JOSUÉ SALVADOR VÁSQUEZ ARELLANES
En vísperas del 9º aniversario de Oaxaca Cine, su Sala Virtual proyecta XV Años en Zaachila de Rigoberto Perezcano, una pieza documental que a 21 años de distancia y en medio de una pandemia, nos recuerda cómo era festejar en comunidad.
XV años en Zaachila se proyecta junto con La canción del pulque de Everardo Gonzáles, a través de Filminlatino.com de manera gratuita hasta el domingo 8 de noviembre.
⋆ ⋆ ⋆ ⋆ No se las pierda
Cómo llega el cine a la vida de Rigoberto Perezcano
Mi padre, mi madre, fueron cinéfilos, pero no el cinéfilo que está buscando un cierto tipo de cine, podríamos decir de autor o artístico; eran cinéfilos porque les gustaba ver de todo con tal que como hijos no pudiéramos estar pegados a la televisión. Siempre nos llevaban mucho al cine, encontrábamos en el cine un resguardo para nuestro esparcimiento, nuestra educación, nuestro crecimiento.
De niño todavía estaban abiertos el cine Ariel, recuerdo mucho el cine Oaxaca que eran cines gigantes, el Cine Río (que tenía programas dobles, permanencia voluntaria) y que ahora es un cine porno, y los recuerdo en una etapa en la que ya se estaba acercando el BETA a nuestras vidas y que las videocaseteras estaban anunciando que el cine se iba a acabar. Y recuerdo los Cinemas Géminis que estaban en la colonia Reforma, que fueron los últimos que cerraron, y esos fueron los últimos cines que me ayudaron a tener un gusto por ver una imagen reflejada en una pantalla gigante, eran espacios enormes en los que disfrutaba mucho caminar, buscar el asiento, estar viendo una película en una pantalla grande, los intermedios… y tengo la certeza que fueron las imágenes que forjaron mi vida y lo que hago.
Y esto continúo, nunca lo pensé como realizador o como carrera, sin embargo a los 22 conocí a alguien que estaba estudiando cinematografía, oí esa palabra y me cambio completamente la vida, me habló del CCC y del CUEC. Dio un giro mi vida, yo estaba estudiando leyes, y a partir de ahí me decidí por completo estudiar cinematografía.
Paralelamente por esos años llega el Mtro. Toledo y empieza armar lo que es el IAGO, y dentro de mi preparación para el examen yo me acercaba mucho para poder leer sobre cine, arte, pintura; y llega él, el maestro, y me invita generosamente como siempre fue, a empezar armar lo que después fue El Pochote. Vi muchísimos VHS, a la Biblioteca Pública llegó la colección “Los que hicieron nuestro cine”, y comencé a diferenciar el cine de autor, el cine comercial, o el que está más vinculado con una visión artística.
Finalmente aplico al CUEC y sabía perfectamente que quería hacer una película. Al segundo año abandono el CUEC, tenía la sensación de estar ya perdiendo el tiempo, lo cual añoro ahora, y empiezo a trabajar haciendo de todo, a lo que me invitaran, hasta que finalmente lo que pensé que iba a ser mi tesis cinematográfica (y eso me obligó a saber que no la iba a hacer porque sólo eran 30 minutos, y yo decía que XV Años en Zaachila duraba lo de un largometraje); y sabía que este era mi primer trabajo profesional el cual me permitía tener el coraje, la sensación de que sabía que estaba listo para mostrar mis primero minutos filmados.
Rigoberto y las fiestas
Nunca me llamaron de chambelán, creo hay algo ahí guardado, nunca me invitaron, no sé por qué, se me hizo no mala onda, se me hizo muy cruel; sin embrago pude sacarme esa espinita al filmar. Mis hermanas, dos de ellas sí tuvieron sus XV años, y ni ahí fui chambelán, y sí, hubiera aceptado.
Recuerdo las fiestas a las que invitaban a mis padres y las formas en que las organizaban, yo no podía creer cómo se puede organizar para darle de comer a 500 personas, y que todos llegáramos, sentarse, a comer y disfrutar, es una atención increíble. Es una las cosas que más me marcó para filmar la película. Si algo me gusta de los Valles o de Zaachila o de otros pueblos, es la valiosa fuerza de organizarse a través de lo que refiere la Guelaguetza o el tequio, nos permiten y nos siguen dando la satisfacción de estar en una celebración.
