La moral es un árbol que da moras
GONZALO N. SANTOS
ZAGREO YACO*
Hace unas tres semanas que vendí mi carro. Un auto modesto para ser franco con el hipócrita lector. Lo vendí motivado por un cambio de vida relacionado al ahorro y la practicidad. Vendí mi carro para comprar una bicicleta eléctrica. La ciudad de Oaxaca y sus municipios conurbados no plantean distancias enormes, el desafío es la falta de comunicación.
En la ciudad hay ciertas rutas que no tienen una vía directa y que simplemente es necesario transbordar en la Central para poder encontrar pasaje. Con esta lógica en mente decidí cambiar mi estrategia de movilidad, aunado a esto, me enteré por los medios de comunicación que el tan sonado City Bus comenzaría a operar en beneficio de la sociedad oaxaqueña.
Inspirado en el metrobús chilango, el proyecto que iniciara en el sexenio de Gabino, comenzó mal desde el nombre. Oaxaca no es una ciudad desde la perspectiva de la movilidad. No tenemos grandes avenidas, las calles no son lo suficientemente amplias para introducir un transporte pensado no para una ciudad más grande sino para una más amplia.
Junto a la falta de visión en términos de movilidad, tenemos a los flamantes funcionarios de dos sexenios: el de Gabino y el de Murat. Que en ambos mandatos se encargaron de manosear más de dos mil millones de pesos sin que estos se notaran siquiera levemente en el mejoramiento de la calidad de vida de la sociedad oaxaqueña.
Recientemente y ya con la 4T instaurada en tierras juaristas, se dio a conocer la detención de quien fuera director administrativo de la Secretaría de Movilidad. El delito que se le imputa es el daño al erario por 33.5 millones de pesos. El funcionario muratista tuvo la brillante idea de saltarse la cadena de mando y sin contar con las atribuciones de ley, contrató una empresa para administrar el recaudo del mentado Citybus, más cínico imposible.
Durante años la Secretaría de Movilidad fue una de las cajas chicas de los gobiernos tricolores. Prueba de ello son las constantes anomalías en el servicio a los usuarios, ya sea directamente con la SEMOVI o con sus filiales, como tránsito del estado. La administración de Jara lo sabe y ha tenido las mejores intenciones de cambiar los usos y costumbres arraigados en las entrañas del aparato gubernamental oaxaqueño.
Aunque las mejores intenciones se notan en el tema del City Bus, el proyecto no ataca de fondo el problema de la movilidad porque no brinda alternativas que solucionen e incluyan a más ciudadanos. Meter más autobuses para quitar mercado a las empresas privadas no tiene nada que ver con la mejora del servicio y sí con el aumento a los embotellamientos.
Para observar la improvisación del proyecto City Bus únicamente se tienen que recorrer las paradas de la Central de Abastos para observar la falta de planeación de un proyecto que sólo ha dañado las arcas del Estado. Con las mejores intenciones, el gobierno de Jara puede caer en esa entrañable práctica conocida como simulación. Con tanto dinero invertido para tener un proyecto “sin pies ni cabeza”, como lo reconoció el mismo gobernador, a su administración no le quedó de otra que aminorar los daños y echar a andar uno de los regalitos que le dejó el pasado sexenio.