Una revisión de los medios españoles con miras a las elecciones generales del 28 de abril arrojó en los últimos días informaciones interesantes: el presidente socialista Pedro Sánchez está utilizando las estructuras de la presidencia a favor del PSOE y en contra de la oposición. No será la primera vez ni la ultima, pero sí llama la atención que una democracia madura y consolidada como la española sufra de tentaciones de utilización del poder a favor del grupo en la presidencia.
La primera referencia desde México es la que recuerda que en los tiempos de la presidencia de Felipe González hubo alguna misión del PSOE para estudiar los secretos del PRI para permanecer en el poder. Nacido en 1929 como Partido Nacional Revolucionario y reformado como Partido de la Revolución Mexicana, el PRI comenzó en 1947, gobernó en directo hasta el 2000, cogobernó desde el parlamento con el conservador PAN 2000-2012, hizo el milagro de regresar a la presidencia en el 2012 y en el 2018 fue aplastado por López Obrador y Morena.
A pesar de sus derrotas, el PRI tiene una doble aspiración: sobrevivir y reconstruirse para tomar otra vez la presidencia en el 2024 o en el 2030 o algún día o ser el partido bisagra de Morena para cogobernar desde la minoría. Como en México no hay nada escrito, aquí se dejan sólo los indicios que se perciben en el ambiente de los actuales acuerdos políticos de sobrevivencia.
El PRI siempre ha sido visto como un fenómeno político, en la doble acepción: fenomenología filosófica y/o como un aparato contrahecho de poder tipo Frankenstein que ha logrado vivir después de sus creadores. Allá por 1975 Santiago Carrillo conversó con el entonces líder del PRI, el historiador Jesús Reyes Heroles, y sugirió que el PRI debería encabeza una transición a la democracia como la española. Luego, años después, vinieron a México estrategas del PSOE para estudiar al PRI, uno supondría que con ganas de reproducir en España una estructura partidista que rompiera las oscilaciones parlamentarias. Nunca se supieron qué enseñanzas se llevaron, pero las notas sobre el uso del poder para su partido en tiempos electorales por parte del presidente Sánchez recuerda los modos políticos del PRI.
Lo más lógico es decir que el PRI es irrepetible porque fue producto de condiciones históricas y políticas muy precisas que sólo se han dado –y no todas– en países salidos de una revolución. Del PRI llaman la atención varias cosas: su estructura de partido, sus liderazgos presidenciales sexenales, su facilidad para usar las estructuras de poder y del gobierno a su favor y si su inmoribilidad –que no inmortalidad– en casi un siglo, dentro y fuera del poder.
El PRI es irrepetible por varias cosas:
1.- Nació desde el Estado y con la fuerza de los funcionarios del Estado.
2.- Se apropió de la ideología histórica de las tres fases de Estado: independencia, la reforma liberal de mediados de siglo y la revolución. La historia como ideología oficial le pertenece –bueno: pertenecía–al PRI.
3.- El PRI se convirtió en un partido-sistema en el modelo de David Easton (1953): una caja negra en cuyo seno se distribuían de manera autoritaria valores y beneficios. Toda la política se atendía y resolvía dentro del PRI, toda la economía, todas las demandas sociales. Todo, absolutamente todo, estaba dentro del PRI.
4.- La fuerza central del partido-sistema ha sido el PRI. Los presidentes han sido dictadores sexenales, absolutistas perentorios para evitar dictadores perpetuos. El presidente saliente siempre escogía como sucesor al más leal, pero en el poder el nuevo le debía lealtad sólo a su partido… y así sucesivamente. La ruptura sexenal en las élites impidió caudillismos eternos. El propio Cárdenas fue desdeñado apenas dejando la presidencia.
5.- La estructura interna del PRI esa la misma del Estado; éste había sido el secreto de la fuerza del partido. Los sindicatos, organizaciones campesinas y grupos populares del PRI estaban en estructuras de funcionamiento del Estado. Por eso el PRI fue el Partido-Estado, el PRI-gobierno. Todo el gobierno era el PRI y todo el PRI era el gobierno. El PRI se apropió de la ideología oficial y de los colores de la bandera, lo que el presidente López Portillo llamó de manera cáustica “democracia cromática”: los pobres y analfabetas votaban por el PRIO porque era la bandera y la patria.
Estos cinco perfiles de funcionamiento del PRI sólo se han repetido en las dictaduras comunistas y en las dinastías chinas, no en las democracias. Por eso creo que los intentos del presidente Sánchez de usar estructuras del gobierno para su partido no serán eficaces, contaminarán el proceso democrático y sólo desgastarán al PSOE. Funcionarios del gobierno pueden hacer campaña por su partido dentro de las reglas parlamentarias, pero las estructuras no serán las mismas.
Si en algún momento los sindicatos, las organizaciones empresariales y los movimientos populares españoles se meten al PSOE y al mismo tiempo se configuran en estructuras del Estado, entonces sí pondría hablarse de un PRISOE o partido-sistema y sólo podríamos decirles a los españoles, quienes estamos padeciendo el PRI desde hace tres generaciones, que tengan suerte. Pero como sólo se trata de uso coyuntural y tramposo, entonces la izquierda estará perdiendo calidad democrática.
Y además, hay que recordarlo, hubo un tiempo en España en que las estructuras de partido y las estructuras de gobierno eran las mismas y los resultados políticos profundizaron las contradicciones en gobierno y partido. En México la academia politológica nos debe análisis sobre referentes mutuos entre franquismo y priísmo como sistemas políticos y de poder.