JOSUÉ SALVADOR VÁSQUEZ ARELLANES
El Menú
Tres Rostros | Chicuarotes | Annabelle 3: Viene a Casa
⋆ ⋆ ⋆ ⋆ ⋆ Deje todo y corra a verla
⋆ ⋆ ⋆ ⋆ No se la pierda
⋆ ⋆ ⋆ Vale la pena
⋆ ⋆ Puede verla
⋆ No se moleste
•Evítela como la plaga
El Entremés
⋆ ⋆ ⋆ Vale la pena
Tomando en cuenta que Irán es un país con gobierno teocrático donde la libertad de expresión, reunión, de culto o de información es nula, Tres Rostros del Jafar Panahi, se erige no sólo como una película clandestina dentro del régimen, sino como un vehículo para darle voz a los que no la tienen, disfrazando la realidad de ficción tal y como lo hizo en Taxi Teheran (2015) y otros trabajos previos, desde hace 10 años que le fue prohibido hacer cine en su propio país.
El rostro de un país es su gente, y en Tres Rostros Panahi vemos los de Marziyeh, Behnaz Jafari y Shahrzad, una traída de mujeres que retratan la realidad de Irán donde la actuación ejercida por una mujer en ese país es una moneda con tres caras: ser motivo de deshonra familiar y de un mal ejemplo moral para las demás mujeres jóvenes en el caso de Marziyeh, una chica que desea ser actriz pero al mismo tiempo tiene un matrimonio arreglado por su familia; ser una mujer reconocida, admirada y respetada, como le sucede a Behnaz Jafari (quien en la vida real es una actriz muy famosa en Irán); o ser totalmente confinada al desprecio y al olvido, como le sucede a Shahrzad, una actriz veterana que literalmente ya ha cavado su tumba y que vive como paria en la periferia de la aldea, aunque a ella no le importa mucho y se entrega a los placeres de la pintura.
Detonado por un video de Marziyeh grabado desde un celular donde amenaza con suicidarse, y enviado a Behnaz Jafari por considerarla la única persona que podría entender y ayudarla con su meta de ser actriz, el asunto de la actuación se convierte figurada y tácitamente en un acto de vida o muerte, o peor aún, un acto de muerte en vida; algo que harán que Behnaz Jafari y Jafar Panahi (actuando como un director de cine llamado Jafar Panahi), comiencen un viaje a la aldea de Marziyeh donde se evidencia lo abandonados que viven en ese lugar donde es más importante los cortes de luz y agua, saber las reglas para cruzar el camino estrecho, o si un toro semental podrá inseminar a una larga fila de vacas durante la feria, o el destino que puede tener un prepucio (estos dos últimos símbolos falocéntricos) que los sueños de una muchachita que busca estudiar para actriz y que además viola y ofende las tradición moral de la población.
Entre una especie de road movie y un trhriller policíaco, Tres Rostros emplea planos fijos y prolongados ya sea al interior del auto en el que viajan (que nos permite ver conversaciones íntimas como acciones exteriores) y que junto con escenas a lo largo de la aldea, posicionan al espectador como un observador no participante de la acción, en el que se evidencia una realidad antropológica donde realidad y ficción parecen lo mismo y donde esos tres rostros reflejan la falta de libertad de un director, una aldea, una nación, presos de su propio país donde hay más antenas parabólicas que un solo doctor. Así, la última escena montada en un solo plano fijo y prolongado desde el interior del auto, nos muestra a Behnaz Jafari atravesando por propio pie el camino angosto y masculinizado de aquel lugar, y para grata sorpresa, atenta para dar la mano y sororidad a otra mujer.
El Plato Fuerte
⋆ ⋆ ⋆ Vale la pena
Chicuarotes inicia con la secuencia de los payasitos en el microbús, que después de su número muy mal actuado, piden una cooperación al público pasajero:
— Buenas tardes señoras y señores, como pueden ver nosotros no somos grandes artistas, ni mucho menos grandes comediantes, pero preferimos hacer este tipo de cosas que andar de malandros, de malvivientes, quitándoles sus pertenencias, robándoles su dinero; pues venimos arrancarles una sonrisa en lugar de sacarles un susto esperando que nos puedan apoyar con una monedita que no afecte su economía, ya sea, un peso… ¿no?
