ARACELI MANCILLA ZAYAS
Agradezco a Guadalupe Ángela la invitación para presentar su libro La Alquimista, pues ha traído a mi invierno resonancias no sólo de Remedios Varo, sino de su propia voz como poeta que nos había dado avances de su capacidad para crear poemas de largo alcance, precisos y de impecable factura, con su Poemario de las vírgenes. En este poemario, lleno de ingenio femenino y virginal, se hace evidente y muy disfrutable su capacidad para dejar crecer, a partir de un tema concreto, su imaginación poética.
Ahora, con La Alquimista, Guadalupe Ángela da un paso más y desarrolla un largo poema basado en la obra de la artista singular y dotada de extraordinario talento que fue Remedios Varo. La obra de Remedios Varo, lo sabemos, está anclada con firmeza en el surrealismo. El surrealismo fue una de las corrientes vanguardistas que revolucionaron el arte mundial a principios del siglo XX, y trajo a México, a fines de los años treinta, gracias al exilio, a artistas como la española Remedios Varo, y como otra gran pintora, que fue escritora además, a quien también reconocemos nuestra, mexicana: Leonora Carrington, británica de nacimiento, quien fue su gran amiga; su espíritu gemelo.
De la corriente surrealista todos más o menos conocemos el principio general que plantea, orientado a trastocar la realidad, dándole el sitio principal al subconsciente, que liberado de la prisión de la razón se expresa entonces con una claridad que no es la de la vigilia, de nuestro despertar consciente, sino la de nuestros sueños y verdades profundas.
Remedios Varo es considerada hoy en día una de las grandes exponentes del surrealismo creado en México, y su obra es cada vez más popular, admirada, reconocida y cotizada en el mercado del arte. Pero, fuera de estas consideraciones generales, es necesario ir directamente a su obra para comprender la fuerza de su imaginación y su enorme capacidad técnica y estilística.
Sobre su obra hay que decir que no encontraremos en ella manifestación de preocupaciones concretas y racionalmente reconocibles. Sus dibujos, pinturas y esculturas no lidian con manifiestos sociales ni compromisos políticos o ideológicos de ninguna índole, y, sin embargo, la contundencia de sus imágenes nos arrastra hablándonos con un lenguaje visual que suele fascinar al espectador.
Si bien los temas que aborda pueden estar enunciados en los títulos de sus obras, con frecuencia el contenido de ellas rebasa cualquier definición y lleva al público por caminos llenos de detalles; de escenas fantásticas situadas fuera de toda lógica racional, pero ricas en posibilidades de interpretación.
Es justo en el camino de la interpretación que encuentro el acierto de Guadalupe Ángela al escribir este libro. A partir de una obra de Remedios Varo, la que lleva el título de “El alquimista”, ella construye, a su vez, su alter ego femenino: La Alquimista, y siguiendo los pasos del personaje de Remedios Varo, se resuelve a poner en marcha, con el impulso de su palabra poética, todo un edificio de imágenes, mecanismos, seres, objetos, acontecimientos que se desenvuelven en forma paralela al imaginario de la artista plástica, con quien claramente la poeta se declara en diálogo y en simbiosis creativa.
El método para hacer poesía que ha elegido Guadalupe Ángela en este libro es el de la apropiación y la transcreación, que ha utilizado y desarrollado un poeta como Jerome Rothenberg para asociarse a otros escritores que admira, pero también a artistas plásticos como Francisco de Goya.
Es este el mismo punto de partida que utiliza Guadalupe Ángela, y ha aplicado en él su particular perspectiva y enfoque.
Para empezar, es claro que en la poeta el surrealismo es algo vivo y no una corriente desfasada o acabada. Al respecto, alguna vez Luis Buñuel, el gran cineasta español que vivió entre nosotros y creó gran parte de su obra bajo las premisas del surrealismo, comentó a la crítica de arte Raquel Tibol que el surrealismo no es algo inexistente que se agrega a la realidad, no inventa la realidad, sino la ve más completa; no es algo que buscar, sino está ahí. El surrealismo, afirmó, es una contribución al conocimiento humano y seguirá existiendo hasta el final del hombre.
