ZAGREO YACO*
La novela en español más famosa del mundo, El Quijote, ya planteaba el conflicto de la originalidad. Cervantes dice que la historia sobre un anciano enloquecido por los relatos de caballería es la copia de los manuscritos de un autor árabe. Para el Manco de Lepanto esta treta sirvió para eludir la censura y criticar abiertamente la realidad de su tiempo.
La sesión #53 de Shakira y BZRP fue señalada por plagio. Quien se atrevió a tal cosa fue una creadora que se volvió más conocida por atreverse a semejante disparate. En la época del YouTube y de los creadores de contenido, denunciar un plagio y/o una copia ya no tiene nada que ver con evadir la censura; ahora se trata de ganar fama, seguidores o echarle tierra a otro para monetizar y aprovechando el momento.
En nuestra pequeña isla de remordimientos llamada Oaxaca también sabemos estar a la altura de los conflictos más añejos. Recientemente en una comedia de errores, la flamante nueva secretaria de Turismo, de cuyo nombre no quiero acordarme, cayó en la trampa de los inexpertos: pensar que si algo se parece a otra cosa es una copia.
Pienso que una secretaria de Turismo no tendría por qué saber conceptos teóricos o estéticos relativos al tema. No creo que en las mañanas la secretaria amanezca pensando la frontera entre la imitación, la emulación, la inspiración y la copia. Por ende creo que la decisión de revocar un premio por supuesto plagio sin tener pruebas más sólidas que las de una foto es, además de precipitada, carente de todo sustento.
Además del evidente desatino de quitar el premio a la obra ganadora, la decisión del gobierno revela algún par de cosas más, entre ellas que los señores del jurado ejercen la opinión que dicta el funcionario en turno. Puedo entender que una secretaria de Turismo no tenga idea, pero, ¿el jurado? No hubo ahí una voz sensata que dijera: señora secretaria, eso no es un plagio. ¿O estamos de nuevo en los tiempos en que es imposible opinar sin ser señalado?
Otra terrible realidad revelada es la total desprotección en la que viven los creadores y creadoras oaxaqueñas. A quienes con la mano en la cintura puedes señalar de plagiadores porque alguien vio una foto “igualita”. No, así no es. Para demandar el plagio de una obra gráfica, quien denuncia debe demostrar y señalar en fechas, horas y momentos el uso exacto que se le dio a la supuesta obra copiada. De lo contrario sería como denunciar por plagio a todo aquél que use las letras del abecedario para escribir.
La historia del arte está construida sobre las bases de la inspiración y la emulación, de ahí que sea tan complejo y arriesgado señalar un plagio por el simple parecido de una imagen. No hay entramado cultural en el mundo que se haya construido a sí mismo. Es siempre una tensión entre lo propio y lo ajeno lo que consolida aquello que conocemos como original.
Para evitar este tipo de vergüenza a nivel nacional propongo que el siguiente año se haga una maravillosa votación abierta y popular. Esto evitaría que el juicio sobre lo que es bello o no recaiga en un pequeño grupo que no puede defender ni su propia opinión.
*El autor es integrante del Colectivo Cuenteros.