En la realpolitk, a 51 años de distancia, se puede concluir, y aún de manera provisional, que en 1968 hubo cuando menos cinco 68:
1.- El 68 de los estudiantes que salieron a la calle, en masa, a protestar contra la represión y el autoritarismo, sólo contra eso, y con un pliego petitorio de resistencia. La protesta comenzó el 22 de julio y terminó el 2 de octubre; de Tlatelolco al levantamiento de la huelga en diciembre fue sólo el reconocimiento de la derrota.
2.- El 68 del sistema político priísta que encontró en los jaloneos del gobierno de Díaz Ordaz con los estudiantes en las calles un espacio para el realineamiento de personas y grupos rumbo a la sucesión presidencial de 1970 que se definió en 1969 a favor de Luis Echeverría Alvarez, el secretario de Gobernación que capitalizó el movimiento a su favor. El priísmo progresista prefirió esconderse y esperar el año de 1971.
3.- El 68 de las varias oposiciones legales y radicales a la izquierda y la derecha, también sometidas a los jaloneos por la candidatura presidencial. Con Díaz Ordaz terminaba el largo ciclo autoritario iniciado en 1952. El PAN jugó a la institucionalidad y resultó cómplice de los represores y de los sectores duros del PRI. El Partido Comunista Mexicano, cuya Juventud Comunista fue pivote del movimiento, ganó sentarse junto al PRI en el congreso; en 1977 el presidente López Portillo le ofreció el registro legal al PCM para sacarlo de la semiclandestinidad y sobre todo para que no apoyara más a la guerrilla.
4.- El 68 de los analistas interesados en construir una narrativa ideal de lo que pudo haber sido el movimiento y no fue. Fueron los grupos intelectuales universitarios que no pasaron de los abajofirmantes de decena de desplegados de apoyo y cero construcciones de modelos analíticos y menos alguna propuesta de transformación sistémica. Muchos de esos intelectuales se sumaron al gobierno de Echeverría. Y esos intelectuales universitarios callaron ante la renuncia forzada del rector priísta Javier Barrios Sierra, eludieron la propuesta radical de Pablo González Casanova y se acomodaron con las rectorías de priístas controlados desde Los Pinos.
5.- Y el 68 que siempre quiso ser…, pero no fue, el movimiento que quiere hoy ponerse como el impulsor de reformas democratizadoras y el que ha pasado a la nube cibernética de la historia nacional donde se localizan los altares a los simbolismos sistémicos.
A la luz de un análisis realista, todos los indicios conducen a la certeza de que el único ganador del 68 fue nada más y nada menos que… el sistema político priísta, el PRI, el régimen de la Revolución que no dudó en cargar otro expediente de represión para evitar la democratización y mantener el poder, el dinosaurio que estaba ahí cuando todos despertábamos la mañana del 3 de octubre cuando, diría Rosario Castellanos, los empleados barrían la plaza de Tlatelolco.
Por ello se puede concluir que el proceso de democratización que llevó a tres elecciones ganadas por la oposición no respondió a un 68 estudiantil sin propuestas de reformas y sí al proceso autopoiético de autorreformas del propio sistema y sus élites jurásicas, tomando como parte del sistema al PAN, al PCM en la legalidad, al PRD de priístas y a Morena como el partido-escoba o atrapalotodo que barre para sí a cualquier priísta que quiera entrar al poder.
En este sentido, el sistema priísta fue capaz de pasar de un régimen cerrado en el PRI histórico a un régimen de asimilación de grupos opositores, pero dentro de la estructura priísta. El de Fox y Calderón fue el PAN que apoyó al régimen priísta durante los meses del movimiento y contribuyó a blindar al Congreso de esas interferencias socialistas de ruptura marxista que estaban como ácaros políticos e ideológicos dentro del movimiento estudiantil, sin capacidad de decisión o de definición y sí con fuerza suficiente como para incomodar.
Y ahora el partido Morena encara el espejo de sus propias contradicciones en las imágenes multiplicadas de Manuel Bartlett Díaz y Porfirio Muñoz Ledo como los Dinos del sistema priísta hoy eje de definición de Morena, acompañado de muchos otros priístas que sin rubor se pasaron del PRI al partido Morena para confirmar que vivir fuera del presupuesto es vivir en el error. Al final de cuentas, el proyecto nacional de Morena es la esencia del populismo de la Revolución Mexicana que elevó a nivel de categoría politológica Arnaldo Córdova en su libro La ideología de la Revolución Mexicana. La formación del nuevo régimen (1972) y que fue reconstruido por el populismo posterior al 68 por Echeverría y López Portillo.
El 68 fue una victoria priísta, porque la izquierda entonces era priísta y el PCM marxista entendió –en sus tesis del Comité Central– que las revoluciones no las hacen los estudiantes sino los obreros. Por eso el PCM saltó sobre las represiones policiacas contra estudiantes y guerrilleros para lograr un registro legal que fue a dar a las manos de los priístas cardenistas para fundar el PRD.
Al final, el 68 fue engullido por el PRI como PRI, PAN, PRD y Morena como espacios políticos e ideológicos del PRI.
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Política para dummies: La política es lo que todos dicen que no es, pero que al final es lo que es.
@carlosramirezh
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