Cuando la música lo exige, es necesario escribir.
Compa, temprano fui a la papelería por el libro de Sandro Cohen, Redacción sin dolor; había que estar preparado, dije, uno nunca sabe cuándo se requiere la letra para enderezar el sentimiento.
Este mediodía San Martín, lo conoces, estaba con su sol intenso, que hace relucir la figura de Monte Albán. El sitio de las piedras antiguas. Por acá pasaste, ¿recuerdas? Llegaste a casa con Vicentito y Camila, luz de tus ojos.
Te cuento rápido: por salir a prisa de casa agarré lo que salió a la mano, la camiseta con tus personajes, ¿la recuerdas? Aquella con que celebraste el inicio de tu galería, Escafandra; uno nunca sabe nada, las letras saben más que uno, componen aquello que no tiene palabras.
Tiene razón Sandro, la escritura implica un viaje. Acá me tienes frente a la máquina, puro pasado. Y pesares, hartos. Intento hacerte compañía en esta hora de tu viaje; tú acompañaste a E, cuando una resaca mal curada me tumbó a medio Restaurante Continental; puro trago somos. En el hospital, cuando abrí los ojos, estabas ahí, y el suero en mi brazo, y E. Y las ganas de escribir la columna, Escafandra.
Descansa, dijiste.
Ahora que lo recuerdo, compa, de tantas historias ya ni sé cuándo nos topamos por primera vez. ¿Cuándo sería? Soy remalo para las fechas, el pasado. Tal vez en alguna lectura; quizá en alguna cantina o con amigos comunes, los borrachos tienen tantos amigos de muchos amigos.
En el patio cantan los pájaros, ¿te despiden?
Conociste la casa.
¿Ya habías llegado de Cuba? El otro día encontré en la biblioteca esa plaqueta con que celebraste poesía y pintura, Adiós a la Habana.
Puras escrituras pasadas se vuelve uno, ¿te digo algo? Quisiera ser clarividente, ver el futuro y escribir sobre eso, tocar al lector futuro.
Compa, te sorprendías como un niño cuando de cualquier cosa sacaba las letras. ¿Cómo le haces? Me decías.
Ahora hace frío, afuera está el sol, y los pájaros, su canto.
De las tantas borracheras que corrimos juntos, allá en la Séptima. Capillita del 3 de Mayo, Radio Totopo. ¿Recuerdas la casa frente a tu casa? donde vendías cervezas. Un día en la Séptima me dijiste: que nunca se acabe la vida.
Se llena la gente de recuerdos. Un día pasé a tu casa, ¿dónde vamos? dijiste. A ver a unos amigos, te dije. ¿Dónde? preguntaste. Aquí nomás, cerquita, en Puerto Escondido.
En el carro tomamos cerveza, y mezcal. Escuchamos a Juan Luis Guerra. ¿Qué año era? No lo recuerdo, las letras no son tan memoriosas como uno supondría.
Agarramos fiesta. Al llegar nos recibieron los compas, alberca y barra bien surtida; y el mar, tanto mar. ¿Por qué los juchitecos no aman el mar? Son muy pegados a su tierra. Eras vago, de que eras vago eras vago.
Fiesta grande, hermano, frente al mar.
Beber mezcal junto al océano, oler las olas, el paso de la luna montada sobre corrientes marinas. Beber más, y más. Luego, de regreso a Juchitán, cuando contaste el viaje, te reías de los tremendos ojotes que pegaba la gente. ¿Puerto Escondido? Sí, decías con orgullo, aquí nomás, cerquita. La pura fiesta.
Una noche de aguacero y cerveza me dijiste así en Bar Jardín: Vamos a la Mártires. ¿Dónde queda eso? Pregunté. Aquí nomás, dijiste, acá cerquita. Antes de entrar a la colonia nos quedamos a beber vino, el gran concierto de sapos nos dejó inmóviles; era junio, el croar brotó de los bordes de la inmensa laguna que formó la lluvia sobre la calle recién pavimentada.
Aguacero duro, chingón; aguacero teco.
Compa, a veces me digo que pierdo tiempo al entrar en tantos y tantos recuerdos; pero no es así. En esta tarde de tu noticia pienso que viene el sentimiento y me amparo en recuerdos y lenguaje, y en la máquina de escribir. ¿Cómo se puede hacer la vida luego de harta amistad? No lo sé, intento averiguarlo.
¿De dónde te llegan tantas letras? decías. Puedo responder en esta hora ingrata: del dolor, hermanito, del dolor. Soito hermano, ya te quité mucho tiempo, andarás muy ocupado con el viaje. Acá le paro, me acordé del Puma, tu amigo. Por ahí lo vas a encontrar.
Libros y plaquetas salen, ahora recuerdo algo que hicimos a Bukowski. El otro día hablé con Neeli Chercovski, ¿lo recuerdas? el biógrafo de Bukowski. Había que hacer algo en Juchitán, ¿para cuándo crees que se pueda hacer algo en Juchitán?
Pasé a decir gracias por la alegría, por la amistad, por el trabajo que hicimos; bien lo sabes, por acá le echo ojo a Vicentito y a Camila. Hasta siempre compa.