Hay citas que uno establece sin saberlo, hay tiempos que se cumplen y llegan sin agenda ni compromisos.
Mediodía de diciembre en la capital oaxaqueña, la inconfundible melena plateada de Rogelio Cuéllar se deja ver entre la multitud de paseantes que llegan al café del centro histórico, se destaca bajo la luz de la tarde.
-Mira, salí por unos cigarros, de otra forma no te hubiera encontrado– dijo.
Rogelio Cuéllar, el fotógrafo que en el próximo año celebra 50 años de retratar a los mejores escritores latinoamericanos está en Oaxaca.
Es célebre su fotografía de Jorge Luis Borges, bastón en mano, de riguroso traje oscuro, en el mingitorio. También es muy conocida la imagen del nobel mexicano Octavio Paz, rostro de ojos azules.
“Vine a Oaxaca a compartir el taller de fotografía con los alumnos del Centro de las Artes de San Agustín”, dijo a manera de saludo y atajó: “¿puedes pasar a la mesa para presentarte a los alumnos?”
Rogelio Cuéllar, miembro del Sistema Nacional de Creadores, comenta: “el taller que inicié en Oaxaca resultó intenso, hay mucha gente joven, mayor, mujeres, hombres que desean hacer fotografías, retrato, en un principio eran más de veinte cinco”.
En las calles de la ciudad se mueve como un viejo conocido, una sonrisa le ilumina el rostro, camina gentil entre la gente, con la mochila al hombro elige edificios, patios, sitios de la capital oaxaqueña donde deja correr el acierto de su mirada.
Entre las tres cámaras que maneja –la cámara todo el tiempo pegada al pecho, junto a su corazón-, mirada atenta, se da tiempo de escuchar un comentario, la lectura de un poema.
-Hay citas que sin nosotros saberlo, se cumplen –dijo un alegre, juvenil, Rogelio Cuéllar.
“Esta es la luz y este es el tiempo”, dice. Posa la mirada sobre el espacio del Centro Histórico. “Este es el clima que favorece la fotografía”. Sonríe mientras su dedo oprime el obturador.
Sobre la calle de Abasolo, casi con esquina del andador turístico de Alcalá, se escucha el redoble de una banda, una calenda, Rogelio Cuéllar se mantiene alerta, la cámara dispuesta a convertír los sonidos en imágenes.
Pasa la banda, pasa la fiesta, Rogelio Cuéllar acude puntual a la cita del destino, su destino con la luz de Oaxaca.