EDUARDO ARAGÓN MIJANGOS*
En el mundo, desde siempre, la energía ha sido de suma importancia para el funcionamiento de los mercados y, por lo tanto, para la acumulación del Capital. Los países con mayor poder económico, político y militar han intentado a toda costa y sin escrúpulos, apoderarse de los recursos naturales que producen energía.
Primero colonizaron y saquearon sin pudor; cuando los pueblos sometidos se revelaron, declararon las “independencias” de estos países, pero nunca dejaron de intervenir y tratar de tener el control de los gobiernos “independientes”, así crearon, guerras civiles, golpes de Estado, dictaduras militares, prensa golpista, etc.; para continuar con el despojo de los recursos naturales.
También hubo intervenciones militares, el mejor ejemplo es todo el mal que los neoliberales han causado en Medio Oriente y África. Además, hay intervenciones “pacíficas”, a través del espionaje ilegal y legal —mediante ONG´s— para obtener información y crear movimientos desestabilizadores. La corrupción es otra ruta, comprando voluntades en los gobiernos para crear un andamiaje jurídico favorable al saqueo y el despojo.
Los neoliberales han cometido todo tipo de atrocidades para apoderarse de los recursos naturales que producen energía. La producción de energías limpias no es la excepción, el mundo capitalista hoy está volteando a verlas, NO porque les interese el medio ambiente, sino porque hay toda una industria de beneficio económico multimillonario detrás.
No es que a Biden, Marko Cortés o a la revista Times —cuando sacó a Greta Thunberg en su portada— les interese el Acuerdo de París, es más bien que las grandes corporaciones del mundo están invirtiendo miles de millones de dólares y quieren que los gobiernos abran sus puertas a la explotación, al despojo.
México no es la excepción, a través de los gobiernos corruptos priístas y panistas, las grandes corporaciones han logrado despojar al país de sus recursos naturales para la explotación comercial de la energía; haré un breve recuento con la intención de mostrar la visión del gobierno, la situación en la que encontró a la CFE, y con ello entender su estrategia energética. Tener los 2 lados de la moneda para que cada uno pueda sacar sus conclusiones y no caer en el discurso simplista impulsado por los intereses neoliberales en el sentido de que AMLO está en contra de las energías limpias y de la inversión porque es viejo y nacionalista.
Todo empezó en 1992 cuando Salinas impulsó una reforma a la Ley del Servicio Público en Electricidad, que permitió la participación de la iniciativa privada en la generación de energía, introduciendo figuras como: Producción independiente de electricidad; Autoabastecimiento; Generación para exportación; e Importación para autoabastecimiento. Las compañías extranjeras fueron las más beneficiadas.
El 10 de octubre de 2009, por decreto presidencial, Felipe Calderón —al no lograr privatizar el petróleo— buscó desaparecer el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), que era el principal obstáculo para la liberalización del sector eléctrico. Extingue Luz y Fuerza del Centro, compañía estatal dedicada a suministrar la energía eléctrica en el centro del país, dando por terminadas las relaciones contractuales con los más de 44 mil trabajadores. No desaparece el sindicato, sino la fuente de trabajo con lo que se pierde la relación laboral.
Basaron la decisión en una supuesta inoperancia técnica de la compañía. La verdadera razón era la intención de privatizar el sector y de pasada dar un golpe mortal a uno de los sindicatos históricamente más combativos y de mayor resistencia frente a las políticas neoliberales.
Viene después la reforma energética de Peña Nieto de 2014, con la que se legaliza el despojo. A base de corromper a funcionarios del ejecutivo y legisladores realizan los cambios normativos que necesitaban. Gracias a esta reforma pueden participar empresas privadas en el proceso de generación de energía eléctrica, situación que como hemos visto ya venía sucediendo, pero tenía muchas limitaciones para los grandes negocios que se querían realizar.
Esto trajo consecuencias nefastas, la primera fue la creación del Mercado Eléctrico Mayorista (MEM), que permite a empresas privadas participar en la generación de electricidad y ofertarla en el mercado, donde usuarios denominados calificados, pueden adquirirla del proveedor que más les convenga. El MEM inició operaciones en enero de 2016.
La CFE se transformó en una Empresa productiva del Estado y participa como una más en el mercado. No se privatizan las redes de transmisión ni de distribución, éstas son operadas con imparcialidad por el organismo autónomo denominado Centro Nacional de Control de Energía (CENACE). El mercado está regulado y supervisado por la Secretaría de Energía y la Comisión Reguladora de Energía (CRE).
Todo esto, en principio no tendría mayor problema, pero como veremos después el problema está oculto.
Continúa…
eduardoaragonm@gmail.com
*El autor es doctorante en Derecho y aspirante independiente a una candidatura a la presidencia municipal de Oaxaca de Juárez.