En un tiempo fue garra sobre mi garganta, puedo decir que oprimió tanto, casi pierdo la vida; con los años, tampoco pude zafarme, la poesía se hizo esfera de cristal donde reflejé mi rostro. Cada gesto mío me lo devolvía, sobreactuado. Para todos los tiempos el hombre carga su ramito de tristeza en la bolsa de la camisa, lo saca a la menor provocación; como un amuleto. La tarde anterior a este día de celebración supe de la muerte de una mujer en un pueblo de Oaxaca, Ocotlán; esta mujer sabía de la tragedia mucho más que cualquier poeta, años antes, su compañero había sido asesinado a tiros; enfrentó el tiempo de la violencia sola, ingresó a la política, creció a su hijo (soy huérfano de padre, mi solidaridad está con los huérfanos); la mujer aspiró a ser presidenta municipal de su pueblo (ella pensaba, yo pensaba, tu piensas que cualquiera puede tener sueños en este país), fue abatida a tiros. Saco mi ramito de la tristeza, hago preguntas, ¿qué celebración puedo hacer en el Día Internacional de la Poesía? ¿La primavera y la poesía también entran para celebrar la injusticia?
Luz de la tarde,
veredita de humo,
muros de adobe.