Si me ahogo en tus julios, a mí baja
desde el vergel de tu peinado denso
frescura de rebozo y de tinaja
LÓPEZ VELARDE
ZAGREO Y.*
Desde 2013 entendí que me sentía oaxaqueño antes que mexicano. Hay que decirlo: la suerte de vivir en una república federada te permite este tipo de licencias.
Ser oaxa antes que mexa me distinguió frente al mundo y también se volvió un filtro para aprehender la realidad.
Conozco Tijuana y conozco Isla Mujeres. Entiendo que el frijol y el maíz hermanan nuestra república a punta de salsa roja y salsa verde. Fuera de eso no podría replicar las voces de otros tiempos que se torturaban para entender la mexicanidad.
En 2013 mi profe Santiñana me hizo entender el conflicto de la unidad identitaria. La farsa de la construcción nacional y la sangre que costó en tiempos revolucionarios la consolidación del nombre México para referirse a nuestro territorio actual. En esos años las palabras de mi profe me hicieron entrar en una suerte de ensueño independentista.
Ya en el presente y siendo sensible al destape presidencial y todo lo que conlleva esa comedia de errores llamada campañas presidenciales, se acostumbra frecuentemente desde las tribunas a dividir sin pudor en tres sectores al país: que si en el norte se produce, en el centro se administra y en el sur se descansa. Idea pregonada por cierto sector de la derecha mexicana que en algunos se ha hecho verdad.
Ante tales afirmaciones los ciudadanos oaxaqueños no se han quedado quietos. Desde la más alta tribuna del estado los diputados y senadoras han recriminado los dichos de quienes apuntan a los oaxaqueños como los más huevones y conflictivos del país, junto a los chiapanecos, guerrerenses y tabasqueños.
Hoy que celebramos nuestra bellísima Independencia y nuestros corazones se llenan de pozole y mezcal, me tomo una licencia para esta vez darles la razón: en Oaxaca nos encanta descansar y ser felices.
Hemos logrado durante siglos de práctica la consagración humana de no hacer nada y ser feliz. Difícil tarea para quien entiende el mundo como una competencia en la cual debes ganar y joderte a los demás. Difícil entender el amor de caminar sin hacer nada y sin esperar que la Federación cumpla con las promesas de antaño.
Muy difícil hacerle entender a todo un país cómo se las gastan los que vienen a Oaxaca. Nadie les pidió que trabajaran más, nadie les pidió sueños prestados o evaluaciones semestrales. En cambio a todos aquellos que nos señalan como huevones les hago una pequeña observación: hay que atreverse a ser felices.
¡Viva Oaxaca!
¡Viva México!
¡Viva la Tlayuda combinada!
¡Vivan los molotes!
¡Viva el tejate!