SOLEDAD JARQUÍN EDGAR [1]
Hace veinte años conocí a Ana María Hernández Cárdenas, quien había decidido tomar nuevos aires en Oaxaca. La vi entrar a una reunión convocada por ella para presentarse con otras feministas radicadas en la capital oaxaqueña y anunciar el inicio de un proyecto que al tiempo tuvo nombre: Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad Oaxaca. Con soltura y amabilidad ofreció sumarse al trabajo por los derechos humanos de las mujeres. Sus ojos vivaces tenían entusiasmo, sonreía a cada tanto, pisaba el terreno con cautela, era claro: no tenía duda de emprender un nuevo aliento. La recuerdo empujando una carriola y dentro de ella, la pequeña Maya que, como la organización que nació en 2003, ha crecido.
La tierra de Oaxaca está abonada por sus precedentes históricos de luchas sociales, en las cuales las mujeres no habían sido nunca convidadas de piedra, lo que dio origen al nacimiento de organizaciones feministas desde finales de los setenta y más tarde a la consolidación de otros espacios de la sociedad civil enfocados a la urgencia de defender los derechos humanos, dadas las condiciones impuestas por malos gobiernos y cacicazgos. En medio de esa tierra, Consorcio Oaxaca ha germinado.
La formación profesional, su experiencia política de izquierda y feminista desde muy joven han sido ejes fundamentales en su andar, uno donde no se puede dejar de lado su generosa sensibilidad y que ha tenido que ver en sus alcances esa mezcla real de “lo personal es político”. Al hacer un balance, hace ya 11 años durante una entrevista para Las Caracolas[2], afirmó con humildad que en Oaxaca las mujeres indígenas y la espiritualidad de sus pueblos cambiaron su perspectiva feminista y, yo diría que sumaron a la mujer insumisa que ya era. Definida como hábil e inteligente puede cruzar las aguas mansas y las turbulentas de un océano llamado Oaxaca.
A su primera tarea de fijar el rumbo, que no debió ser fácil, se sumó la segunda parte, consolidar el equipo, lo que logró al lado de una compañera con la que por décadas trabajó y luchó con éxito en otros proyectos: Pilar Muriedas Juárez y, más tarde, una joven abogada, feminista, defensora de derechos humanos: Yésica Sánchez Maya. Tres mujeres que nacieron subsecuentemente en tres décadas diferentes del siglo veinte atravesadas en los mismos territorios de sus ideas y anhelos. Las tres, hasta el retiro de Pilar hace unos meses, conformaron el equipo directivo de la organización donde hoy laboran más de treinta mujeres.
En 2006, Consorcio Oaxaca jugó un papel muy importante que catapultaría a la organización en lo subsecuente. En aquel tiempo definido como una “revuelta oaxaqueña”, donde parte de la sociedad salió a la calle tras un brutal desalojo de integrantes del magisterio que había ocupado el primer cuadro de la ciudad durante un plantón. La organización fue, en muchos sentidos, una especie de bisagra con otros organismos de la sociedad, quienes coincidían en los excesos de la respuesta violenta del gobierno priista encabezado por Ulises Ruiz Ortiz. De ahí que fueron portavoz permanente de la sociedad inconforme desde una perspectiva política, sí, pero también humana. Una articulación necesaria frente a los repetidos excesos cometidos por cuerpos de seguridad que pretendía apagar el incendio provocado con la gasolina del propio palacio de gobierno.
La historia ha quedado escrita. En aquellos días aciagos para Oaxaca, Consorcio Oaxaca, a veces desde la vocería de Ana María Hernández Cárdenas y en otras desde el Colectivo Huaxyacac, fue parte del contrapeso al poder y me refiero a todos los poderes. Cito dos ejemplos: El entonces arzobispo de Oaxaca, José Luis Chávez Botello, en un acto desafortunado comparó la situación política-social con un parto de alto riesgo. Su metáfora no es correcta porque atenta contra el libre albedrío de las mujeres. Respondió la feminista. Con una diferencia de días, consideró que la no desaparición de poderes en Oaxaca, como había determinado el Senado de la República: se sembraban más espinas en el camino y llamó cómplices a los legisladores por no responder a Oaxaca. O, como sucedió en más de una ocasión, Consorcio se sumó al rechazo del uso de la fuerza pública, la incesante amenaza de la militarización y llamaron al diálogo para terminar con el conflicto político social que dejó sangre y dolor entre la ciudadanía.
Para la directiva de Consorcio nada ha sido miel sobre hojuelas. En 2009, un presidente municipal priista, decidió revocar un acuerdo de cabildo y retiró el nombramiento de Ciudadana Distinguida que se entregaría a Yésica Sánchez Maya, la consideraba enemiga del gobierno, esto como consecuencia de lo ocurrido tres años atrás, significaba que el dinosaurio seguía herido, el poder estaba lastimado. Han sido acusadas de guerrilleras y ridículamente de esconder armas en comentarios de opinión cuyas campañas venían del mismo lugar de siempre para desprestigiarlas. Apenas unos años atrás, quizá a la mitad de su camino, fueron acusadas también por fuentes anónimas por supuesto “financiamiento indebido”, uno que nunca se comprobó y hace dos años recibieron una amenaza “presuntamente de un cartel”, además del allanamiento, en dos ocasiones, de sus oficinas. Todas respuestas de un poder que fue lacerado con palabras.