Después de no juntar ni un puto peso y quejarse de que la gente es bien pinche agarrada, los dos payazotes cambian de estrategia al momento en que el primero desenfunda una pistola:
— A ver hijos de su puta madre, se los dijimos por las buenas no quisieron, ahora se chingan pinches ojetes, a ver, tú carnal echále, a ver, todo échenlo acá, todo échalo acá de este lado —toma una bolsa de mandado de una de las pasajeras de la micro— todo, todo, todo lo que traigan, lo que traigan, vas cabrón, ayúdame, vas, tú síguele manejando carnal —al microbusero— tú síguele manejando, aquí no pasa nada, tú síguele carnal, tú síguele; de éste lado pinche madre, de este lado te están… jala todo, jala todo chingada madre, acá acá este hijo de su pinche madre; órale. Tú síguele, tú síguele, tú síguele, vete orillando, vete orillando, vete orillando, vete orillando carnal, tu vete orillando poco a poco carnal, eso, eso, ahora sí ya nos bajamos, por aquí nos bajamos, eso chinga. Pues señoras y señores, espero que les haya gustado el chow, ahí se chingan un bolillito pal susto…
En dos minutos y medio Gael García Bernal nos presenta a sus dos protagonistas, Cagalera (Benny Emmanuel) y Moloteco (Gabriel Carbajal), y junto con un cover de I Fought the Law de The Clash cantando en náhuatl por Natalia Lafourcade (escuchar aquí), nos mete de lleno al mundo y día a día de estos dos Chicuarotes de San Gregorio Atlapulco en Xochimilco, Ciudad de México, quienes a manera de metáfora anfibia como el misma Gael ha declarado, serán como una especia de axolotls que muy difícilmente podrán sobrevivir pues su habitad ya está muy contaminado.
Con algunos planos secuencia y una cámara inversiva en mano que no le teme a los primeros planos (véase la toma debajo del féretro), Chicuarotes comienza a hurgar poco a poco en esta laguna ya casi convertida en pantano, los diferentes anfibios que poblaran este caudal turbio donde muy difícilmente podría florecer algo. Ni bien llegando a su casa del Cagalera, conocemos al Baturro, un padre (nieto de Belisario Domínguez según dice) que se la pasa en la pulquería y añorando sus mozos tiempos cuando conoció a la vedette Olga Briskin; a Tonchi, la clásica madre abnegada que aguanta las borracheras y golpes del marido (aunque no por siempre), teniendo que cocinar un guajolote en plena madrugada; a la hermana del Cagalera que comienza a querer tener novio ante los celos de su hermano protector; a Víctor el hermano homosexual que se la pasa leyendo Un hilito de sangre, escuchando música jalisciense como El son de la Negra (“eso si es música”) mientras se masturba a escondidas con revistas. También conocemos a Sugheili, el interés romántico del Cagalera, quien trabaja en una estética y con la que quiere salir de este pueblo; indicando todo esto que Moloteco es un ser solitario, sino es que huérfano, por lo que todo el tiempo anda pegado con el Cagalera. Todo esto sin olvidar la mención de un doctor Reyes que acepta como pago un perro (¿?), sí un perro.
