Para no mamonear. Lo que fueron a decir en la marcha de los mezcaleros a CDMX se resuelve en tres puntos:
- Crear la Universidad del mezcal.
- Dividir la producción mezcalera de Oaxaca por regiones, Tlacolula, Miahuatlán, Ejutla, cada zona tiene características de suelo y altitud que hacen única a la planta del agave.
- Apoyar el surgimiento de una tradición literaria del mezcal, como ya lo tiene el whisky, vino, etc.
Entidades con menos enredos y más tradición en la industria les podrán ganar el mercado a los productores oaxaqueños, ése es el conflicto, dinero, maldito dinero; convierten en “social” una situación industrial, el Estado de México ya se frota las manos.
¿Qué tiene Oaxaca que no tiene Edomex, Morelos, Aguascalientes?
Cultura, tradición,
gente, alma.
Oaxaca cuenta con la tradición cultural, esa “espiritualidad” que hace la diferencia con otros suelos productores de agave; sí, tradición, pero ágrafa.
No hay escritura.
Los industriales de Oaxaca primero le hicieron el feo al mezcal, porque era bebida de ebrios consuetudinarios, teporochos, Banda de los Pies Hinchados, parias. Ahora que el trago se convirtió en Don Mezcal, todos quieren navegar con la bandera de “pobres oaxaqueños” para recibir los beneficios de papá gobierno.
¿Por qué Oaxaca no tiene letras mezcaleras?
Por racista.
El mezcal era, es, trago de pobres, de indios.
La industria, la modernidad, el progreso, cambió las cosas. Una visión “progre” de los consumidores se solidariza con los desvalidos, millones de turistas viajan a Oaxaca para beber mezcal, admirar sus tradiciones.
Mientras, gobierno y empresarios ahí están peleando, con estrategias del siglo pasado, sin darse cuenta de que repiten las formas del racismo.
No habrá nada como oxigenar el ambiente del dinero y la industria, el mezcal, como el poner orden a partir de la academia, la ciencia, el conocimiento y la libre circulación de las ideas. Así habrá menos muertes de los consumidores y más orden en el patio.
Para no mamonear.