MIGUEL ÁNGEL VÁSQUEZ DE LA ROSA / Fotografía: CARMEN LETICIA PACHECO
OAXACA, Oax. (sucedióenoaxaca.com).-Leí el libro de Álvaro Delgado, en medio del trajín de las actividades de estos últimos días, y la verdad no podía parar de leer, una especie de morbo se apoderó de mi; un morbo frenético por las revelaciones que nos cuenta Álvaro en su libro. Este es un libro de investigación periodística y de revelaciones que quizá muchos ya imaginábamos hace tiempo. Este trabajo documenta desde cómo se consolidó el pacto entre Peña Nieto y Calderón para salvar a este último del remolino de AMLO; la gris campaña de Josefina Vasquez Mota, los desaciertos y omisiones en su campaña, pero también la mano salvadora que bajó los spots que estaban dañando a Peña; la dolorosa traición de Fox y el “te abandoné Josefina” de Calderón; la bronca con el bronco de Madero y la corrupción dentro del PAN; las aspiraciones de Margarita Zavala; la relación de los líderes panistas con Televisa; la alianza con Elba Esther Gordillo; los flashazos de lucidez de Javier Corral. Y entre líneas, el otro Pacto, el Pacto por México, que cristalizó lo que no se logró en el sexenio de Calderón: las reformas estructurales.
Después de leer el libro me quedé impactado: cómo estos acuerdos entre dirigentes del PRI y PAN -el pacto de los 200 mil votos que dio el triunfo a Calderón en 2006- pueden trascender a una generación entera de personas en este país, a quienes nacieron a principios del presente siglo. Hago un paréntesis para explicar este impacto. Mi hija en 2006 tenía seis años, en una ocasión esperando turno para comprar unos boletos de autobús, veíamos la tele de la sala de espera y apareció un spot promocional de AMLO en el clímax de su campaña. Le pregunté a esta niña de seis años si conocía a ese señor y me dijo si, “dicen que es un peligro para México”. Bueno, esta niña cumplirá 18 años justo el año que habrá elecciones presidenciales (2018) y que pondrá nuevamente frente a frente a competir al pacto Peña-Calderón, o si se quiere PRI-PAN e incluso quizá se sume PRD, contra el candidato de quién se construyó la imagen de un peligro para México en 2006, el candidato que valió el acuerdo de los 200 mil votos, el mismo candidato que hizo a los dirigentes del PAN cerrar filas a favor del PRI en 2012.
Los tres últimos candidatos presidenciales han pactado invariablemente con el PRI: Diego Fernández de Cevallos, Vicente Fox y Felipe Calderón, pero quizá nadie lo ha hecho con la mayor eficacia que este último. La noche del primero de julio de 2012, aun sin haber concluido el conteo de los votos, señala el autor del libro, Calderón se dirigió a Peña Nieto sonriente: “Quiero felicitarlo sinceramente”. Carlos Castillo Peraza expresó años atrás: “Acción Nacional, estoy convencido, no puede pensarse a sí mismo como instrumento de presión en manos interesadas para defender privilegios. El partido no necesita verdades sexenales que le sirvan, sino una verdad permanente a la cual servir: la dignidad de la persona humana.” Calderón pasará a la historia por haber regresado al PRI a Los Pinos. Rodríguez Prats suelta una perla en el libro: “El priista es cínico simple, el panista es cínico compuesto. El priista nunca nos ofreció ser honesto, el panista si.” Dice además: “Es una ironía trágica: de la grandeza de Gómez Morín a la pequeñez y miseria de Felipe Calderón. El PAN no merece ese final”.
Josefina Vásquez Mota, no iba a ganar en 2012. En un país con una fuerte cultura machista difícilmente iba a prosperar la candidatura de una mujer. Pero su campaña si iba a ser factor para descarrilar la candidatura de Peña Nieto y darle el triunfo a AMLO. Los exitosos promocionales: “Peña Nieto no cumple”, lema de las campañas atribuido a Rafael Giménez, desplomaron la campaña de EPN, pero relanzaron la campaña de AMLO. La orden de bajar los spots, después de consultar varios testimonios, vino directamente de Los Pinos. Llama la atención el factor que jugó todo el equipo de Calderón para influir en la campaña de Vásquez Mota, desde Alejandra Sota, que ordenó a la candidata no atacar a Peña Nieto en el debate, hasta el cuñado Juan Ignacio Zavala, pasando por Gil Zuarth coordinador de campaña. El equipo de campaña y el cuarto de guerra de Josefina fueron un caos, en el que hubo hasta infiltrados como el productor de televisa y publicista de Peña Nieto, Pedro Torres, el mismo productor del reality show Big Brother.
Otro plano interesante del libro es cuando documenta los conflictos internos del PAN en sus últimas administraciones, desde Manuel Espino, pasando por German Martínez, César Nava, Gustavo Madero hasta Ricardo Anaya. Y paralelamente el papel de cuadros destacados del partido como Santiago Creel, Cecilia Romero, Juan Molinar. Éste último señala: “Fueron muchos los episodios en los que Felipe Calderón trató de manera irrespetuosa e incluso abusiva a los líderes partidarios que se reunían con el. Estas constantes fricciones no se hicieron públicas por prudencia política y por respeto a la investidura presidencial”. Hay una expresión atribuida a Calderón, dice Molinar, y que describe su actitud: “El PAN es mi casa y en mi casa mando yo”. Felipe Calderón no tuvo compasión de él, en una carta tremenda le recrimina: “Tenías amargura tristeza y preocupación cuando fuiste víctima de las peores ignominias”. Calderón hace referencia a los acontecimientos de la guardería ABC en los que estaba directamente involucrado un familiar de su esposa Margarita Zavala.
Las redes de corrupción en PEMEX, cuando César Nava fue director jurídico, los negocios inmobiliarios de los directivos del PAN en tiempos de Germán Martínez. Las negociaciones con Elba Esther Gordillo, el proyecto presidencial de Miguel Ángel Yunes y Rafael Moreno Valle. Estos últimos personajes son parte del acuerdo para exonerar a Ricardo Aldana del PRI, autor del desvío de 500 millones de pesos para la campaña de Francisco Labastida Ochoa en las elecciones del 2000.
Quizá la principal aseveración que se hace en el libro es la de Germán Martínez quien, a decir del autor, “conoce como pocos las entrañas del fraude que cometió Calderón en 2006”. Comparte Germán Martínez al autor lo siguiente: “Te lo digo con toda claridad, Calderón no ganó la elección. Perdió López Obrador. ¡Si lo publicas, te desmiento!.” En definitiva fueron muchos los factores que influyeron para que consiguiera Calderón la presidencia de 2006 y Peña Nieto la de 2012, pero una cosa podemos asegurar, en ambos triunfos es evidente que influyeron los pactos, las componendas y la trampa; los acuerdos entre los grupos de poder factico para frenar las aspiraciones de el líder más carismático que ha tenido la izquierda en México durante las últimas dos décadas.
Esta es la historia del amasiato, haiga sido como haiga sido.
Gracias!
Oaxaca de Juárez, 2 de Junio de 2016.