Las calles del pueblo están en nuestro corazón, cuando crecemos ocupan un lugar importante en nuestra memoria. En las calles del pueblo está la gente que queremos, en ellas hacemos la vida de todos los días y hacen ahí la vida quienes tienen nuestro cariño. Cuando crecemos, a cualquier lugar que vayamos, siempre tendremos un recuerdo para las calles de la infancia donde los padres, los hermanos, nuestra familia, nos protegieron con su más grande amor y cariño.
Esta, que es una verdad obvia, no la vemos cuando aplicamos esfuerzos en la formación de los niños. Para los adultos la vida importante, digna, el progreso está fuera de las calles del pueblo. Y no es así, biológicamente la vida de los seres vivos se hace en el lugar de su entorno natural. Culturalmente todo desarrollo de los individuos inicia en el sitio en que pasan su infancia.
Desde el año 2000 los gobiernos han impuesto programas educativos basados en teorías que funcionaron bien en otros países; propuestas ajenas a la vida cotidiana de nuestros niños. Como ejemplo puedo decir que se hicieron campañas a favor de la lectura donde participaron cómicos de la televisión, actores y actrices, deportistas destacados, hasta un equipo de futbol del extranjero.
Observamos en cada campaña iniciada por el gobierno en favor de los libros y la lectura, la comprensión del lenguaje escrito, contundentes fracasos y fracasos. ¿Por qué no funcionan esos programas que incentivan la actividad lectora?
Expondré algunas apreciaciones producidas por la simple observación: El libro, el lenguaje escrito en español es tomado como un agente externo a la vida del individuo. Basta con saber que el objeto llamado libro no es común en la casa de las familias como lo es la televisión, la radio, el teléfono celular o la computadora. En algunos casos los equipos electrónicos sobran; en otros, en los hogares no existe ni siquiera la electricidad.
Resulta común para algunos niños un trozo de leña, el comal, el horno de barro pero no una página escrita.
¿Cómo revertir esta situación de convivencia diaria en una experiencia de enseñanza para los niños? Utilizando lo que tenemos a la mano para acortar el espacio, la frecuencia de impacto entre el objeto llamado libro y los niños.
La calle, la familia, la música popular, resulta un asunto de todos los días, algo no extraordinario; utilizados como soporte de la lectura provoca una convivencia sin violencia, sin imposición entre la página escrita y el niño. ¿Qué adulto no recuerda una fiesta vista en su infancia?
Así el niño y su familia no sentirá violenta, impositiva, la convivencia con la lectura; la hará práctica común, cotidiana porque estará fuera del hecho extraordinario. Leer resulta una habilidad adquirida entre los niños, como jugar trompo o a las canicas. Algo que está al alcance de pobres y ricos, de todos los habitantes del pueblo.
Leer hace posible la comprensión y asimilación de los saberes que necesitamos para conservar y cambiar la vida de las personas. Hacer el progreso se basa en adquirir saberes, utilizarlos para cambiar nuestra conducta en el entorno. Bienvenidos a esta tarde de calenda de lecturas.