Las bodas, los bautizos, los XV años, y eso son como mis primeras referencias ya no desde el punto de vista como invitado, sino observar lo que pasaba alrededor y que podían ser rituales profundos o de risa, como presenciar una locura colectiva. En la preparación de XV años en Zaachila vi una cantidad de XV años de muchas maneras, de muchas formas de celebrarse: de niñas, de niños, gemelas, gemelos, XV años hasta morir y saber perfectamente qué era lo que yo quería filmar, qué es lo que estaba pasando en esta familia y su celebración de los XV años con su hija.
Cinema Verité
El cinéma vérité (cine de realidad) de Jean Rouch de movió muchísimo, creo que es uno de los género cinematográficos que me atraen y me van atraer siempre, la mezcla entre la realidad y la ficción, no saber qué es documental o qué se está ficcionando y la forma de hacerlo.
Nunca vi un documental en el cual yo sentara a la gente y me explicara de dónde vienen los XV años, y con toda esta solemnidad que pudiera haber sido muy pesada; lo que yo quería era ser parte de la fiesta, de la organización y de los invitados, esa era la sensación que yo quería trasladar, mi idea, mi visión a la pista y al set del cinema trash, que la cámara no se sintiera que fuera un elemento más de lo que ahí adentro estaba sucediendo.
Y creo que se dio fortuitamente, para ser un primer trabajo documental de mi parte creo que tuvimos la fortuna de encontrar una familia increíble que se olvidaron de la cámara, que pude trabajar como yo me lo había propuesto, improvisando mucho, ficcionando otras cosas, haciéndose presentes sin que la gente se sintiera incómoda frente a una cámara, y eso creo que es una de las grandes valías que tienen la película aún con los años que ya pasaron.
Mi intuición de saber cómo funcionan los XV años fue la brújula, me di cuenta de cómo empiezan a organizarse un año antes: comprar el toro, ir a ver el vestido, los ensayos con los chambelanes, como se empieza a acercar el tiempo y a preparar la casa, quitar algunas cosas, acomodar las mesas, las cocineras; todo eso me permitió saber por dónde quería yo filmar, con una escaleta muy sencilla la verdad, de acciones: amanecer, atardecer, peluquería, y ciertas cosas que las teníamos previstas para filmar durante el día; pero si había cosas que no me había percatado, agarrábamos la cámara y nos íbamos a filmar lo que ahí estaba sucediendo.
Básicamente fue para mí un experimento que a través de esa libertad creativa de esa poca presión que había de mi parte, me dije: “si no queda bien el documental nunca más vuelvo a filmar algo, pero tengo la libertad de hacerlo como yo quiera”; creo que eso dio un fruto positivo que me sigue dando un sabor increíble de haber filmado esa película, en ese momento en cine.
Teníamos algunas latas, algunas latas nos regalaron, material de comerciales también nos lo obsequiaron; y ese tipo de formatos, ese tipo de libertad con ese tipo de ensayos creo que ya no se hace en el documental, creo que las nuevas reglas, los contratos, las formas de hacer cine en este país han cambiado muchísimo, para bien obviamente; o de repente restringiendo la libertad o la forma de compartir una película.
Creo que los jóvenes realizadores tienen ahora muchas más ventajas de tener un celular, o una cámara fotográfica para poder llevar a cabo un documental, una ficción; sin embrago tener una cámara de cine como primer trabajo y saber que hay un material que se compró con muchísimo esfuerzo, y que solamente esas latas duran 12 minutos y de esos sólo te pueden servir 8, si es que tienen la fortuna de que filmaste todo bien; ese tipo de sensaciones las recuerdo muy bien, como un primer cimiento, como un caminito que fui construyendo para después seguir con mis siguientes trabajos.
