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Con el frío de muertos

El hombre arrastra su sombra, sobre el polvo

llegan todas las imágenes,

todas las palabras

Para María Guadalupe Rito Salinas

en el 10 aniversario de su fallecimiento

Campanas

Llora la jacaranda a media calle

en medio de este marzo de viento y recuerdos.

Las calles del barrio la acompañan en su pena.

La sombra del callejón le confirma sus afectos,

solidaria.

llora la jacaranda sus pétalos morados,

color de la Pasión del Señor,

en estos días de Muertos.

Un tañer campana

acaricia la sombra del viejo árbol.

Las moscas contemplan la dicha eterna del bronce

las iluminadas calles del barrio,

la arena de la playa del río donde

un día escribimos

nuestro nombre,

el atrio donde todos cabemos,

la iglesia de Asunción de María.

Perdón y piedad,

los muertos trajeron

un poema-regalo.

Escribo.

Esto no es un poema, dijo Sabines.

Mujeres vestidas con enagua del color

de la Pasión de Jesucristo,

huipiles negros con cintas

de listones negros,

negro sobre negro,

ocupan las sillas

en la sala de la casa

de mis padres.

Elevan sus rezos a un aire cargado de sol y mosquitos.

Tarde de otoño, día de Muertos.

Rezan por el alma de mi hermana muerta, mi hermano.

Vienen de otros rezos, otros muertos, a cumplir con

la finada.

Cargadas de tamales de hoja de plátano y

atole de leche entraron a ocupar su sitio en el rezo.

Casa de mis padres,

espacio del rezo y del incienso,

de la media luz de los cirios,

del pabilo y su mariposa de corcho

que flota eterna en el vaso

con aceite y agua.

Desde los días de la infancia el rezo de las mujeres.

Los espejos cubiertos por mantas blancas en vano

esfuerzo por impedir la reproducción de los cuerpos.

El televisor y la radio desconectados de la corriente

eléctrica para evitar pensamientos de fiesta y alegría.

Sólo el rezo y el incienso en este atardecer sin

en que vino a caer mi vida.

Las mujeres,

desde niñas,

aprenden los rezos.

Mujeres que en otro tiempo fueron jóvenes hoy

lucen ancianas, mujeres que rezan.

Mi hermana rezó por mi padre, por mi madre.

Hoy vienen las vecinas a rezar

por ella en casa de mis padres.

Todo se extingue en esta tierra.

Hasta el ferrocarril,

que parecía eterno,

dejó de pasar a las 7:30.



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