ERNESTO REYES
Existe una guerra del Poder Judicial en contra del Ejecutivo Federal, misma que se manifiesta en la abierta protección de jueces y ministros a consumados delincuentes. Igual sucede con leyes aprobadas y reformas constitucionales que la Corte trata de echar abajo.
Dicha embestida está en sintonía con la oposición conservadora a la 4T, frente a lo cual el presidente ha convocado, de cara a las elecciones próximas, a conseguir no solo la continuidad en el poder, sino el 75 por ciento de espacios en las dos cámaras del Congreso de la Unión a fin de alcanzar mayoría calificada. Con esto se podría modificar la Constitución y sacar adelante leyes que profundicen los cambios que necesita el país, entre ellos, que los nuevos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación puedan ser electos por el voto popular. En síntesis: un Plan C para transformar todos los poderes de la Unión.
Claudia Sheinbaum ha comenzado una cruzada para construir este escenario legislativo. A lo anterior obedece la firma de acuerdos de unidad por la transformación que se están llevando a cabo en las capitales de los estados. En Oaxaca de Juárez, una multitud impávida presenció hace ocho días cómo algunos “nuevos” aliados de morena iban estampando su firma, con lo que se comprometen a defender las políticas de un régimen que tanto aborrecieron. Salvaron el evento la presencia de empresarios, artistas, académicos y personalidades bien intencionadas que se suman así a la transformación de la vida pública.
En los momentos en que iban presentando a los nuevos “primos hermanos”, en las graderías se escucharon rechiflas y expresiones de descontento que pronto fueron acallados por las porras de “presidenta, presidenta” que llegaron como salvación de la impávida oradora, que parecía pedir “auxilio” a Mario Delgado, para que la sacara del embrollo. Éste y Salomón son los responsables políticos de autorizar el derecho de picaporte a los impresentables en morena. Y Claudia, por supuesto, por palomearlos.
A algunas de estas personas, de cuestionables antecedentes éticos y de corrupción, procedentes de las cañerías de otros partidos, particularmente el PRI, se les vio abrazarse efusivamente con los jefes de la casa para sellar posiblemente pactos de impunidad sobre cualquier agravio que hubiesen cometido en contra del pueblo de Oaxaca y de México.
Dicho episodio, aunque se quiera trivializar, quedará grabado en el ánimo de quienes desde mucho antes de que se fundara morena emplearon tiempo, esfuerzo y convicción para defender el proyecto limpio y humanista de López Obrador, dando la batalla a los personeros del régimen neoliberal, algunos de los cuales con total desparpajo ahora son “purificados” y rebautizados en la triple alianza que integran PT, Verde y Morena.
Muy pocos actores políticos de izquierda protestaron. Solo supe de Margarita García. Los medios, paradójicamente, tomaron nota del agravio. Los militantes, silencio total, no se fueran a enojar los nuevos “jefes”, aunque de manera privada quedaron con un amargo sabor de boca.
Ahora son los evieles, marianas, chentes, etcétera, pero igual podrían llegar los ulises, murates y otros saqueadores del erario que poco o nada aportarán a un movimiento que se formó con hombres y mujeres dignos, soñadores, honestos, cabales, de una sola pieza. ¿A poco se creyeron la añagaza de que los “nuevos” aliados que, hace poco maldecían a López Obrador, traerán carretadas de votos y adhesiones miles para agrandar este movimiento? ¿No previeron que estos personajes podrían restar en lugar de sumar? Existe indignación entre la verdadera militancia, donde se palpa desaliento, impotencia, frustración.
En política – dicen para justificar esta acción- hay que optar por inconvenientes. Otros, impregnados de cinismo exclamarán: “así es la política, qué le vamos a hacer”; es lo políticamente correcto. La política no es así, creemos nosotros: es una actividad limpia, generosa, edificante; sin embargo, los malos políticos con sus decisiones pueden ensuciarla, oscurecerla, prostituirla, qué más da. No solo es abrir la puerta a todos, sin miramientos, sino ver qué es lo que hay detrás de la puerta.
Privilegiar el pragmatismo, hacer a un lado lo moral y lo ético por “acuerdos” políticos con los contrarios, que no representan nada, golpea la conciencia de miles de demócratas y seres libertarios que se han jugado la vida, durante décadas, por instaurar un nuevo proyecto de Nación y un México diferente, bajo el liderazgo de López Obrador. Lastimados en su orgullo han de preguntarse para sus adentros: ¿Para esto tanto luchamos? Protestas similares están ocurriendo en otras entidades del país, donde se imponen decisiones que antes no han sido consensadas ni puestas a debate, como sucede ahora en Oaxaca. Lamentable espectáculo.
@ernestoreyes14