El Dolly
En el documental XV Años en Zaachila hay un séptimo chambelán: Rigoberto Perezcano, quien decide bailar junto con un Dolly al ritmo del vals:
Hay un Dolly lateral que yo mismo marqué con el fotógrafo, y siempre hay un dollysta, pero en este caso dije: “yo lo muevo porque yo ya sé cómo va la coreografía”. Yo no quería hacer un documental rígido en su construcción con cámara en mano, entrevistas; sino también quería cosas que eran raras en ese momento, como un Dolly que no era común en un documental.
En las giras que tuvo XV Años en Zaachila me decían: es extraño porque ficcionas, mezclas géneros, estamos viendo un documental y de repente lo haces muy ficción sin que se sienta la ficción, hay movimientos de cámara que por lo regular no encuentras en los documentales; sin demeritar grandísimos documentales que se hayan hechos en años pasados.
Incluso la luz por ejemplo, preparamos todas esas luces que están dentro de la pista del baile, no era la luz que habían puesto en la fiesta, pero tampoco queríamos ser invasores de la estética, del presupuesto, de la visión que tienen para hacer unos XV años; entonces dijimos: vamos a poner una hilera de focos con tal de que el patio esté lleno de focos y no necesitemos iluminar más.
A partir de ahí generamos ciertos caminos, ciertos artificios para respetar lo que era la fiesta y filmar lo que nosotros necesitábamos.
Durante el rodaje yo comencé a sacar otras secuencias, a filmar otras cosas, había secuencias que no pudimos hacer por falta de presupuesto y que fácil pudieron hacer que el documental durara 90 minutos, sin embrago se cayó un coproductor que no voy a mencionar, que prometió una lana en Oaxaca y que al final dijo que no tenía, y eso hizo que la película ya no durara lo que queríamos que durara. Pero creo que 52 minutos son sustanciosos y que todavía pueden verse.
El documental como memoria
Yo no he asistido hace un par de años a una fiesta de XV años, sin embargo puedo palpar cada vez que estoy en Zaachila que las fiestas ya no tienen esa duración, de que ya es muy caro hacer una fiesta de tres días, el presupuesto no da, el bolsillo ya no está para hacer una fiesta de esa magnitud.
Yo sí tengo la certeza de que XV Años en Zaachila está dejando un legado del tiempo, del espacio, de lo que había antes y que ahora ya no hay, que ya no existe esa posibilidad de reunir por ejemplo a 850 personas y matar a un toro, ciertas cosas que el tiempo, la gente, el presupuesto, las costumbres están cambiando, y eso modifica obviamente una celebración como unos XV años.
El toro
Primero me tuve que ganar la confianza de la gente, convertirme en su amigo, un confidente, en no ser una persona extraña, y yo estaba muy pendiente de lo que estaban respondiendo, de lo que yo estaba buscando como respuestas. Y sí, cuando compran el toro yo tenía que hacer ver esa compraventa del animal, sin embargo recuerdo muy bien que esa secuencia la hicimos después de que terminaran los XV años, es decir, nosotros no llegamos a la compra del toro, ellos fueron 3 semanas antes y me dijeron: ya compramos el toro. Y dije, chin, cómo le hago ahora para recrear esa acción. Los XV años terminaron un domingo, y al siguiente jueves tuvimos que hacer esa secuencia, inventárnosla.
Fui con el padre de la quinceañera, con tío Cando que todavía sigue haciendo una barbacoa increíble, y les dije, va a suceder esto, esto y esto; y ellos como que no entendían. Me decían: pero si ya matamos al toro, cómo vamos a comprarlo. Sin embargo entendieron muy bien la dinámica y partir de ahí nos fuimos al baratillo a hacer esa compraventa que obviamente está ficcionanda, y que obviamente no se compró nada, el toro ya había muerto, ya nos lo habíamos comido. La compra del toro fue después de los XV años.
Sobre el sacrificio del cebú: esta secuencia la veo y es muy dura, me gusta mucho, sin embrago creo que desde Norteado, Carmín Tropical y esta película que estoy editando (Los amantes se despiden con la mirada), me gusta ser menos evidente. Creo que una de las grandes potencias que tiene el cine es mostrar, pero creo que su mayor virtud y su magia, su secreto, su cosmogonía más grande es ocultar. Y la filmaría de otra manera (la secuencia del sacrifico del toro), creo que sería más cuidadoso en ese sentido, sin embrago la muerte del toro era necesaria en ese sentido, es un sacrificio, el correr de la sangre para el renacimiento de una persona, en este caso una quinceañera. Ahora sí habría problemas serios sobre lo que ahí mostré, pero bueno, nos hemos vuelto un poquito intolerantes y muy sensibles sobre las cosas que uno debe decir, leer, escribir o filmar.
