ERNESTO REYES
Produce escándalo escuchar los audios revelados por el gobierno de Layda Sansores del famoso “Alito”, Alejandro Moreno Cárdenas, defenestrado dirigente del PRI, quien en cada conversación telefónica embarra más a sus compinches, lanza improperios y exhibe cínicamente trinquetes millonarios, estafa dinero público, esconde propiedades o incluso planea extorsiones.
La gobernadora de Campeche aseguró, al momento de difundir la grabación, que una de las voces correspondería al exmandatario oaxaqueño, José Murat, presidente de la fundación Colosio, quien pocas horas después negó tajantemente esta versión, asegurando que fue fabricada de mala fe. Es “parte de un espectáculo circense y sensacionalista”, aseveró.
En el supuesto episodio, que el viejo Murat desmiente, apelando a que los medios le den oportunidad a defenderse, pero sin presentar denuncia, resulta dañado colateralmente su hijo Alejandro Murat Hinojosa, a quien popularmente se le conoce como “El Cachorro”.
Con este antecedente, cierto o no: ¿Con qué cara se presentará Alejandro Murat, ante la militancia tricolor, para pedirle que lo nombren su candidato para las presidenciales del 2024? Aceptando sin conceder que se le involucra injustamente, está visto que, muchas veces, los mayores heredan sus problemas a sus familiares. De Murat padre, se conocen sus comportamientos inadecuados en el trato con sus ex subordinados y grotescos episodios como el “auto atentado” (“la parabrisas”) en el año 2004. Quienes saben del lenguaje vulgar que por momentos utiliza el veterano político, darían credibilidad a la versión campechana que, primero fue aceptada por los medios, y luego puesta en duda.
Integrante de la nomenclatura mexiquense, donde realizó su carrera antes de integrarse al gabinete ampliado de Enrique Peña Nieto como director del Infonavit y de allí saltar a la gubernatura, Murat Hinojosa sigue “pagando” entrevistas en medios nacionales, como parte de su promoción personal. Solo en una revista famosa, una publicación llega a costar más de 5 millones de pesos. De cualquier modo, el actuar con ligereza de “Alito”, donde involucra a sus “amigos”, tizna cualquier reputación, pues mucha gente no cree en la inocencia de José Murat, el verdadero poder tras el trono oaxaqueño.
En el caso de “El Cachorro”, una vez que ya tiene sucesor, se acelera su declive. Por tanto, estos cinco últimos meses que corren podrían generarle dolores de cabeza para su agonizante administración. Los problemas relacionados con la gobernabilidad pueden agudizarse si, Murat hijo, sigue empeñado en propulsar su carrera y abandonar sus funciones.
Hasta ahora, Alejandro ha llevado de manera tersa la transición con el gobernador electo, Salomón Jara, mostrando abierta disposición para entregar el estado de su administración de forma ordenada y auditable. Comprobar y avalar su veracidad corresponde al que recibe, una vez que asume el poder. Sin embargo, si se quisieran investigar malos manejos o alguna otra irregularidad en el desempeño del priista, existen mecanismos, instituciones y organismos que castigan probables actos de corrupción.
Para temas de cuenta pública, endeudamiento y demás, es vital la actuación del Congreso, en manos de Morena, a fin de que no se tolere la impunidad y se vigile el ejercicio honesto de los dineros públicos. Con dos de los tres poderes del Estado, eventualmente en sus manos, más la fiscalización que ejerza la Federación, el nuevo Ejecutivo tendrá ante sí el reto de garantizar la rendición de cuentas por parte de una administración opaca.
Conforme se apaga su buena suerte, la herencia de los Murat en una entidad con escasa o nula ejecución de obras de gran calado, comienza a ser motivo de la conversación pública. Mucho más si las dos supercarreteras, el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, incluyendo la planta coquizadora de la refinería de Salina Cruz y los caminos artesanales que comunican a cabeceras municipales, tienen el sello financiero de la Cuarta Transformación que encabeza López Obrador, quien ha estado pendiente de que concluyan en tiempo y forma.
Sin algo de qué presumir, salvo obras menudas o presentadas como nuevas, se derrumba el publicitado “modelo Oaxaca” o el “milagro oaxaqueño” de quien afirmaba, eufórico, en su campaña electoral, se iba a hablar mucho en los seis años que ahora están por concluir.
Empeñados en promover su figura, persiguiendo sus muy particulares intereses, los dos Alejandros, “Alito” y “El Cachorro”, parecen cortados por la misma tijera, aunque el primero esté inmerso en un escándalo que lo puede encaminar a prisión ¿y el otro? Una vez que la lumbre se acerca a Peña Nieto: ¿estará poniendo sus barbas a remojar?
@ernestoreyes14