ALAN VARGAS*
En Saharasia despertó la civilización y con ella el dolor, el abuso. Aunque, hay que decirlo, nació también la floración y la dulzura. Todo lo que muere da vida. Nallely Tello, en este, su segundo libro, consolida una poética que se pregunta por el origen, la textura de la tierra y el seno de la madre, su lucha, y, con ella, la resistencia de todo lo materno y lunar. Una delgada veta en el libro tiende al erotismo, a la conciencia del cuerpo y de la pérdida. Configura una mística que se sincretiza con las fuerzas que han habitado Mesoamérica desde el principio de los tiempos. Nínive navega sobre el mar de Tetis y podría ser el desierto de los Valles Centrales, Yagul, Lambityeco. El patio de la danza y la cultura mineral.
“Es el final / y de nuevo tengo sed; / mi propia Saharasia / expandiéndose”, lamenta Tello, mientras el impulso a sobrevivir en el desierto es más fuerte que el silencio. Porque el cuerpo se lastima y se recupera. Del esqueje nace una una planta de la misma forma que la muerte, pequeña, trae consigo el alumbramiento. En el principio la piedra, luego los ríos y los jardines. El paso del tiempo que acaricia el cuerpo y lo golpea. Estar presente es también estar expuesto, mirar cara a cara lo perdido y ser resiliente. Pero no sólo como una lucha que se gana con voluntad pura, sino como un viaje que nos demuestra que la sequía también es parte de la milpa. Que la comezón es también ardor y preludio de la seda.
“A mi tío le saldrán plumas”, dice la niña que no imagina la cara de la muerte y le han dicho que la gente va al cielo. Una anécdota tan íntima que la sentimos nuestra. En Saharasia, Tello practica una voz que tiene la virtud de tejer un lenguaje privado conocido todos. Un yo lírico que se muestra al descubierto y, por eso, tiene un pie en el origen compartido por la humanidad desde el principio de los tiempos. “Quisiera decir que no venimos del dolor / pero no tengo oídos para el eco de las caracolas”. La industria lítica, la pérdida, el renacimiento. “Contra todo pronóstico: / reverdece. / En la terquedad habita el milagro: llovizna.”
Texto del poeta Alan Vargas compartido durante la presentación de SAHARASIA el pasado 2 de mayo.