Si hay una lógica en la exigencia de una disculpa del presidente López Obrador al gobierno español actual por la conquista sangrienta de Tenochtitlan de 1519-1521, habría que encontrarla en la reconstrucción de la historia como parte de la redefinición del pensamiento histórico y por tanto de un cambio de enfoque de régimen.
Lo que el PAN no quiso/no pudo/no pensó en el 2000-2012 e inclusive en el escenario del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, ahora lo encara López Obrador como parte de un nuevo principio histórico: dar por terminado el ciclo institucional de las tres revoluciones y comenzar una cuarta sólo en la refundación del nacionalismo histórico indigenista para evitar el nacionalismo revolucionario del PRI.
Uno de los pilares ideológico-cultural del sistema priísta progresivo de las tres trasformaciones es justamente el pensamiento histórico y el gobierno encarnando la representación de la Historia Patria. Y ahí el principal desafío radica en rehacer la relación sistémica historia-educación, algo que hasta ahora la reforma educativa de López Obrador no ha encarado como tarea de corto plazo.
Lo de menos son las burlas por los reclamos a España. Al dejar intocado el conflicto histórico con los Estados Unidos y la propia revisión histórica nacional en cuanto al lado negativo de los héroes oficiales, el sentido de la revisión con España busca construir un nuevo nacionalismo ideológico cohesionador en una sociedad mestiza menos indígena de lo que supone, aunque en el ambiente de la política ése sería el menor de los problemas si al final se logra que las trapacerías españolas prevalezcan cuando menos como cargo de conciencia.
Tampoco importa mucho la revisión de la conquista de México y por lo tanto nuevas investigaciones de lo que ocurría en la élite monárquica. El tiempo histórico de la fundación del reino de España con la boda de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón en 1469 obedeció, en el análisis de José Ortega y Gasset en España invertebrada, a una jugada geopolítica de la Iglesia Católica en Roma a través del cardenal y vicecanciller Alejandro Borgia (Borja en su apellido español) para expandir el número de creyentes en el catolicismo conquistando a los indios. Fue, señala Ortega, una weltpolitik o política mundial de la iglesia católica. Borgia fue Papa en 1692 y calificó a Isabel y Fernando como Los Reyes Católicos, caracterización, por cierto, que prevalece en los actuales reyes españoles Felipe VI y Letizia.
El reclamo a España por el comportamiento colonial 1521-1821 formaría parte de la reconstrucción del pensamiento histórico que implicaría una ruptura de López Obrador con el pensamiento oficial del sistema político de 1810 a 2019. Sin embargo, tendría que venir una reorganización de pensamiento histórico oficial que carece de una sociedad interesada en revisar su historia, luego del largo periodo de ruptura del sistema con la historia que tuvo su momento culminante en 1992 cuando el presidente Carlos Salinas de Gortari y el líder priísta Luis Donaldo Colosio borraron de los documentos del PRI no sólo el concepto de Revolución Mexicana sino del pensamiento histórico oficial.
A pesar de tener ciertos referentes históricos diferentes a la historia oficial, los gobiernos panistas de Fox y Calderón no se preocuparon por construir un nuevo pensamiento histórico y quedaron como gobiernos circunstanciales. La única aportación del gobierno de Calderón al Bicentenario/Centenario fue la estela de luz plagada de corruptelas y no un esfuerzo de reescribir la historia nacional.
Sin tener que cambiar la estructura del sistema político priísta, López Obrador sí puede fijar una nueva etapa en la revisión de la historia y retrotraer el comienzo no a la colonia española sino a la reivindicación de los pueblos originarias indígenas, formados, por cierto, como monarquías. Pero ahí habrá sólo un rescate de reconocimiento histórico. En este contexto se explicaría, por ejemplo, la recepción del bastón de mando indígena después de su jura constitucional de cargo en el Congreso y luego la ceremonia para pedirle permiso a la Madre Tierra para construir el modernísimo y destructor cultural Tren Maya. La nueva simbología histórica jugaría el papel de consolidación de un cambio político… sin cambiar de sistema/régimen/Estado priísta.
Para que el reclamo de una disculpa histórica al actual reino de España (Casa de Borbón) por lo realizado por los reyes Isabel y Fernando (Casa Trastámara) pueda cumplirse, necesitaría de un mayor esfuerzo para crear el nuevo pensamiento histórico. Sin embargo, el factor sorpresa del reclamo sin pasar por las estructuras institucionales reflejaría el hecho de que López Obrador no confía o carece de apoyo de gobierno y por tanto estaría limitado su esfuerzo aislado y único.
De ahí la importancia de analizar con seriedad el reclamo de López Obrador al reino de España.
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Política para dummies: La política es, muchas veces, el sentido de la memoria histórica.
@carlosramirezh
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