DECIDÍ MORIRME DE HAMBRE / I de VI
Bueno, yo salí de Ixhuatán, a Juchitán, en 1922. La parte dramática de esa despedida, para mí, es la venta de mi caballo en la estación de Reforma a Manuel Algarín, porque significó que yo cortaba el cordón umbilical que me unía a Ixhuatán; derribaba el puente, quemaba las naves, salí para no regresar y ciertamente durante mucho tiempo no regresé. Vender el caballo de un hombre de a caballo significa quedarse a pie, desamparado, el hombre a caballo es dos hombres: él y su caballo, por eso dice la Biblia que no hay hombre cuerdo a caballo. Pues lo dramático de mi partida fue eso, aparte de la pobreza.
He padecido grandes hambres. Me hice fuerte en el momento en que decidí morirme de hambre. Por eso no he robado medio centavo a nadie, por eso no he lavado coches, por eso no me he pintado de payaso, porque decidí no comer ¡A ver qué pasa! me dije, y ¿qué pasó? Siempre hay quien le dé a uno un bocado y siempre hay una mujer que le dé una orillita de su cama. ¡Siempre! y mientras más desamparado más fácilmente lo obtienes, porque en cada mujer hay una mamá.
Soy una autoridad en sobras. He tomado sobras de las cantinas y tengo paradójicamente nostalgia de la pobreza. Ahora que me quedé solo -cuando enviudé- le pedí a mi hija Cibeles que me dejara ir a vivir a un barrio, a una azotea. No me dejó. ¿Por qué se puede tener nostalgia de la pobreza? Porque te hace fuerte. ¡Es legítimo que un hombre luche por dejar de ser pobre; es legítimo, es humano y hay que hacerlo! Pero se puede vivir también sin nada.
He sido un desamparado. El amparo puede ser, si lo he tenido, fugaz, momentáneo. ¿Por qué desamparado? Pues porque la vida es dolor, es milicia que quiere decir trabajo, la vida es milicia dicen las escrituras y el hombre necesita amparo. ¿Amparo de quién? Pues como no lo tiene lo pide a Dios, por eso anda arrodillándose en todas partes. El amparo verdadero lo da la mujer, es la protección. Primero te lo dio tu mamá, el verdadero amparo que da la mamá al niño al nacer, y luego eso se cambia por otra mujer que es mamá, obviamente que va a ser mamá de tus hijos. Pero el hombre siempre ha sido desventurado; eso lo dijo el filósofo francés Blaise Pascal. El hombre es desventurado y necesita olvidar su desventura; por eso toma alcohol, por eso se emborracha, por eso grita, porque es desventurado.
Nota de la redacción: Mañana la parte II