FRANCISCO JAVIER VARGAS LUNA*
Las bandas de músca profesionales de la República Mexicana, constituyen una herramienta contemporánea que es necesario difundir, aprovechar y desarrollar. Aunque resulte paradójico entender el avenir de estas agrupaciones, en la actualidad se pueden observar a estos organismos musicales con anhelos y optimismo, para reinventarse y ocupar un lugar digno del que tal vez, nosotros mismos los hemos despojado
La música para banda ha sido utilizada en distintos momentos de la Historia de México, realizando una tarea muy importante en la sociedad desde principios del Siglo XIX, con la naciente nación mexicana, marcando la cultura musical del país en época del nacionalismo pos revolucionario, y presentándose hoy en diferentes organologías o formaciones musicales que varían de acuerdo a la región que se estudia.
Antes de Independencia de México (1810-1821), los primeros datos que se tienen sobre estas formaciones vienen a través de los ejércitos de la Nueva España, los cuales, ante la necesidad de defender lo conquistado, se mantenía en armas con tropas permanentes. En mayor o menor medida, estas tropas contaban con músicos para dar señales al mismo tiempo que cumplían con sus labores netamente militares. Estos primeros conjuntos eran conformados por chirimías, cornetas y tambores; los cuales también tocaban en eventos religiosos y civiles.
Durante la década de los sesentas del siglo XVIII, ante los conflictos entre España e Inglaterra, se crea por vez primera un ejército profesional. Se reclutaron a los músicos militares denominados “músicos de contrata” en las provincias del hoy Veracruz y Acapulco. Las costumbres musicales de estos grupos de viento estaban profundamente influenciadas de la cultura árabe que dominó el sur de España durante varios siglos. Además, la música militar española también fue marcada por la milicia francesa, siendo la banda de la Garde Republicaine de París; una agrupación reconocida que se funda tras la Revolución Francesa (1789). Que sirvió como modelo para varias bandas de Europa y por ende para las bandas de la Nueva España.
Con el fin de la Independencia de México llegaron las grandes olas de entusiasmo popular, con lo que comienza un auge de las bandas militares, la cual sería la primera opción económica para muchos músicos. Esta evolución fue acompañada por el crecimiento gradual de su plantilla, el aumento en su flexibilidad y la calidad de los timbres disponibles.
Con los conflictos armados contra Estados Unidos se creó la primera Guardia Nacional (1846) que más tarde incorporaría sus batallones en las diferentes entidades, formando diferentes bandas militares, hoy bandas estatales. Entre las funciones más importantes de estos conjuntos estaban oficiar “La Serenata” o “La Retreta”. Conciertos que se ofrecían en plazas públicas, kioscos y grandes parques. El paseo del domingo por la tarde se hizo costumbre entre las diferentes clases sociales que se reunían para escuchar a las bandas con transcripciones de obras para orquesta, de grandes genios occidentales desde Rossini, Hendel, Haydn, Mozart, hasta obras de compositores del romántico temprano europeo como Beethoven y Schubert. Durante esta primera mitad del siglo XIX las bandas militares pasaron de ser un conjunto que servía a una función totalmente castrense, a representar una amplia gama de tareas musicales y culturales con la población civil. La música de las bandas se incrementaba, y ya se incluían trabajos y arreglos hechos por músicos mayores.
A finales de esta misma época, con la Intervención Francesa y el Imperio de los Habsburgo, llegaron a México bandas de música belgas y austriacas, portando los nuevos instrumentos desarrollados con la Revolución Industrial en Inglaterra, Francia, Austria y Alemania, que llevaban la vanguardia en la música militar. Las últimas modas musicales, tanto en instrumentación como en número de ejecutantes y repertorio, se vio influenciada en la organología de las bandas mexicanas, enriquecida por los nuevos inventos de Adolphe Sax (1814-1894) en el saxofón y Wilhelm Friedrich Wieprecht (1802-1872) en el bombardino. Para finales del XIX, los instrumentos de boquilla circular habían alcanzado un nivel de desarrollo para poder ejecutar cualquier tipo de música y asemejar los efectos de la orquesta sinfónica europea.
