HUGUETE CUEVAS
GUADALAJARA, Jalisco (sucedióenoaxaca.com).- Hace casi 13 años ondeaba su bandera roja en el zócalo de la capital oaxaqueña mientras entonaba el himno “Venceremos”.
Hace diez años, Acelo Ruiz trabajaba modestamente en una empresa periodística en la ciudad de Oaxaca, a la par que diseñaba playeras para una marca que pretendía hacer vestimenta turística. Su objetivo: juntar la mayor cantidad de dinero para irse a estudiar cine en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), en la Ciudad de México, donde ya había iniciado su proceso de admisión.
El joven, admirador del director de cine Costa-Gavras, del realizador italiano Gillo Pontecorvo y del mexicano Felipe Cazals, quizá no se imaginaría que ahora, su opera prima Oblatos, el vuelo que surcó la noche, sería presentada con gran éxito en la Feria Internacional de Cine de Guadalajara (FICG), obteniendo el “Premio del Público” en dicho encuentro cinematográfico, además de hacerse acreedora a una Mención Especial del Premio “Mezcal” a Mejor Director.
El documental narra la fuga de seis ex guerrilleros pertenecientes a la Liga 23 de Septiembre y se enfoca en dos personajes particulares: “El Guaymas” y “Toño”, ambos sobrevivientes de la Guerra Sucia y recluidos en la Penitenciaria de Oblatos, Guadalajara, hasta el 22 de enero de 1976, fecha en la que lograron escapar a través de una compleja operación militar que dejó perplejas a las corporaciones policiacas.
Para Acelo, quien se define a sí mismo como “moneasta y cinero”, conceptos que surgen básicamente de un juego de palabras que sintetizan perfectamente los dos oficios que ejerce: el de monero y el de cineasta, ésta era una historia que debía contarse, pues insiste en que las nuevas generaciones tienen el derecho a saber qué fue lo que ocurrió.
Destaca que se trata de un largometraje de suspenso, valentía, coraje y sueños. “Estos chavos estuvieron en una sección de máxima seguridad, mientras mataban a sus amigos y sus compañeros, y a pesar de eso decidieron emprender una aventura que parecía imposible, burlar a los más sanguinarios represores del estado”, explica.
Chelo, como también le llaman sus amistades, considera que existen relatos necesarios y oscuros que no deben olvidarse. “La Guerra Sucia es parte de una historia olvidada, yo no sé si de manera deliberada o no, en la historia de este país; mucha gente no sabe que después de la Revolución Mexicana hubieron, y hay movimientos armados que intentan transformar el país, pero sobre todo hubo en los 70, un movimiento armado muy fuerte, era una generación que vio cerradas todas las puertas de participación política y fueron orillados a eso, fueron unos auténticos hijos de su época”, señala.
Pero Acelo Ruiz no sólo habla desde afuera de la burbuja y tampoco niega la cruz de su parroquia: él también cojea del pie izquierdo. Orgulloso admite haber participado y formado parte de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), un conjunto de organizaciones unificadas surgida en el marco del conflicto magisterial y popular del año 2006 que demandaba la caída del ex gobernador Ulises Ruiz Ortiz.
No es difícil imaginarlo, en pleno furor social, bandera roja al hombro y entonando el himno “Venceremos” en el zócalo oaxaqueño, o las canciones del trovador José de Molina, mientras al calor del café y las fogatas, se organizaba la vigilancia en las barricadas. “En el 2006 estábamos tomando las calles, a seis pasos de tomar el poder popular”, recuerda nostálgico.
En ese entonces estudiaba comunicación en una universidad local, y combinaba su rol de estudiante con el de activista casi de tiempo completo. Fue locutor de la radio rebelde Radio Plantón, y participó en asuntos de organización al interior de la APPO.
Fue por esa época que, gracias a la recomendación de uno de sus mejores amigos, Ludwig Villanueva, escuchó por primera vez a quienes se encargarían de la banda sonora de su ahora reconocido documental: El Gabinete. Así que puso en pausa su playlist de cajón, conformada por Real de Catorce, Joaquín Sabina y Jorge Drexler, entre otros, para darle una oportunidad a su nuevo descubrimiento.
“Recuerdo haber escuchado el disco homónimo de El Gabinete y me gustó mucho porque trataba de temas sociales y políticos, y además tenía una música muy linda y elaborada, era muy compleja. Les había perdido la pista, pero hace un año fui a un concierto a escucharlos, y dije: ¡Ellos tienen que hacer el soundtrack de mi peli! Fue una coincidencia cósmica porque vieron la peli y decidieron entrar de forma solidaria haciendo 30 piezas musicales”, recuerda. Lo demás es historia.
Si algo reconoce Ruiz Villanueva es haber estado rodeado de personas generosas y buenas que lo han ayudado a llegar donde está. Asegura también que fue precisamente la época como activista la que le facilitaría después el contacto con los ex guerrilleros hasta ganarse su confianza y lograr que participaran en su proyecto.
Cuenta Ruiz Villanueva que a él y sus compañeros realizadores, así como los protagonistas de la historia, la recepción del público de la FICG los dejó atónitos. “Todas las personas que fueron y que habían vivido esa época quedaron muy contentas con el documental, hay muchos personajes en la película que fueron desaparecidos o asesinados por el gobierno y pues, fueron sus familiares estaban ahí. Al ver la peli reconocieron el homenaje que le habíamos hecho a esa generación de jóvenes que decidieron levantarse en armas para intentar cambiar al país”, narra al tiempo de recordar que aquello estuvo a punto de convertirse en un mitin político.
“Al otro día llenamos el Cine Foro de la UDG, había personas afuera y todo. Lo más interesante es que la película, aparte de ser un momento cinematográfico, se volvió hasta en mitin político porque conectó con las emociones e indignación”, recalca el monero y también Premio Nacional de Periodismo.
“Es lo más padre que le puede pasar a un cineasta, ¿no? Que al público, no a los críticos, no a los programadores, no a los cineastas que estamos ya contaminados de cierto esnobismo, si no que el público conecte con tu película. Eso me parece lo más bonito porque no siempre ocurre”, agrega.
“Estos vatos (los ex guerrilleros) pasaron del discurso a la acción, respaldaron sus pensamientos con acciones y pusieron en medio algo que ya nadie se atreve a arriesgar que, es la vida. Esto es bello pues, pero tampoco es una invitación a nada en concreto, es una reflexión que debe surgir del espectador”, finaliza.
En este momento de su vida, Acelo opina que lo único que puede decir es que se siente privilegiado por poder hacer y vivir de lo que ama, porque para él, una de sus pasiones es ser documentalista, porque, subraya “puedes involucrarte en vidas que no te corresponden, y mostrar desde esta perspectiva, una reflexión sobre la fortaleza de las convicciones ante las adversidades”.
Otros reconocimientos a Oblatos, el vuelo que surcó la noche
Durante su realización Oblatos, el vuelo que surcó la noche, se ha hecho acreedor a algunos premios, entre ellos: El premio a desarrollo otorgado por el Estímulo Gabriel García Márquez para la Creación Cinematográfica en México y Centroamérica; el premio a producción otorgado en el DocuLab 8 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara; el premio otorgado por Estudios Churubusco en la reciente edición del DOCSMX. Fue la única película documental en la selección del Work In Progress Latinoamericano en el Santiago Festival Internacional de Cine.