Fotografía: ANIMAL POLÍTICO
Como era previsible, el sistema político morenista-lopezobradorista no es más que un palimpsesto del viejo sistema/régimen/Estado del PRI. Y ya desde ahora, apenas a cuarenta y cinco días de iniciado el nuevo gobierno, el escenario político se ajusta a las reglas priístas de la circulación de las élites.
Los debates en torno a la Guardia Nacional, los fiscales general y anticorrupción y la política económica para el periodo 2019-2021 han adelantado la disputa por la candidatura presidencial morenista del 2024 en dos pistas: el estilo priísta de López Obrador de los dedazos que ha expresado en la jefatura de gobierno del CDMX y en las designaciones de funcionarios de su jerarquía presidencial y el de los juegos de poder entre facciones donde el presidente en turno tiene menos facultades metaconstitucionales.
La declaración de la diputada sin partido y vicecoordinadora de la bancada de Morena Tatiana Clouthier de que el mando militar operativo en la nueva Guardia Nacional podría llevar a que los militares decidieran la candidatura presidencial del 2024 fue todo un despropósito absurdo, aunque cargado de lógica: ella quiere ser candidata presidencial en el 2024. Pero a pesar de esos sentimientos que vienen desde los de su padre Maquío en 1988, el asunto es que no existe ningún elemento juicioso que diga que los militares ponen-quitan presidentes.
Tatiana Clouthier, en todo caso, ha demostrado una evidente ignorancia de la política del régimen priísta que ha sido revalidado por el morenismo en la presidencia de la república. En el periodo revolucionario 1917-1928, Alvaro Obregón se auto impuso como presidente sin movilizar al ejército y sí a partir de su liderazgo personal. Y el genio político de Plutarco Elías Calles anuló a los militares como cuerpo político el 5 de septiembre de 1928 en la llamada “Junta de generales”. Elías Calles logró, después del asesinato de Obregón, que todos los generales de división le dieran la facultad a él como presidente de la república de designar al interino y al nuevo candidato presidencial.
Ahí nació el presidencialismo autoritario, unipersonal y absoluto y en esa junta los generales revolucionarios se sometieron al poder civil. Elías Calles no tuvo problemas en designar al abogado Emilio Portes Gil como interino para convocara nuevas elecciones y resistió el enojo de militares cuando impuso a un tibio general como candidato: Pascual Ortiz Rubio. Pero el poder revolucionario había pasado a la institución civil de la presidencia.
En 1938, como efecto de la expropiación petrolera y el acoso contra México por los empresarios petroleros, Cárdenas reformó al Partido Nacional Revolucionario, le dio tres sectores corporativos con clases organizadas como masas subordinadas al poder y creó el sector militar dentro del partido del gobierno-Estado. Su sucesor Manuel Avila Camacho, de manera discreta, desapareció el sector militar para evitar que los soldados sirvieran a un partido y ahí los militares dieron el paso definitivo hacia la institucionalización.
El torpeza de Tatiana Clouthier de advertir que la Guardia Nacional con mando operativo militar podría sustituir a Morena y al poder institucional del presidente López Obrador no fue sino una argumentación falaz que de manera evidente lastimó la institucionalidad a toda prueba de los militares y ofendió el respeto castrense a las instituciones civiles. Un caso reciente ilustra la disciplina militar: el actual general secretario salió de la decisión del presidente López Obrador y no estaba en la lista informal de aspirantes.
Lo más grave de las opiniones estridentes de Tatiana –muy al estilo agresivo de las su bronco padre– radica en su desconocimiento de las instituciones nacionales y de los factores de inestabilidad. En niveles castrenses sólo fruncieron el ceño cuando leyeron la advertencia de la diputada no morenista-morenista porque introdujo el falaz y provocador argumento político a un debate sobre la estrategia de seguridad del presidente López Obrador en la que el factor militar es el decisivo. Si la rueda de la fortuna o el elevador que funciona en la torre de la capilaridad del poder decidiera la presidencia en 2024 a favor de Tatiana Clouthier, con qué cara asumiría el cargo de comandanta suprema de las fuerzas armadas.
Lo de menos sería una disculpa de la diputada a las fuerzas armadas por introducir la sospecha de golpismo en los militares. Lo importante radica en la escasez de argumentaciones de seguridad para definir el papel de las fuerzas armadas en la seguridad, a partir de que políticos financiados por capos habría impuesto presidentes.
Paradójicamente para Tatiana Clouthier, los militares en seguridad impedirían que el crimen organizado tomara el control del poder político para imponer –ellos sí– al próximo presidente de la república.
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Política para dummies: La política es la mezcla de reglas y sentimientos, pero siempre por la ambición del poder.
@carlosramirezh