Desde la tierra de Benito Juárez, Tamayo y Toledo, agosto de 2020.
ESTIMADO MAESTRO GABRIEL OROZCO:
Hay oídos que prefieren no escuchar, ojos que no quieren ver y voces que deciden quedar mudas, optan mejor por la fe, que como bien se dice: es ciega. Con esos dogmas, yo no comulgo.
En nuestro país, usted lo sabe, el abandono, el despojo y el saqueo constante y duradero ha cambiado las creencias y destinos, pero no los corazones de la mayoría de los mexicanos cuya nobleza sigue intacta. Por ejemplo, hoy vemos miles de manos extendidas intentando salvar las vidas de aquellas personas que no tienen la seguridad de un sistema de salud moderno y eficaz porque fue desmantelado, las mismas manos que han quedado exangües o peor aún, inertes, en su afán solidario.
En estos momentos aciagos, considero Gabriel, debemos aclarar nuestras mentes y definir las prioridades: preservar la vida, atender cabalmente la salud de toda la población, acabar con el asesinato cotidiano de mujeres, proporcionar seguridad a la ciudadanía en las calles y en sus hogares, detener el desempleo, educar con calidad a las nuevas generaciones, rescatar del olvido oficial el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Tú lo sabes muy bien.
Por ello me he permitido redactar la presente carta, porque lo anterior sólo se logrará si nuestras voces se escuchan sin ataduras y, por consiguiente, si son tomadas en cuenta.
Gabriel Orozco, nadie puede discutir tus talentos ni los de tu equipo, nadie. Considero sin embargo, que sólo a ti te corresponde, como artista y como hombre honesto, no permitir que la nueva tarea que te han propuesto rompa con el orden constitucional al participar en una obra sin licitación. Precisamente hoy, cuando todos los días vemos exhibidos los escandalosos actos de corrupción de políticos y funcionarios públicos, la omisión de un concurso para la intervención del Bosque de Chapultepec debes reprobarla y exigir, si tanto se desea, que se convoque a un concurso con reglas claras; y estoy seguro que si después de eso participas, tu talento y capacidad serán la diferencia, ganando así dicho proyecto la legitimidad que siempre es necesaria en toda obra. Aparte queda mi sentir personal, como ya expresé, de que en estos momentos el dinero público no debe gastarse sino en las prioridades.
Te corresponde a ti, Gabriel Orozco, igual que a todas las personas sensatas de este país, que le expliquemos a nuestro gobierno que las acciones opacas ya no tienen cabida hoy, y mucho menos ahora cuando las superficiales pueden tener el alto costo de más vidas, la de una persona de limpieza de un hospital, la de un camillero, de una enfermera, un doctor o de cualquiera de nosotros porque faltan medicinas, vacunas o infraestructura médica. Hoy, el dinero público y el trabajo de equipos como los tuyos, de arquitectos e ingenieros, no debe tener otro destino que atender problemas derivados de la catástrofe que nos aqueja; ya vendrán días mejores para levantar torres inimaginables, para construir aeropuertos sobre el mar, para ajardinar grandes espacios. Por favor Gabriel, no te permitas construir banalidades sobre los huesos de los muertos.
Con admiración y respeto
Luis Zárate