VILLA DE ZAACHILA, Oax. (sucedióenoaxaca.com).- Hace unos 600 años, Zaachila se llamaba Teozapotlán y los valles centrales se encontraban de luto por la muerte del Señor 5 Flor, el más querido gobernante que hubiera tenido su pueblo: el príncipe mixteco hijo del Señor de Tilantongo.
Apenas tenía 25 años y murió de una extraña enfermedad. Gobernó Teozapotlán luego de casarse con una princesa zapoteca, hija del Señor de Zaachila. Pero además tenía dos esposas más.
Había sabido ser un buen gobernante y el pueblo lo respetaba por ser un hombre bondadoso, sostiene la arqueóloga Nelly Robles en la edición especial “pasajes de la historia”, de la revista México desconocido.
Las ceremonias fúnebres iniciarían al amanecer, mientras tanto, los sacerdotes lo preparaban para el viaje al inframundo con ropas de algodón blanco, sandalias nuevas de ixtle, así como dos grandes anillos de filigrana de oro que representaban su linaje y su misión de conquistador.
Le pusieron en el cuello collares con cuentas de ámbar, jade, turquesa, de oro, coral, cristal de roca y conchas de mar.
En tanto, sus tres esposas eran bañadas y purificadas con hierbas. Las tres lloraban , al igual que sus familias pues sabían a la muerte del Señor ellas debían acompañarlo.
El cuerpo del Señor 5 Flor había sido llevado a sus lugares favoritos, a oír a los pájaros y al río que tanto le gustaba; había pasado a todos los templos en su último adiós.
Para entonces, la tumba que él mismo había ordenado construir debajo de su palacio se encontraba lista para recibirlo; habían sido colocadas diversas ofrendas como vasijas pintadas, vasos en forma de garra de jaguar y de serpiente.
De pronto llegaron las esposas, jóvenes y bellas, vestidas de blanco. Bajaron a la tumba, resignadas y aceptando humildemente su destino. Un solo golpe del sacerdote sirvió para que cada una de ellas cayera muerta, ofrendada a su Señor, para acompañarlo en su viaje al otro mundo. Con el mismo fin fueron sacrificados dos de sus fieles seguidores y su perro negro.
La madre de la esposa principal depositó la única ofrenda para su querida hija, un pequeño plato decorado con pintura roja en cuyo borde estaba prendido un colibrí azul, testimonio del amor que le tenía.
Los funerales duraron todo un día y toda una noche mientras el príncipe 5 Flor reposaba ya en su tumba de piedra pintada de rojo y con techo plano de grandes lajas. En los muros laterales había tres nichos para que se colocase la ofrenda y en el muro del fondo dos enormes lechuzas con las alas extendidas y grandes ojos abiertos para que lo acompañaran en su viaje.
El sacerdote principal hizo traer al mismo escultor para que labrase una efigie del Señor 5 Flor con su nombre inscrito, con una bolsa de copal en una mano y su bastón de mando en la otra. De esa manera, pensaba, no perdería sus poderes ni con la muerte.
De todo este ritual fúnebre, dan testimonio los hallazgos de la tumba 1 de Zaachila a cargo de Roberto Gallegos en 1962, en la zona arqueológica de El Cerrito.
2 comentarios
El personaje principal que se encontró en la tumba comentada, de Zaachila, fue Flor Nueve y no Flor Cinco. Muy limitada la nota. Confunde, en vez de clarificar o precisar. La Revista “México Desconocido” de qué fecha es y su número…
Gracias por el comentario. ¿Nos puede dar una entrevista para que nos comparta la información que posee sobre el tema de la nota?