Me parece que es en esta línea de concepción del surrealismo, como una corriente artística vital, actual y actuante, que Guadalupe Ángela factura su poema, hecho de fragmentos que siguen el aliento de la obra de Remedios Varo. Para construirlo, se sabe, ha realizado una minuciosa investigación y ha entrado a fondo en los aspectos simbólicos y estilísticos de la pintora. Ha seguido a sus personajes, quienes se han convertido en el hilo conductor de la transformación que la propia poeta va sufriendo conforme avanza el libro.
En él nos vemos de pronto sumergidos en un universo de elementos que, en principio, son los de Remedios Varo: criaturas, espacios, objetos, geometrías, mundos metafísicos. Estos siguen su propia lógica cargada de extrañeza, nunca predecible, nunca plenamente descifrada; sin embargo, nos acercan a una verdad y a un sentido que comprendemos y nos conmueve.
Con estos elementos a la mano los poemas de Guadalupe Ángela van creando su propia senda existencial. Vemos surgir de ellos, principal pero no exclusivamente, una multiplicidad de mujeres que, siendo una sola, entre ellas la poeta misma, emprenden una búsqueda donde se definen territorios de emoción y comprensiones paralelas y distintas a las de Remedios Varo.
Sobre los personajes emblemáticos de la pintora, que han sido analizados ampliamente desde perspectivas críticas y parámetros académicos, Guadalupe Ángela nos ofrece, en cambio, una visión renovada donde la revelación poética pasa por considerarlos compañeros en el tránsito de un descubrimiento interior, pues al lado de ellos, del contexto en que fueron creados, la poeta construye escenarios e historias ligadas a su imaginario personal, donde se manifiestan reflexiones y descubrimientos únicos.
Lo interesante es que tanto si uno conoce como si no la escultura del “Homo Rodans”, por dar un ejemplo, o alguna otra obra de Remedios Varo aludida en La Alquimista, el lector se siente sumergido en un viaje de la memoria por el solo impulso de los poemas. Entre otras muchas cosas, en ellos transita la infancia de la poeta, que la hace decir:
Éramos cuatro hermanos,
el destino del viaje:
la infancia.
Los cuatro queríamos saber
qué había ocurrido
por qué a cada uno
le apareció un fósil
en el pecho,
un tatuaje
que, con los años,
se imprimía
con más fuerza.
De igual manera, del hermoso cuadro de Remedios Varo titulado “Música solar,” deviene otro hallazgo afortunado de la poeta, que dice sobre el personaje lo siguiente:
Era una música
que venía
como si a mí también
se me hubiera abierto
una rendija,
entonces
fue que llegaron
las aves rojas.
A lo largo del libro se van desenvolviendo, además de imágenes plásticas, el deseo por nombrar con precisión y dar un peso emocional a las palabras; de multiplicarlas no sólo en escenas reconocidas en los cuadros de Remedios Varo, sino en acontecimientos frescos y recientes que nos propone la poeta; se narra así el proceso del amor y de la liberación de sentimientos complejos; se anima lo inanimado y se reestructura a los seres que conforman el mundo de la pintora, poniéndolos ahora al servicio de las búsquedas de la poeta.
Hay sobre todo una recuperación de la palabra que hace de estos personajes de Remedios Varo, seres familiares, amigos, hermanas de la poeta Guadalupe Ángela; ella misma, al dotar a los personajes de voz, va al encuentro de una nueva fuente de placer: el descubrimiento de los otros que son uno mismo, y logra decirnos:
Tenía yo tres personalidades
con frecuencia una a otra
se traicionaban.
Una era mujer
sensible a las hojas.
Otra era hombre
con fascinación
a las texturas rasposas.
Otra, un pájaro
en peligro de extinción.
A veces para que la mujer
que soy hablara
tenía que callar el hombre
tapando la boca con la mano,
pero el pájaro cantaba a su voluntad
Finalmente, celebro la aparición de La Alquimista, porque es un libro escrito con la ambición de una poeta para quien la poesía sólo puede crearse o descubrirse a través de las experiencias que en verdad quieran ser tocadas por ella.
* Libro presentado en El foro de la Proveedora Escolar el 13 de enero de 2016.
La Alquimista de Guadalupe Ángela. 1450 Ediciones. Ilustraciones de César Mayoral Figueroa. Oaxaca, 2015.