Zaachila
Tengo mucha cercanía con Zaachila, paso temporadas en Zaachila cuando estoy en Oaxaca, y me doy el tiempo y paso a la casa de mis abuelos, me gusta mucho estar ahí, estar en mi soledad, escribir, observar, ahora con la fortuna de usar tapaboca, ponerme una gorra, lentes oscuros y pasar casi desapercibido en lugares en que nadie puede enterarse que alguien los está observando de más; entonces ese tipo de cosas como que me hacen disfrutar mucho Zaachila. Soy muy apegado al pueblo.
La Guelaguetza
La idea que tienen las personas cuando oyen Guelaguetza es inmediatamente ver las 7 regiones bailando por el Andador Turístico y no, nos remontamos a una cosa mucho más antigua con una fuerza histórica mucho más grande.
El padre de Nashieli se refiere a la Guelaguetza en lo que refiere a asistir a unos XV años, ser padrinos y saber perfectamente que hay un compromiso y en ese momento decir: ok, yo te estoy ayudando, pero cuando yo tenga un compromiso, tú me vas a ayudar. Y ese tipo de cosas espero no se pierdan, puesto que es una forma de poder realizar una celebración de ese tamaño.
Tiene muchos años que no voy a unos XV años y no he tenido la fortuna de ser invitado, pero sí me gustaría palpar cómo son las celebraciones ahora, cómo ha influido la situación económica, las costumbres y la forma de verse. Yo estoy casi seguro que las chavitas ya no quieren bailar esos XV años con un vestido largo, de seguro ya quieren armar su propia coreografía, otro ritmos; ciertas cosas que están en su derecho por la juventud que viven, pero no creo que ya haya una fiesta como la de XV años en Zaachila.
Y creo que ese es uno de los méritos, algo a lo que yo me aferré muchísimo, que siendo los XV años algo de la cultura popular en México, no había un registro real de una celebración como esta. Y hasta ahora no recuerdo, no veo un documental en México que hable de los XV años, y eso me hace sentirme muy pleno, muy satisfecho. Creo que tuve la certeza de que el tema que se iba a filmar iba a perdurar y el tiempo dirá qué tanto valor tiene la película en relación a los años que han pasado y que pasarán si es que se sigue viendo.
Algo que me genera mucha curiosidad, es que el esposo de Nashieli aparece en el documental, aparece ahí ayudando en la fiesta, y él sí se apuntó, y rebasó por la derecha, se puso las pilas, y es el padre de los hijos de Nashieli; lo cual celebro y me hace mucha felicidad también que esté dentro de la película.
Los excesos
Es una parte que es necesaria y que es el resultado de una celebración como tal. Me gusta una de las secuencias en la que uno de los invitados va totalmente alcoholizado y creo que su mamá lo lleva cargando, son ciertas cosas que suceden en una fiesta de tres días, obviamente tiene que haber sus costos.
Me gusta esa secuencia por cómo es el amanecer, los postes de luz, la gente súper borracha y los músicos ensayando con un sentido de desafinado muy melódico; eso me gustaba mucho. Bailando la quinceañera y todos ya muy cansados, pero pues tenían que cumplir con el recalentado y ahí estaban hasta morir.
Sí, creo que dieron mole, y a seguirla, hasta que el cuerpo diga ya no puedo más.
La música
Es un mestizaje absoluto y es lo que quería, es lo que se oye en el perifoneo del pueblo, es lo que se oye en las fiestas, es lo que tocan en las bandas de viento, y hay cosas muy lindas dentro de lo que refiere.
