desmemoria, anfetamínico, pero habrá que levantar pensamiento, la escritura para que de la fiesta y la tristeza nos quede el testimonio, la memoria. De entrada, apartemos la idea de las diferencias, los binomios tristeza-alegría, alegría-tristeza, abordemos pensamientos sobre el territorio: el acá y ahora.
3
Los escritores como centro tradicional de la fiesta
¿Qué función tendrán los escritores en los días de fiesta? Los escritores levantan su trabajo en soledad, esa condición de solo en la ciudad le aporta la condición de testigo. Hay fiesta porque hay tradición, alguien narró el festejo.
El permanecer distante del recorrido de esos dos polos encendidos, la tristeza y la alegría de fiesta, permite un asunto que es muy caro para conseguir en este presente de tráfago: el tiempo para mirar el núcleo, el territorio de la ciudad.
4
Los modos de mirar
Abordemos la fiesta con los ojos del primer festejo, con asombro.
En su ensayo sobre la literatura norteamericana decía Cesare Pavese que son los provincianos los que hacen la literatura en las grandes capitales de la cultura. Está claro que se escribe para pares, para gente que ya tiene alguna referencia sobre el sentimiento o la experiencia fijada en las letras.
Las ciudades modernas, los polos de desarrollo económico como Nueva York o Londres, París o Tokio fueron elevadas desde los márgenes, con migración interior. Y la gente que llegó a buscar la vida en la ciudad conservó sus imágenes primeras, las del pueblo que les dio salida.
Esto lo miró bien Pavese, dijo este acierto: los que compran libros (yo diría, los que viajan a los pueblos) tienen el alma del provinciano, tuvieron un origen, salieron y vuelven a consumir las imágenes que escucharon en la infancia contadas por padres y abuelos, hermanos mayores.
5
El complot urbano, la construcción de una lógica paranoica.
La escritura es un hecho urbano, movido por una base provinciana, no hay nada más infantil que identificarse con imágenes, palabras, sentimientos contados por un o una desconocida: la puesta en marcha de una historia, un relato donde necesariamente intervienen dos, el que narra y el que escucha la narración.
En esa inocencia algo perversa se fundan las ciudades y sus modos de consumo, los gustos, las modas (incluida la literatura), vayamos a leer el presente de la ciudad, utilicemos la duda como navegador.
6
Que crezcan las dudas, las preguntas para ser habitantes cabales de nuestra ciudad.
Los escritores son artistas del encierro, ¿qué quiere decir esto? Son gente que trabaja sobre el tiempo, las palabras -mecanismos que germinan el pensamiento.
En el presente prevalece la condición de expulsados, sobre esta condición trabajan las empresas del turismo, los diarios, los medios de comunicación y las editoriales. En los días de fiesta los ciudadanos enloquecen, cambian su apacible modo de ser por uno vistoso, alegre, desbordado en consumos.
7
Las propuestas del espectáculo
Esta tarde de sábado un poeta de la ciudad me hizo al teléfono una invitación singular: vamos a leer en Babel; con su llamada me surgió esta pregunta: ¿qué ocurre cuando los poetas se suman a la fiesta? Nada bueno, imagino, porque se deja de cumplir la función de testigo. ¿Cuánta tristeza tendrá Oaxaca para que los escritores se sumen a la fiesta?
No lo sé, creo que nunca llegaremos a saberlo, sólo observo una función clara del gobierno y los organismos que manipulan la tradición. ¿Se convirtió ya Oaxaca en un producto donde se comercializa el abandono?
8
En la puerta de casa levanto un cartel.
Julio llega cargado de preguntas, necesitamos tiempo para pensar las respuestas, apartarnos de la fiesta y ser testigos imparciales. Hay una relación entre el narrador y los hechos que narra. Por el momento preparo el cartel que pondré en la puerta de casa: favor de dejar en el buzón su mensaje, siento mucho no poder atenderlo.