Fotografía : PUBLIMETRO
La candidatura presidencial priísta del no-priísta José Antonio Meade Kuribreña forma parte de un proyecto de élite financiera creada en 1988 cuando el candidato priísta Carlos Salinas de Gortari le expropió al PAN su modelo económico-social.
Desde 1982 esa élite se había apropiado del mecanismo autoritario de designación de candidatos priístas y funcionó hasta 1994; en el 2000 el presidente Zedillo careció de habilidad política para mantener la continuidad de la élite financiera –sus prospectos eran Guillermo Ortiz Martínez o José Ángel Gurría Treviño– porque el PRI le disminuyó facultades políticas para designar al candidato presidencial; el PRI perdió las elecciones del 2000 y del 2006.
En el 2012 el gobernador mexiquense se convirtió en el brazo político de esa élite, aunque su definición fue económica: las reformas estructurales pendientes del modelo neoliberal salinista. Y sus brazos económico-financieros fueron Luis Videgaray Castro y Meade Kuribreña en la Secretaría de Hacienda-Secretaría de Relaciones Exteriores-Secretaría de Desarrollo Social, el tripié operativo del poder financiero-político del PRI.
Por alguna razón política el presidente Peña Nieto no permitió que Meade se afiliara al PRI desde diciembre del 2012 cuando fue designado primer canciller del gabinete peñista, sobre todo para lavar su pasado panista. Ahora se percibe que Peña había encontrado un valor político en su participación en dos cargos de gabinete con el panista Calderón.
El gran mensaje político de la candidatura de Meade tiene alcances estratégicos: la consolidación del bloque de poder político-financiero ya no pasa por el PRI, pero seguirá usando al PRI como la estructura de poderes fácticos. Meade llega a la candidatura sin el PRI, sin los favores del PRI, sin las élites políticas del PRI. Su figura de poder radica en su funcionalidad con el PAN de Calderón y con el PRI de Peña.
Con Meade el PRI asciende al nivel de franquicia política, aunque sin que exista hasta ahora una generación de priístas salidos del sector financiero, como sí la tuvo Salinas en 1988. Con liderazgos políticos controlados, sin fuerza ni decisión para defender sus causas, el priísmo del PRI tendrá que someterse a encaramar en el poder a un no-priísta o votar –sin irse, ni decirlo– por Morena o por la alianza PAN-PRD.
En el espacio estratégico, el presidente Peña Nieto entendió que el voto del Partido Verde no le alcanzaba para construir una mayoría y que el Partido Nueva Alianza tampoco le aportaba los votos necesarios. Sólo que la viabilidad de la candidatura de Meade depende ahora de que el Frente PAN-PRD-MC no se concrete en una nominación presidencial aliancista porque la fragmentación del voto en seis opciones –PRI, PAN, PRD, Morena y dos independientes– ayudaría al PRI.
La victoria de Meade en el 2018 depende de que el nuevo bloque de poder PRI-PAN logre consolidar el mensaje de que ahora sí el modelo neoliberal de desarrollo tendrá derramas sociales; sin embargo, la política económica de Meade no se sale del sendero de la estabilidad macroeconómica que no permite crecimiento económico mayor a 3%.
El bloque de poder neoliberal está formado por el PRI tecnocrático, empresarios, inversionistas extranjeros, la supervisión del FMI ya no sólo en inflación sino induciendo reformas estructurales, los grupos de poder financiero de los EE.UU., el intervencionismo de la OCDE dirigida por Gurría Treviño y la participación de Carlos Salinas de Gortari y sus alianzas estratégicas con los beneficiarios estadunidenses del Tratado.
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Política para dummies: La política es, en momentos clave, la ciencia del poder para imponerse sobre la realidad.
Sólo para sus ojos:
- El congreso que ha demostrado falta de calidad moral y política en nombramientos y un exceso de partidarismo se encarga de dos nombramientos clave: el titular de la fiscalía de delitos electorales y el titular de la Auditoría Superior de la Federación. El común denominador de los aspirantes radica en su origen como funcionarios, es decir, vienen ya con experiencia en la disciplina; no hay ninguna personalidad fuerte, todos son, por así decirlo, burócratas.
- El viernes pasado circuló la versión de que Luis Videgaray había presentado su renuncia a la cancillería por el error en el predestape de José Antonio Meade. Pero el fin de semana hubo tranquilidad. Lo cierto fue que Videgaray le rompió al presidente Peña Nieto el manejo de la nominación del candidato, quemó por adelantado a Meade e introdujo el nerviosismo entre los priístas. La respuesta de Peña recordó el “no se hagan bolas” de Salinas sobre Colosio.
@carlosramirezh