Tienen un sentido alegórico
y un tono irónico.
LAURO ZAVALA, RELATOS VERTIGINOSOS
El árbol
___ Señoras, por favor.
Los policías no hablan, tienen impedimento legal para hacerlo. Sólo disparan, cuentan con facultades legales para realizarlo. Mascan chicle, sufren almorranas y diabetes, disfunción eréctil. En la investigación confunden todo. Por eso en lugar de abrir la puerta por la manija la agarran a patadas.
El puente
En el puente falleció mi abuelo, un domingo, andaba ebrio, eran las lluvias, el terreno estaba enfangado, oscurecía, en la cuesta el abuelo resbaló y se precipitó de cabeza, eran las fiestas de agosto, veo su sangre en el barro, su cara vuelta al cielo, su rostro que trata de entender lo sucedido, eran las fiestas de la Virgen Asunción de María, el abuelo perdió la vida por no estar junto a un árbol para estirar el brazo, sostenerse, la noche entró cuando inician los relatos, los vecinos fueron a informar a casa, mi madre era muy joven, ante la desgracia sólo atinó a invocar a la virgen.
Las réplicas
Una mujer avienta cohetes al cielo, muy cerca de un río que corre lento, recién pasó el sismo grande que dejó las casas rotas, las réplicas. La mujer encabeza un grupo que sube el camino del cerro, no son más de diez, veinte personas que avanzan bajo la luz que lame la cuesta. En la cabeza de la mujer anda una idea, convencer a los padres de una joven para que acepten por esposo de su hija a un sobrino suyo. Abajo, donde corre el agua sin prisas, palpita la nube de zancudos; arriba, en la cúspide, ladran los perros. Ella, la mujer de los cohetes, pega una fumada al cigarro, entre cierra los ojos mientras el aire caliente agita sus cabellos; el humo que desprende el tabaco besa su rostro, la perlada frente, los labios partidos de resequedad. Acerca el cigarro a la mecha, una nube densa se esparce. El cohete sale veloz de sus manos, entre chispas. Ella levanta la cabeza para observar allá arriba el estallido, sonríe y avanza su camino. Esa tarde los vecinos del barrio escucharán las detonaciones, sabrán que la joven fue pedida en matrimonio.
Relato
Pienso en la forma del barro, la jarra medianamente alta, pienso en la forma que pueden dar las manos, una taza; ambas, tan inofensivas, cuentan con tantos enemigos.
El monstruo
Siempre necesitaremos del monstruo. Para educar, sancionar, poner el ejemplo, recuperar el orden perdido. La derrota ajena es la mejor escuela, la vergüenza. ¿Nunca te mandó tu madre a dejar con la vecina un ladrillo envuelto? La seña funciona como detonante del mundo ejemplar; su silencio, su rostro enorme a paso lento, ese estar en el arrepentimiento. Dentro, fuera, como la imagen en el cristal donde miro.