Por una cultura bandística, la apuesta de Francisco Javier Vargas Luna
OAXACA, Oax. (sucedióenoaxaca.com).- Originario de Santiago Zoochila, comunidad zapoteca de la Sierra Norte, Francisco Javier Vargas Luna retornó este verano a su tierra luego de haber concluido un diplomado en Estudios Europeos de Clarinete en la Academia de Música del Principado de Mónaco.
Vargas Luna es el cuarto músico invitado por el Instituto Intercultural Calmécac para impartir un curso de saxofón y clarinete en su sede de San Juan del Río, Tlacolula, como parte de su programa académico “Verano con grandes maestros”, que contó en julio con la flautista mixe Concepción Hernández, y el trompetista michoacano Leonardo Sierra.
Como tantas niñas y niños oaxaqueños, el clarinetista de 26 años se inició en la banda de música de su pueblo, como discípulo del maestro Pedro Illescas, y realizó estudios en el Centro de Capacitación Musical y Desarrollo de la Cultura Mixes (CECAM), y en el Centro de Integración Social No. 8 de San Bartolomé Zoogocho.
Posteriormente ingresó a la Facultad de Música de la UNAM, donde concluyó su profesionalización en 2017.
Gracias a una beca que le otorgó la Fondación Turquois, en septiembre de 2017 se embarcó a Mónaco donde estudió hasta junio pasado con la maestra Marie-B BILOTE, clarinetista solista de la Filarmónica de Monte-Carlo. Al final, obtuvo el reconocimiento «Mention très bien avec l’unanimité et félicitations du jury» por su notable desempeño.
Se declara un apasionado de las bandas de música de viento, y entre sus clarinetistas favoritos figuran Luis Cahuzac, Nicolas Balderyu y Paquito d’Rivera.
Cometa que a él no importa el escenario donde se presente, siempre disfruta cada momento, sea en un recital en una sala de conciertos, o en su pueblo, con sus paisanos, tocando sones, fandangos y jarabes.
Entre sus planes se encuentra retornar a Europa a estudiar dirección de banda en el único conservatorio de Francia donde existe esa especialidad, pues su proyecto de vida consiste en trabajar en Oaxaca por la dignificación de las bandas de viento que, enfatiza, deben dejar de ser consideradas agrupaciones de segunda categoría.
“Hace falta que se les tome en cuenta, en todos sus conjuntos: las bandas tradicionales de los pueblos, las bandas de las escuelas de música y la única banda sinfónica que tenemos en Oaxaca, la Banda del Estado, a fin de desarrollar el gran potencial que tienen para educar mejor a nuestra sociedad”, sostiene.
Para llegar al Principado de los Grimaldi, Francisco Javier primero debió audicionar para hacerse de la beca de la Fundación Turquois, luego estudiar duro para aprobar al menos 80 por ciento del idioma francés, además de demostrar buena condición física y emocional para integrarse al grupo de becarios de todo el mundo con quienes compartiría incluso habitación. Y, desde luego, tener aptitudes para las amplias jornadas de trabajo artístico.
Durante su estancia de casi un año en en Mónaco, dice, llegó a sentirse en algún momento como «hijo de familia rica», porque la Fundación le brindó todo lo necesario para sus gastos personales.
Tuvo la posibilidad de viajar y conocer otros países, y de conversar con músicos como el compositor de banda José Rafael Vilaplana Pascual, director titular de las bandas sinfónicas de Barcelona y Bilbao, España, con quien tomó clases.
«Su filosofía y todo tu trabajo hacía las bandas de viento me ha dejado con muchos proyectos para trabajar para mi estado», señala y da la sensación de tener claro su futuro como director de banda sinfónica, su próxima meta.
Comenta que Oaxaca es el estado de México donde mas tradición y bandas de viento y percusión encontramos, pero la música que se escribe para banda no se ha dado a conocer del todo.
«Nuestros compositores cuentan ya con un código tradicional que podemos explotar. Sin embargo, no existen como tal apoyos del Estado hacia ellos. Desde que yo aprendí música, no recuerdo un festival bandístico que impulse y motive de verdad a la gran potencia cultural con la que contamos», expresa.
Y agrega: «Las bandas de viento profesionales del siglo XXI no pueden quedarse atrás de las orquestas sinfónicas, hay mucho repertorio por conocer, existen grandes compositores que ven las potencialidades que ofrece un ensamble como éste; incluso desde el siglo XIX, grandes genios como Stravinsky, Wagner, Berlioz, Saint-Saëns, Copland, Penderecky, solo por mencionar a algunos, han creado música original para banda que nunca se ha tocado en Oaxaca».
Casi para concluir, apunta: «Tenemos un estado de bandas de viento y debemos aprovechar sus potencialidades para el devenir cultural de nuestra sociedad. Hoy en día existen composiciones de Óscar Martínez, Eduardo de Méndez, Eduardo Luna, y muchos más que se han atrevido a explorar con obras cada vez mas complicadas».
Con el empuje de su juventud, pero con la certeza de un músico maduro, afirma que Oaxaca, con su sencillez para aprender, está llamado a proponer su cuota a la cultura bandística del mundo, y está dispuesto a apostar en ello su carrera.
Éste será un tributo a la memoria de Chu Rasgado, Narciso Lico, Dionisio García, Fermín Mesinas, Rito Marcelino Rovirosa, y otros grandes compositores oaxaqueños, concluye.
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