Pese a todo, los logros están a la vista.
Hay en su misión una marcada incidencia con las y los legisladores aliados con los derechos humanos de las mujeres desde el surgimiento de la organización. Dos ejemplos concretos: Han contribuido a la despenalización de la interrupción legal del embarazo. En 2004, fueron determinantes en la denuncia pública contra personal directivo y médico de un hospital público al dilatar el derecho al aborto de una joven embarazada como resultado de una violación. Revisar la historia es importante, la demanda por el derecho al aborto fue constante. El 25 de septiembre de 2019, finalmente, en Oaxaca se aprobó la interrupción legal del embarazo hasta la semana número doce. Es, sin duda, la conclusión de la suma de esfuerzos de tres generaciones de mujeres y donde Consorcio Oaxaca había tenido al menos dieciséis años de incidencia.
En 2005, Oaxaca es parte de los once estados de la República mexicana en los cuales se realiza un estudio sobre el feminicidio, impulsado por la Comisión Especial para Conocer y dar Seguimiento a las Investigaciones Relacionadas con los Feminicidios en la República Mexicana y a la Procuración de Justicia Vinculada, de la Cámara de Diputados federal, encabezada por la diputada y feminista Marcela Lagarde. El estudio reveló que efectivamente el fenómeno del feminicidio estaba presente también en esta entidad, un hecho que las feministas habían denunciado desde tiempo atrás. En 2006, también contribuyó– junto con otras instancias de gobierno y organizaciones en la derogación del “homicidio por honor”, derivado del asesinato de María Luisa –ocurrido en 2004- a manos de su pareja, Heriberto Antonio, quien recibió una ridícula sanción de tres años y fue absuelto antes de cumplir los dos años de prisión “por buena conducta”. Una tarea que continúo hasta conseguir diversas leyes a favor del derecho de las mujeres a vivir sin violencia y la tipificación del delito autónomo del feminicidio en 2012. Además de ser artífice de la elaboración de protocolos de actuación para la atención de la violencia feminicida y el feminicidio.
Acompañar ha sido una tarea más allá de lo material. Cada una de sus integrantes asumen esa labor con respeto y profesionalismo. Llegar a Consorcio cualquier día, significa que alguien te dará la bienvenida, te ofrecerá un vaso de agua, pero, sobre todo, te dará un abrazo. Esta ha sido la otra gran aportación para las víctimas directas e indirectas que acompañan. Ahí yo llegué y les dejé gran parte del peso de mi carga, del peso en que se traduce el dolor por la pérdida, el no entender por qué ha sucedido, la sensación del profundo vacío que no se comprende como resultado de la impunidad que hiere y vuelve a asesinar. Soy beneficiaria de Consorcio Oaxaca, lo he experimentado y vivido y me siento agradecida por el respaldo y el enorme trabajo que han significado años de exigencia de JusticiaParaSol en ese caminar juntas, desdoblando esquinas. Como lo han hecho ellas mismas, entre las aguas mansas y turbulentas del mar de la impunidad.
Otra tarea innovadora impulsada por Consorcio es la que trasciende fronteras. Primero a través de la creación de la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos, de donde retoman la idea y mejoran de acuerdo a las circunstancias una metodología para sanar el miedo, la culpa o la rabia o las tres emociones juntas. Un estar contigo con la ayuda de otras mujeres y encontrar el lugar de una misma. Cuidarse, auto protegerse no debía estar distante de la tarea de una defensora y ellas han encontrado mediante ese abrazo el lugar idóneo para salvaguardar la vida desde el alma, serenamente.
No cabe duda, desde lo personal, porque esto está escrito desde lo personal, puedo agradecer el giro que la vida le dio a Ana María quien decidió cambiar de aires escogiendo Oaxaca por alguna razón que desconozco. Agradezco que Consorcio Oaxaca haya crecido. Agradezco la fortaleza adquirida con mujeres como Pilar, bruja buena y sabia, y que en ese tren que corre a toda velocidad, esté el cerebro en calma, que es Yésica. Agradezco también que ser hábil, inteligente y poderosa no sean obstáculos para Ana María, sino que vea en ello su poder, porque la crítica es un tema no resuelto entre las mujeres.
[1] Soledad Jarquín Edgar. Periodistas, feminista y defensora de los Derechos Humanos. Colaboradora de semméxico.mx Tallerista. Escritora: Mujeres de Oaxaca (2014), Periodismo de Género en Oaxaca (2017), Mujeres y Política (2021) Premio Nacional de Periodismo 2006.
[2] http://caracolasfem.blogspot.com/2012/07/0-0-1-1877-10325-caracolasfem-86-24.html