ZAGREO Y*
Compa, qué le parece esa morra
PESO PLUMA
¿Desde cuándo el libro dejó de ser un formato inútil?, quiero decir: ¿desde cuándo el libro dejó de ser el objeto que representa a un escritor? Usualmente cuando alguien se dice escritor habla de sus libros o de la creación de algún proyecto.
Llegué a escuchar comentarios del tipo: “sin libro eres un ágrafo”. Ciertamente un escritor sin libros puede caminar en la línea delgada entre un charlatán y un genio. En el caso oaxaqueño los escritores sin libros estamos más del lado de los charlatanes, como aquél poeta de finales de los noventa y principios de los dos mil que te abordaba en el zócalo de la ciudad de Oaxaca y con hoja impresa en mano te decía: “te lo firmo carnal porque en unos años voy a ser un poeta famoso”.
Ese pequeño poetastro y los autores publicados en Oaxaca comparten algo: el deseo y la aspiración de ser famosos. La era del pop nos hizo entender la literatura a partir del boom latinoamericano. Ese movimiento que encumbró a los autores y los convirtió en celebridades que viajaban en avión y salían en televisión opinando sobre cualquier estupidez mediática. Esa educación sentimental deformó la visión de mi generación, haciéndonos creer que salir en la tele, en el periódico, hacer presentaciones y tener reflectores era sinónimo de crecer como escritor. Nada más falso.
El libro se ha convertido en una suerte de confesión de vanidades. De ahí que ahora abundan “talleres gráficos independientes” que publican cualquier estornudo como vanguardia. Luego entonces el contenido ha pasado a un segundo plano. Es suficiente encontrarse con un grupo de gente con gustos parecidos para validar ese mar de creaciones compartidas.
Nuestra época está dictada por el vínculo entre los fans y los creadores, la cual sucede no necesariamente por la calidad de los contenidos. Lo que sucede hoy día en redes sociales aconteció mucho antes con los best sellers y la lista de los más vendidos en librerías como Gandhi o El Sótano. De ahí que prácticamente ningún autore oaxaqueñe sea vendido o conocido. No ha surgido todavía una obra que conecte antes con un fandom y que esta conexión culmine con la publicación de la obra. Como tampoco ha sucedido que una obra reciente conecte con suficientes lectores para generar un fandom alrededor.
Muy probablemente la literatura escrita en Oaxaca por sí sola no logre tener un impacto tan contundente en sus lectores por el simple hecho de que compite con toda la industria del entretenimiento. Es decir, es mucho más sencillo que cualquier oaxaqueño termine siendo fan de Rosalía que de Antonio Pacheco o Liana Pacheco y con ello la inversión de tiempo y dinero quedan en el mainstream.
Ya no importa la calidad del arte, ahora importa la cantidad de fans o seguidores.
Ya no importa tener un libro, ahora importa tener un podcast con millones de reproducciones.
Ya no importan los lectores, ahora importa tener fanáticos.
Ya no importa escribir, ahora importa generar contenido.