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Ramiro González, el «Chico de Harvard», Premio Estatal de la Juventud

RAMIRO GONZÁLEZ / Premio Estatal de la Juventud 2021

Desde hace 18 años, mis padres me inculcaron el valor del trabajo, del esfuerzo y de la lucha diaria en nuestra comunidad para sobrevivir, todos los días mi mamá y yo nos levantábamos a las 5:00 de la mañana; primero la acompañaba al molino, después, mientras ella preparaba el almuerzo yo prendía la lumbre en el bracero y le daba de comer a los animales para posteriormente almorzar e ir a la escuela que quedaba a media hora, caminando; nuestra familia vivía como todos los demás, dormía en una cama de quiote, sin energía eléctrica, tenía que aprovechar la luz del día para hacer mis tareas. Recuerdo que me levantaba cada fin de semana, emocionado por ir a visitar a mis abuelos, quienes hoy en día ya no se encuentran con nosotros.

El Costoche es un pueblo donde todas las mañanas, las mujeres se levantan para ir al molino y los hombres para ir al campo a cortar pasto para los animales domésticos de la casa, un pueblo muy tranquilo, donde todos te saludan y te estrechan la mano; en el pueblo todos nos conocemos y nos ayudamos el uno al otro.

Siempre me ha gustado ir al campo, ayudar a mi papá y a mi abuelo con sus labores, como la siembra del maíz, donde aprendí a labrar la tierra con la yunta y a cosechar el maíz, sembré 287 matas de pitayas, 1,500 magueyes, entre otras hortalizas; soy de una familia sencilla y humilde, que vive al día, con 4 hermanos quienes hoy se encuentran en el pueblo con mis papás, tristemente en el pueblo se sigue aplicando la regla de que las mujeres no estudian ni deben de trabajar sino solamente los hombres y ese fue el caso de mi hermana.

Mis padres han sido mi mayor motivación e inspiración para seguir estudiando, aunque ellos no tuvieron la oportunidad de estudiar, siempre me apoyaron, querían lo mejor para mi y apoyaban mis decisiones; no me da vergüenza decirles que mi papá no cuenta con ningún día de clases, mientras que mi mamá apenas y pudo terminar la primaria. Durante mi etapa de preparatoria, estudié dos semestres en un CECyTE Plantel 39 San José Lachiguirí, donde caminaba 3 horas de ida y tres horas de regreso, en cuanto llegaba a mi casa, comía rápidamente y empezaba a hacer la tarea, tanto eran las ganas de salir adelante que no me importaba la distancia del recorrido que hacía caminando, e incluso hubo días donde tenía que ir a la escuela con lluvia.

La segunda parte de mi trayectoria universitaria, seguramente la han leído ya en diferentes medios nacionales, el “Joven Zapoteco becado en Harvard”. Estudié la licenciatura en Innovación de Negocios y Mercadotecnia en la Universidad Tecnológica de los Valles centrales de Oaxaca, siendo el primer profesionista de mi familia y de toda mi comunidad; y aunque parezca sorprendente, mientras casi todo México hablaba sobre mi historia, yo estudiaba en línea, desde mi habitación de estudiante, con una computadora que yo mismo arme, con piezas prestadas; ni mi municipio, ni mi universidad, ni mi estado me han apoyado o impulsado en mi carrera como estudiante o profesionista, me sorprende que me hayan mirado instituciones de talla internacional, mientras que aquí sigo siendo invisible, como muchos jóvenes más; es por ello que quiero ganar el Premio Estatal de la Juventud, para resaltar y visibilizar la realidad de los jóvenes indígenas de nuestro estado, para sentirme cobijado e impulsado por mi gobernador, para seguir siendo inspiración para otros jóvenes, indígenas o no, estudiantes o no, al fin de cuentas humanos, y como seres humanos aspiramos a ser mejores cada día y a tener un futuro mejor; a los aspiracioncitas que por pensar y trabajar duro, en vez de ser premiados o reconocidos nos desmeritan y critican como si estuviésemos robando, mientras que a los que realmente están robando, los elogian, reconocen y premian, esto definitivamente tiene que cambiar, y por eso sigo levantándome a las 5:00 de la mañana todos los días.

Me siento afortunado por haber podido elegir un camino de vida diferente, que no se haya reducido en casarse jóven, sin estudios superiores, ni alguna profesión, en medio del alcoholismo o drogadicción, replicando y perpetuando la pobreza estructural.

Lamento mucho que los jóvenes no estemos incluidos en las políticas públicas del Estado mexicano, no es suficiente una beca anual, somos emprendedores potenciales, pero casi nadie nos ve…

Les mando un cordial saludo al jurado calificador, y los felicito por seguir impulsando cada año este premio, que más allá del apoyo económico, es un aliento para los jóvenes que trabajamos arduamente por construir una sociedad más justa, igualitaria y prospera.



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