Yo recuerdo muchísimo que mis padres se acercaron a la banda de viento en la Ciénaga Zimatlán y mis padres les preguntaban por el vals de Strauss, y los maestros musicales decían cuál es esa, y mi madre les tarareó la canción y dijeron: no, es la de ‘queremos pastel’. Esa era la forma en la que la reconocían. Entonces, si se sabían la de ‘queremos pastel’ los quiero, y vamos a meterlos dentro de la película porque yo quiero que se oiga tocado ese vals por una banda de viento.
Me gusta mucho cómo había una variedad absoluta de música y eso hace como rico el documental.
Actores / No actores
Con XV Años en Zaachila me di cuenta a través de la investigación de entrevistarme con muchos padres de quinceañeras o con las mismas quinceañeras, algo que es básico dentro de un actor no actor: que es cómo funciona, qué química se da. Puede decirse muy sencillo, pero es tan importante, y lo detecté desde XV Años en Zaachila al darme cuenta que Nashieli era la persona ideal por su agilidad mental, por su forma de contestarme, mirar a la cámara, la apertura que a pesar de sus 15 años era y es una chica muy despierta, muy vivaz, muy chistosa, y es lo que dije: va por acá.
En sus casos Harold Torres (Norteado) pues igual, tratar de encontrar la química que yo necesitaba y los ensayos, los juegos que tengo con ellos como actores para saber perfectamente si son o no los actores que necesito. Ahora en esta película (Los amantes se despiden con la mirada) que no puedo mencionar los nombres, me sucedió exactamente lo mismo, son chavos que no son actores profesionales pero hay un actor que sé perfectamente que tiene ese sentido, ese palpitar de genialidad actoral.
Disfruto mucho dirigir actores, poner una puesta en escena es algo que me entusiasma y que me va a entusiasmar todo el tiempo. Me interesan mucho los movimientos de cámara, pero me interesa creo más, la relación que se establece en un set entre un actor y un director, y la construcción de esa ficción que se necesita. Esa es de las cosas que más disfruto cuando dirijo una película.
Actores y no actores son dos naturalezas completamente diferentes, y ambas tienes sus pros y sus contras, pero sobre todo me gusta mucho el ensayar y ya cuando estamos ensayando dejar mucho a la improvisación y que hagan lo que ellos quieran con base a lo que ensayamos tantas veces. Y si la improvisación es mucho mejor que el ensayo, entonces les pido que se olviden de lo que ensayamos y nos vayamos con lo que estamos improvisando en ese momento. Es un juego que particularmente lo disfruto mucho.
En XV Años en Zaachila me di cuenta que hay muchas secuencias que son truqueadas, que es ficción pura, que las filmé como si fueran un documental, muchas, muchas secuencias; y que la gente no se da cuenta. Y que en ese momento no me impostaba, lo que me importaba es que este no actor diera lo que yo estaba buscando.
Incluso hay momentos muy importantes dentro de la filmación donde estos no actores ya se comportaban como actores naturales. Recuerdo que teníamos que filmar una secuencia y Nashieli me dijo: ¿es toma o es ensayo? Y le dije: es toma, porque ya se nos está yendo el sol. Me dijo: dame unos minutitos porque me tengo que concentrar. Y ahí me di cuenta perfectamente que cuando se involucra la gente con esa pasión, con esa claridad y ese deseo, es ahí donde surgen este tipo de cosas; y es ahí donde me interesó muchísimo trabajar con no actores.
En Norteado (2009) hay actores y no actores. Ese tipo de mezclas son las que me han gustado mucho, no creo que me quede en ello, me gustaría mucho trabajar con actores reconocidos, profesionales, con otras películas, porque sé que me van a dar retos creativos, cosas que ignoro seguramente, pero que voy a querer explorar como director que soy.
El cine, las plataformas digitales
Creo que la experiencia de ir a ver una película al cine sea mexicana o sea extranjera, es mucho más fuerte cuando asistes a una sala cinematográfica. No encuentro en una plataforma la libertad, a ese nivel de atención para ponerme a ver una imagen. Obviamente dados los tiempos, una plataforma o una proyección en streaming, hace que se pueda palpar una película. Sin embargo yo siempre voy a ser por los que vota por ver una película en una sala cinematográfica. Sin embrago las condiciones de la pandemia nos obligan a estar viendo cine desde las plataformas, y en este caso en Oaxaca Cine somos muy afortunados de poder compartir las películas que nosotros nos gustan, como siempre lo hemos hecho en estos 9 años de trabajo, y lo que se está proyectando (en Sala Virtual) son películas que creemos valen la pena que la gente las vean. Son películas que creemos tienen un alto valor cinematográfico altísimo y a partir de ahí nos acomodaremos.
