ERNESTO REYES/Fotografía EL PAÍS
Han pasado ya 365 días de que se apagara la llama vital del maestro Francisco López Toledo (1940-2019), pero no la luz que sigue iluminando al sendero de muchos hombres y mujeres – su familia en primer lugar- que se quedaron con la responsabilidad de continuar con la preservación y defensa de los bienes tangibles e intangibles de los oaxaqueños.
Como un Quijote triunfante, Toledo sigue cabalgando en el imaginario de la colectividad a la que benefició a través de instituciones de cultura y labores de enseñanza y preparación de nuevos talentos. Muchas personas cambiaron el rumbo de su vida, teniendo como referente al sanador de almas, a través del arte, que fue Toledo.
Transformador de realidades, el maestro dejó un legado que sigue respirándose en las calles, edificios y plazas que modificó para bien de todos gracias a su activismo como gestor cultural que muchas veces encontró incomprensión de las autoridades. Con gran acierto, Fernando Gálvez de Aguinaga, lo comparó con el Ulises, de James Joyce, pues el pintor había logrado que Oaxaca de Juárez y sus alrededores tomara su forma como personaje, pues su fuerza creativa lo invadía todo.
El pintor fortaleció la creación local, mediante la fundación de la Casa de la Cultura de Juchitán de Zaragoza y el apoyo para la difusión de la lengua zapoteca y las originarias de otros pueblos, que hoy se revaloran en las convocatorias literarias que año con año realiza el CASA.
También apoyó la publicación de libros, documentos y revistas para que no se olvidaran nuestros valores locales, además de mantener una permanente colaboración con instituciones como el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca y asociaciones como la Fundación Alfredo Harp. Gracias a toda esta labor, nuestro estado es un centro cultural por excelencia.
De la herencia tolediana existen ejemplos varios: como el rescate del ex convento de Santo Domingo, que alberga, entre otras, la biblioteca Francisco de Burgoa, el jardín Etnobotánico y el atrio con plantas que él mismo sembró; vías peatonales rescatadas a favor de la movilidad ciudadana como la primera calle de Allende, Macedonio Alcalá y Constitución; la transformación de una fábrica de hilados y tejidos para convertirla en el Centro de las Artes San Agustín; la adecuación de su primera propiedad en Oaxaca, hoy sede del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), con más de 60 mil libros y casi 30 mil piezas de la colección Toledo-INBA, considerada una joya en Latinoamérica.
Su figura ágil e inconfundible sigue extrañándose en la ruta que lo llevaba del IAGO a su casa y viceversa en la calle de Murguía; o hacia su otro refugio, donde funcionó el cinematógrafo El Pochote, en el corazón del barrio de Xochimilco.
Después de su partida, siguen funcionando el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo (CFMAB), la biblioteca para invidentes Jorge Luis Borges, la Asociación Civil Amigos del IAGO y el CFMAB, y tantos otros talleres – de papel, afelpado, cerámica, gráfica, pintura y demás técnicas- donde su vena artística dejó huella. No debe desdeñarse la gran labor realizada por el Patronato para la Defensa y Conservación del Patrimonio Cultural y Natural de Oaxaca que, por ejemplo, defendió el zócalo, el cerro del Fortín, e impidió obras en el cerro de San Felipe del Agua y la instalación de un McDonalds, en pleno centro histórico.
En innumerables luchas ciudadanas por la defensa del agua, el medio ambiente, las costumbres y a favor de la justicia, como con los presos Loxicha y los jóvenes desaparecidos de Aytozinapa, las mujeres, los indígenas, los maestros, los discapacitados, la libertad de expresión, ahí estaba la voz generosa de Toledo, a quien ningún político pudo vencer.
Este 5 de septiembre cumple 23 años la fonoteca Eduardo Mata, que contiene un acervo sonoro de más de 12 mil piezas musicales y documentales, que recuerda el apoyo que brindó el artista a bandas infantiles, mismas que el día de su fallecimiento lo fueron a despedir con música, en medio del dolor y la nostalgia.
Este sábado las instituciones creadas por él, le rendirán un homenaje virtual por las redes sociales, porque permanecen cerradas por la emergencia sanitaria. Sin embargo, no será tan fácil olvidar a quien, para muchos de nosotros en horas de desaliento, sigue siendo un antídoto contra la desesperanza. No un minuto de silencio, sino toda una vida de aplausos para Francisco Toledo.
@ernestoreyes14