Gael García Bernal trata de recrear la complejidad de este lugar incluyendo cada vez a más personajes y subtramas que hacen de Chicuarotes una fiesta barroca de la miseria, regalándonos momentos tan cómicos de humor ácido como el de El Planchado, que por evitar a la cárcel tendrá que pagar con cuerpomático a dos agentes que imponen todo el sobre-peso de la ley; o escenas tan crudas como cuando Tonchi decide darse un último encerrón con el Baturro quien terminará ahogado en alcohol (véase cómo le preparan su trago en un pepsilindro) renegando de sus hijos plagazos y de tener una mujer mula mientras en la TV vemos 31 minutos. A todo esto se suma un secuestro y un carnicero que pretendiendo ser la voz moral de la comunidad, quien querrá hacer justicia por propia mano incitando al linchamiento que alentarán la inclusión de oootro personaje, Chilamil (Daniel Giménez Cacho) quien servirá para darle un pequeño giro de tuercas al final de la historia que logra mantener la tensión, y que no buscará la redención de nuestros protagonistas, sino todo lo contrario, insistirá en que la realidad es tan compleja y cruel que es difícil que haya héroes sino sólo simples sobrevivientes, donde todo es válido con tal de no ahogarse en el fango.
Pese a que Chicuarotes podría tener algunos huecos de guion e irregularidades en el tono (algo adrede que se puede disfrutar en cierta medida, pues la realidad social no es plana ni uniforme), mantiene la atención de un espectador que por momentos se ríe y por lapsos se conmociona, logrando recrear todo un universo hasta en sus mínimos detalles (como los dichosos Chocoyos), sostenida por la actuación tanto de Benny Emmanuel (Premio Ariel 2019 a la Mejor Revelación Actoral) como de Leidi Gutiérrez quienes, que al igual que Tonatiu y Citlalli, dos axolotls dentro de su pecera que vemos en la película, parecen no poder moverse de donde están.
El Postre
⋆ No se moleste
Bajo la idea de que es mejor mantener ubicuo al espíritu maligno que habita en Annabelle, a que ande suelto por saber quién sabe dónde, los Warren deciden llevarse a la muñeca a su casa y resguardarla en la habitación donde tiene un montón de objetos malditos. El camino a casa se vuelve un tanto tenebroso y de mal agüero, lleno de neblina y de apariciones, pero aun así la pareja paranormal más favorita de América la logra encerrar en una vitrina de cristal esperando que el letrero de “no abrir bajo ninguna circunstancia”, surja efecto.
Un año después nos enteramos que la hija de los Warren, Judy, también ve gente muerta (eso ya se ha visto) y que al ser hija de demonólogos es víctima de bullying y marginalismo en su escuela. Los Warren no duran ni 20 minutos en pantalla, tras el pretexto de que tienen que ir a cazar algún demonio, dejan a su amada hija con la niñera (clásica rubia virginal) Mary Ellen, quien no podrá evitar que su precoz e inquieta amiga de cabello oscuro, Daniela, hurgue en la casa haciendo que Annabelle escape.
El por qué Daniela coquetea con los espíritus del más allá, se justifica con la historia trágica que hacen que busque contactar al espíritu de su padre, además que será el personaje que nos permitirá conocer varios de los objetos malditos que resguardan los Warren y que con Annbelle libre recobran forma y fuerza: un vestido de novia, un hombre lobo, un televisor que ve el futuro inmediato, un amuleto que invoca espíritus, un chimpancé macabro, unos muertos con monedas en los ojos, un juego Feeley – Meeley versión oscura, y hasta un demonio con cuernos y todo.
Como es de esperase, todo se da en la una casa que hace que puertas, llaves, cerraduras y escaleras se vuelvan los resortes que muevan la dinámica de esta historia, donde obviamente habrá jumpscare tanto de aparición súbita como de sonido abrupto, que aderezadas de apariciones, desaprisiones y un par de rutinas cómicas, mantienen más o menos a flote este barco que perdió el rumbo desde sus spin offs de La Monja y La Llorona. Y es que cuando justo Annabelle 3: Viene a casa (yea yea la muñeca fea…) comienza a cobrar interés, es cuando el conflicto se resuelve de una manera tan fácil y de facto, que aunado a un final edulcorado (Judy logrando hacer amigos de la noche a la mañana), hacen que Vacaciones de terror sea mucho más tenebrosa. Imagínese nomás.
*Cinefágo: El que tiene el hábito de comer y devorar cine.
#NosVemosEnElCine