Las salas gigantes de cine desaparecieron porque ya venía el videocasete, empezaron las salas más pequeñas, y ahora Netflix y todas las plataformas que hay, hacen que se adecue la cinematografía. Yo siento que el cine como siempre ha pasado por momentos complicados, pero no creo que todavía exista algo que equipare la atención que merece una sala oscura y la luz proyectando imágenes que son llevadas por un director que pensó, quemó y soñó con las imágenes que estaba trasmitiendo y que son el resultado de haber hecho su película. h
Si me preguntaran a mí en este momento qué prefiero, voy a preferir en una sala, ver a la gente reunida y proyectar una imagen que para mí siempre fue cinematográfica. Por más grande que sea la pantalla, no es lo mismo estar callado, a oscuras, viendo una imagen. Si tuviera yo tener que estrenar una película en este momento, me esperaría a que fuera en una sala cinematográfica.
La contingencia
Grabar en estas condiciones es muy complicado. Nosotros comenzamos a grabar (Los amantes se despiden con la mirada) en febrero de este año y tuvimos que suspender por la pandemia en marzo, tuve que esperar 4 meses 3 semanas para regresar a filmar lo que nos quedaba de la película, finalmente el 15 de agosto cumplimos con esas dos semanas. Ahora estamos muy satisfechos, estamos muy contentos con el material, cómo va el montaje, hemos tenido la fortuna de haberla terminado, y pues es muy duro tener que adaptarse a una situación así, sin embrago espero que la película funcione como lo he pretendido con cada uno de mis trabajos, y yo seguiré trabajando, así sea la dureza de filmar y terminar una película en pandemia, filmando y tratando de hacer lo que me gusta más.
Sobre su salida, todavía le cuelga, yo espero que el próximo año la pandemia esté por lo menos un poco más controlada y eso nos pueda permitir que salgamos, no sé dónde ni en qué momento, si será un cine, o una plataforma, depende de muchas cosas que ya no están en mis manos descifrarlas, sino más bien esperar lo que el tiempo diga, lo que la pandemia nos dicte, pero sí voy a seguir tratando de que la película se vea en una sala cinematográfica.
Fideicomisos
Tristemente nos estamos dando cuenta que sea el gobierno que sea la cultura y la educación les importa muy poco. Yo todavía tengo la esperanza de que este gobierno, de haber cancelado FOPROCINE (lo cual me parece gravísimo porque era una rama del IMCINE que te permitía que salieran óperas primas de cineastas con una visión más artista) espero que IMCINE, que la directora María Novaro sepa la importancia que tiene FOPROCINE.
Y sobre los fideicomisos me parece gravísimo que hablen como fraude, no puedo hablar de los otros fideicomisos, de los 109 que desaparecieron, pero sí de FIDECINE que es un fideicomiso que yo nunca participé, pero sé perfectamente que cuando se trata de un dinero federal hay una auditoría muy grande, en el sentido en el cual se tiene que comprobar cada uno de los pesos que entraron y que salieron, y eso me consta por Norteado y por Carmín Tropical.
No hay ese compadrazgo, esa situación turbia que tanto habían dicho que existían, me parece grave que señalan a todos como parte de esa corrupción, esa es una grandísima mentira, y no creo que haya un diputado o un senador que tenga pruebas para decir con esto se hizo un fraude. Sin embargo vamos a esperar, ojalá no haya una alta traición por parte del Gobierno hacia la cultura, hacía la cinematografía, por el hecho de decir que estos fideicomisos se van a seguir sosteniendo pero de otra manera. Ojalá que se recapacite y no sólo en los fideicomisos, sino también en lo que significa ‘Chapultepec’, una obra faraónica de millones de pesos la cual creo es obsceno, cuando hay una pandemia, gente sin trabajo, cuando hay gente que está muriendo.
