MABETH AQUINO
OAXACA, Oax. (sucedióenoaxaca.com).- En la presentación de la Guelaguetza 2022 en la Rotonda de la zucena, se echará de menos participación de diversas delegaciones, entre ellas, las representantes de la Sierra Norte también conocida como Sierra Juárez.
Las notas del “Torito serrano”, el “Jarabe Mixe”, o los “Sones de Betaza”, brillarán por su ausencia, a decir del presidente del Comité de Autenticidad, Víctor Vásquez Labastida, porque no participaron en la convocatoria que emitió la Scretaría de las Culturas y las Artes de Oaxaca (Seculta), y por lo tanto no audicionaron.
Dicha situación puede tener dos lecturas: la libre autodeterminación de las comunidades y pueblos indígenas, y la imposición del Estado para cumplir el requisito de que, las y los integrantes de los grupos de danza presentaran su certificado de vacunación anti covid.
De ambas situaciones habla el doctor Víctor Leonel Juan Martínez, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios en Antropología Social (CIESAS), Pacífico Sur, especialista en derecho indígena.
Señala que, un poder que tienen las comunidades y pueblos indígenas es la autodeterminación, que es la “capacidad que tienen de tomar el control y la dirección de sus pueblos, de sus comunidades y hacia la constitución colectiva de su cotidianidad y de su futuro”.
En el marco de la pandemia, diversas poblaciones de Oaxaca, en especial de la Sierra Norte, cerraron sus fronteras impidiendo el ingreso de personas ajenas, y la salida de quienes las habitan.
“Muchas comunidades cerraron fronteras por una situación de debilidad estructural incluso, que tiene que ver con la ausencia de responsabilidades del Estado mexicano de dotar servicios de salud a todas las comunidades. Hicieron una medida preventiva y al mismo tiempo ejercieron esta capacidad de organizarse y de decidir libremente”, expone Juan Martínez.
En este sentido, parece una contradicción que el mismo Estado que no dota de infraestructura e insumos médicos para que las personas de las comunidades alejadas de la ciudad accedieran a la vacuna, y ahora imponen el certificado como un requisito para poder presentarse en el espectáculo de la Guelaguetza.
“Habría que ver si el Estado acercó los insumos para que hubiera vacuna; segundo, habría que ver si en verdad no están vacunados, porque a mí se me hace una declaración muy superficial el decir no están vacunados”, puntualiza el investigador adscrito al CIESAS.
Agrega, que “si van a poner ese requisito, lo pusieran entonces en todos los filtros de acceso a los distintos espectáculos, porque son quienes asisten a concentraciones masivas quienes representan el riesgo, no son los danzantes, que de alguna forma están danzando al aire libre, con ciertas distancias, el problema es la conglomeración”.
Guelaguetza, el espectáculo
Además de esta imposición del Estado, Juan Martínez comenta que la Guelaguetza ya es un espectáculo folclórico que hace uso de las comunidades y pueblos indígenas, siendo éstas las últimas en tener un beneficio de los recursos que se obtienen de la comercialización de la llamada máxima fiesta de Oaxaca.
“En muchos sentidos es un espectáculo folclórico, al mismo tiempo busca la homogeneización, unos buenos cuadros folclóricos sin importar la tradición misma. Tiene un carácter foclórico de sumisión y en el cual aprovechan la riqueza de los pueblos y comunidades indígenas para convertirlo en un espectáculo y en una estrategia turística, pero que otra vez esos resultados son canalizados a empresarios, a gobernantes y a los que hacen negocios”, puntualiza el integrante del CIESAS en Oaxaca.
Justo en esta misma visión de que el Estado impone las reglas para que las comunidades indígenas participen en la Guelaguetza, es también quien decide qué expresión es o no auténtica y parte de la cultura de cada población, esto mediante el grupo llamado Comité de Autenticidad, lo cual es violatorio a la autodeterminación de cada comunidad.
“El esquema que se ha seguido para la Guelaguetza es un esquema colonialista, racista, hay un vacío institucional inmerso en eso, e incluso que se tomen el atrevimiento, que es totalmente violatorio a la libre determinación, de constituir un comité externo, ajeno a las comunidades, que les va a decir cuál es su tradición, eso es un contrasentido, por decirlo de manera elegante, es una barbaridad que alguien externo venga a decirme si mi tradición es la correcta o no, si mis danzas o mis bailables son las correctas o no”, indica Víctor Leonel Juan Martínez.
Si bien la Guelaguetza nació como una actividad cultural y de colaboración resiliente luego del terremoto que en 1932 causó daños en la ciudad, a lo largo de las décadas recientes se ha explotado como un espectáculo turístico que, en gran medida, deja fuera a quienes habitan la ciudad y el estado, además que influye en la gentrificación, fenómeno que impacta en diversos aspectos en lo social y económico.