ZAGREO YACO*
Nunca han faltado pueblos que se peleen por el agua de un río. La biblia rememora un pasaje en el cual galaaitas y eufrateos pelearon por una franja del Río Jordán. Al final de la contienda los vencedores galaaitas idearon una forma de descubrir a sus enemigos infiltrados: hacer que pronunciaran la palabra Shibboleth. Los eufrateos no poseían el sonido “sh” en su lengua, por lo que pronunciaban Sibboleth.
De origen hebreo, la palabra Shibboleth significa espiga. Una bellísima palabra que dictó la muerte a más de cuarenta y dos mil eufrátidas en las riberas del Jordán.
Miles de años y kilómetros después de la antigua ciudad de Galaad y del Jordán. Estamos en La Verde Antequera y en lo que fue el río Atoyac se encuentra un enorme pila de basura. Los corridos no paran de sonar. Entre las voces se pueden escuchar ciertas frases: “Ora pues, qué vamos a hacer pues”. “Pues ya te dije”. “Apúrale pues”: “Pues tú decide”. “Pues no sé”.
El “pues” es el Shibboleth del Valle. No me atrevo a decir que de todo Oaxaca porque faltaría a los lingüistas expertos de cada región. Pero en el Valle el “pues” reina como si se tratara de la joya más común del español oaxaqueño.
La palabra “pues” es una conjunción que tiene entre sus funciones importantes la de concluir un razonamiento, introducir una justificación o indicar una actitud de conformidad o resignación. Desde esa perspectiva sería muy fácil decir que los oaxas del Valle son conformistas, resignados que se la pasan justificando. No lo creo al cien por ciento porque los alcances de una palabra en la realidad de una sociedad son más que una etiqueta para flagelarse.
Ese mismo “pues” que apunta a la cara de los oaxaqueños es una de tantas pruebas tangibles de la vitalidad y particularidad de nuestro español. El otro lado del “pues” está construido por una sociedad llena de lazos, cohesión, pertenencia e identidad.
La repetición lapidaria del vallisto “pues” es una pregunta sobre nuestra identidad. Sobre cómo los oaxaqueños han construido un entramado simbólico a partir de un lenguaje vigente y común a cualquier estrato social. Porque el “pues” resuena lo mismo en Nuño del Mercado que en Macedonio Alcalá.
Hay momentos en que el “pues” se desprende de sus amarras gramaticales y se convierte en un apretón de manos que cierra un trato: “órale pues, ahí estamos pues, cuando se ofrezca ya sabe”. El “pues” oaxaqueño es un abrazo fraterno que va desde la ferretería hasta la señora de las empanadas en 20 de Noviembre. “Le voy a quedar a deber tres pesos. Pues ya qué”.
Así como los eufrátidas fueron degollados por no pronunciar correctamente Shibboleth. En los tiempos de gentrificación que corren. Propongo que el precio de las rentas se decida por el uso de la palabra “pues”. Y que el dinero que corra no sea el de los locales, si no de quienes desconocen las costumbres en el reino del “pues”.