En la noche alguien desprecia la moneda; a la mañana, alguien levanta la moneda despreciada. De una mano a otra mano, en el hecho de la transferencia -el viaje- está el destino. Alcanzo a entender que en el hallazgo no solo se funda la narración -el designio de las divinidades- sino también la Historia. O la fundación de los pueblos, de las religiones. La moneda comenzó con el imperio romano, un gobernante mandó a imprimir su rostro como testimonio del valor de los metales; tiempo después, Constantino, antes de una importante batalla, soñó con un signo que le otorgaba la victoria, la cruz. Obtenido el triunfo, la cruz fue llevada a la moneda como emblema del valor económico. Creo que todavía las infancias juegan al “volado”, cara o cruz. La otra noche, en el piso de la mezcalería encontré una moneda; encuentro que en la mezcalería está la suerte.