No estamos pidiendo un favor, es nuestro derecho a acceder a este tipo de cultura y a este tipo de cinematografía. Y es que debemos recordarle a los gobiernos, sea quien sea, que es nuestro derecho y que tiene la obligación de dárnoslos. Echaron a perder muchos años de trabajo, y espero que la Secretaría de Cultura, el Gobierno Federal, el IMCINE, se den cuenta de lo que están haciendo y que sean muy responsables de las decisiones que están tomando, porque estamos hablando de muchos años de trabajo, de voces contemporáneas de cinematografía y de cinematografías interesantes. La riqueza que tiene el cine mexicano no sólo en este país sino a nivel mundial, y sobre todo que puede estar silenciando voces de jóvenes cineastas que quieren hacer su primera película.
Lo digital
Creo que las generaciones jóvenes tienen ahora un conflicto, tienen una información muy grande y no saben qué elegir, y esa inmediatez de poder acceder a las películas, a la literatura, a los analistas, a los teóricos de la cinematografía, a los cursos, no les permite poder decidir cuál es el camino que deben de seguir; es demasiada la información y no la pueden digerir. Tanta información tan fácil de encontrar les genera un empachamiento digamos de qué hacer y qué decir.
Yo veo plataformas con cinematográficas que me hubiera gustado encontrar en El Chopo, en un VHS, y que nunca las vi y que hasta ahora las estoy viendo, y sin embargo veo toda esa información y no saben de cuál partir. Y te das cuenta de que te pueden encontrar en YouTube un vídeo de cómo hacer una película, y no sé si sea la mejor forma de verlo y decir que puedes hacer une película. Todo depende básicamente de la intuición y del deseo que tenga este joven de querer hacer cine o dedicarse a ello, si está dispuesto a sacrificar todo lo que significa o tiene la comodidad de acceder a toda esa información y saber de qué manera la puede distribuir en su ser y en su cerebro.
¿Viste el comercial que hizo Emmanuel Lubezki con el nuevo celular? es fantástico, es un genio de la luz, de la exposición y de tomar una cámara. Y para aquel que compró un iPhone 12 dices: no creas que tú vas a poder hacerlo, tienes que leer, tienes que estudiar, tienes que ver películas; no creas que comprando eso ya vas hacer tal cual. Sin embrago siempre digo que ya no tarda la lavadora, el microondas en editar. Pero lo que sí falta mucho y no creo que sea perfecta, es una aplicación para contar una historia, para escribir un guion; las historias ahí creo que todavía les va a costar un poco de trabajo a la gente y no creo que encuentren una aplicación que escriba el guion perfecto.
No existe ese camino, no existe esa aplicación, no existe la receta perfecta, creo que el contar una historia, el armarla, el levantarla y construir una película, son procesos que se tienen que seguir haciendo a la antigüita. Se harán películas en celular, pero no sé cuál sea su repercusión desde sus creadores y cómo repercuta como documento fílmico. Yo prefiero quedarme con películas que hice en celuloide, y seguir explorando otro tipo de formatos, pero que en particular a mí el celular no me interesa mucho. Lo siento que no es algo de mi época, de mi enseñanza, de mi escuela.
Si en los últimos 5 años ha tenido problemas Hollywood, es por seguir recetas, creo que el público también ya se está cansando de saber perfectamente de qué va la historia, de cómo se desarrolla y en qué termina.
Los amantes se despiden con la mirada
XV Años en Zaachila es un recuerdo muy grande que tengo en mi vida y que siempre lo voy a tener como el primer paso que di como cineasta, el primer momento en el cual me atrevía mostrar esos minutos filmados, sin embargo, veo el trabajo de Los amantes se despiden con la mirada que es mi siguiente película, y veo muchas referencias de XV en Zaachila, no puedo mencionar alguna, pero sé que quien vio XV Años en Zaachila va a encontrar muchas referencias de lo que es esta última película, y que con esto cierro lo que siempre llamé mi trilogía oaxaqueña, y que cierro un tema o varios temas del lugar donde nací para procurar hacer otras cosas si es que la vida, el tiempo, el dinero, las plataformas, el covid y los gobiernos me vayan a permitir.