Llegado el Siglo XX, con la profesionalización y modernización del Ejército Federal de Porfirio Díaz, las bandas militares elevaban en sus elementos y calidad artística. Para este momento la banda ya era un símbolo musical de México, presentándose en ceremonias militares, exposiciones universales y demás eventos internacionales. Los directores y compositores de banda como Nabor Vázquez (1868-1934), Velino M. Preza (1866-1944), Melquiades Campos (1878-1949), Belisario de Jesús García (1892-1952), Quirino Mendoza y Cortés (1862-1957), crearon un enorme bagaje de composiciones a través de marchas, valses, canciones, popurrits, mosaicos, oberturas y sinfonías militares, que después, compositores como Estanislao García Espinosa (1903-1973), Candelario Huízar (1883-1970), Amador Pérez Torres “Dimas” (1902 y 1976) Alberto Escobedo Chávez y Clemente Aguirre enriquecerían con obras instrumentalmente más elaboradas, con estructura, armonía y sonoridad que aportaban enormes bríos de entusiasmo el nacionalismo pos revolucionario.
Algunas de las bandas profesionales estatales que hoy encontramos en México son: Banda de Música del Estado de Oaxaca (1868), Banda de Música del Estado de Guerrero (1885), Banda Sinfónica del Estado de Veracruz (1886), Banda Sinfónica del Estado de Puebla (1896), Banda de Música del Estado de Jalisco (1889), Banda Sinfónica de la Ciudad de México (1904), Banda Sinfónica del Zacatecas (1930), entre otras. En estas agrupaciones, instrumentistas de saxofón, corneta ó euphonium y directores de banda, pueden acceder a un mundo musical creativo como una seria opción de trabajo profesional. Sin embargo, las opciones artísticas para estos conjuntos pueden resultar limitadas. Gracias a las redes digitales, se puede tener acceso a una mayor información de la música de las orquestas sinfónicas, ensambles contemporáneos o grupos de cámara, sus programas, estrenos, grabaciones, etc. Pero es curioso cómo en los libros de historia musical, festivales culturales, revistas, radio y televisión, las bandas profesionales estatales de México siguen estando presentes solo en noticias de ámbito popular o militar.
Los profundos cambios y transformaciones en la sociedad actual, particularmente en el campo cultural, nos obligan a adaptarnos y pensar en la forma en que el artista se comunica con el público. Es por ello que las bandas, siendo pieza clave para la cultura y la educación musical de nuestra sociedad, se podrían ubicar como un organismo serio para explorar sin manidos ni prejuicios.
El Siglo XXI nos muestra nuevas tendencias en la evolución de la música y nos encontramos con la necesidad de salvaguardar las tradiciones locales, pero dar un nuevo empuje que pueda adherirse a otras corrientes estéticas. Tal vez los responsables culturales no sean los únicos que desconocen las potencialidades que un ensamble de aliento y percusión puede ofrecer. Tal vez los mismos artistas hemos limitado a su exploración a la presentación de proyectos sustentables y la falta de seriedad con la música de una banda sinfónica o estatal. No se trata de compararnos con otros cuerpos sinfónicos del país, ni mucho de imponernos, se trata de reinventar la historia que hizo crecer artística y socialmente a un país.
Cuando hoy en día existen asociaciones en otras latitudes que presentan congresos, concursos, cursos, artículos de investigación científica, planes estudio para dirección de banda en conservatorios profesionales, comisiones a reconocidos compositores. Cuando hoy en día, podemos pagar para escuchar a una banda profesional en salas de conciertos, en teatros, en operas, en musicales y espectáculos de países como: Estados Unidos, Alemania, Holanda, Bélgica, España, Italia, Suiza y Japón entre otros lugares. Cuando hoy en día, el común denominador de estas organizaciones sociales, es la reivindicación de los ensambles de aliento y percusión, conviene pensar en el uso y la difusión que hacemos de nuestras agrupaciones profesionales en México.
*Francisco Javier Vargas Luna es egresado de la Facultad de Música de la UNAM, realizó un diplomado en Estudios Europeos de Clarinete en la Academia de Música del Principado de Mónaco y actualmente cursa una especialidad en dirección de banda sinfónica en el Conservatorio de Estrasburgo, Francia. Es originario de Santiago Zoochila, comunidad zapoteca de la Sierra Norte del estado de Oaxaca.
FUENTE: https://franciscojaviervargas.com/