CÉSAR RITO SALINAS
OAXACA, Oax. (sucedióenoaxaca.com).- En los primeros días de noviembre, guiados por gratos olores las almas encuentran el camino de regreso al sitio donde moran amigos y familiares, pan y chocolate no faltan en el altar de Muertos en los valles centrales; esta tradición, año con año, revive con innovaciones tecnológicas y organización de productores a pesar de carencias y rezagos sociales.
Tradición y jóvenes empresarias
En el Jardín Carbajal –calle de Alcalá, Centro-, la panadería Jiménez, con una tradición de más de 150 años establecida en la población de Tlacolula de Matamoros, participa en la Feria del Pan y el Chocolate organizada por el municipio de Oaxaca de Juárez.
Así lo dio a conocer Lisbeth Jiménez Gómez, joven panadera quien informó que para la temporada de Muertos y Navidad utilizan hasta 20 bultos de harina en la producción del pan de Muerto, pan de Marquesote y pan de Mantequilla, “la buena venta fomenta la tradición”.
La joven empresaria explicó que desde hace dos años participan en esta feria, primero a invitación del municipio a los locatarios del mercado de Tlacolula y, en este año, por iniciativa de los propios panaderos que solicitaron espacio a las autoridades de la ciudad.
Una carita de harina pintada en tonos vivos destaca en la superficie pulida del pan, “la carita recibe con rostro feliz a las almas, en el altar de Muertos, es la encargada de dar la bienvenida al hogar en la madrugada de noviembre de la celebración”.
Desde el miércoles 29 de octubre hasta el domingo 3 de noviembre la Feria del Pan y el chocolate ofrece productos de las distintas regiones de Oaxaca, en el Centro de la ciudad, que se utilizan para elaborar en el tradicional Altar de Muertos en domicilios particulares y edificios públicos.
Bicimolino: innovando la tradición
Las tradiciones populares son tiempo y quehaceres del pueblo, expresión de un modo de enfrentar carencias y necesidades, hacer la vida a partir de resistencia e ingenio.
Para los integrantes de La Auténtica Chocolatería, que cuenta con ocho productores originarios de San Mateo Piñas, en la región de la Costa, innovar es parte importante de la tradición.
Para desplazar la molienda a los distintos sitios que no cuentan con energía eléctrica diseñaron el Bicimolino, un ingenioso aditamento movido por tracción humana, montado sobre la estructura de una bicicleta.
Para Daniel Marino García, cooperativista de la Chocolatería, organización e ingenio son indispensables para conservar las tradiciones y superar rezagos.
En la región de la Costa, mencionó, existen poblaciones que no cuentan con energía eléctrica, son sitios donde hay necesidad de un molino para preparar el chocolate y hacer su altar a los difuntos.
La tradición obliga a recibir a los muertos con olores, dijo el productor, nos vemos obligados a continuar con nuestras costumbres, buscamos la forma para ofrecer el aroma del chocolate a nuestros difuntos y guiarlos con el olor hasta nuestra casa.