OAXACA, Oax (sucedióenoaxaca.com).-Se abrieron las puertas del teatro Macedonio Alcalá, 19:33, viernes 13, una larga hilera de espectadores aguarda paciente para entrar al concierto con el cual Temporada la Orquesta Sinfónica de Oaxaca.
___ ¡Boleto en mano, boleto en mano!
Para ingresar se instalaron dos hileras: gente que alcanzó boleto o tuvo la oportunidad de conseguir uno; gente que llegó al teatro sin boleto, en espera de alcanzar una butaca.
Muchas ancianas, público de la ciudad y de las regiones.
___ ¡Boleto en mano!
En el zócalo de la ciudad, el quiosco frente a palacio de gobierno, había encendido sus luces, turistas nacionales o extranjeros ocupan parsimoniosos sus asientos en los cafés del portal en la apacible noche de provincia; en el teatro (Independencia y 5 de Mayo), jóvenes y viejos, vecinos de la Verde Antequera y turistas esperaban el concierto.
El programa de mano impreso por la Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca anunciaba: Director Invitado: Mtro. Oscar (sic: sin acento) Rafael Martínez García. Líneas abajo: Solista: Oscar (sic: sin acento) Enrique Martínez Porras (flautista).
El programa impreso anunció el “estreno mundial” de la obra “Día de Fiesta en Betaza”, compuesta por el director invitado: Óscar Rafael Martínez García.
¿Cuál será el límite de la música popular en Oaxaca? Se compone lo que se vende, lo ya conocido, lo que ocupa un espacio entre los medios que hacen difusión de la música criolla, popularizada en la Guelaguetza, que pasa por música étnica.
El gobierno del estado promueve lo que se vende, para eso está, para ocupar el espacio cultural como plataforma de su gobierno, pero no existe una política cultural con la que se trabaje la identidad de pueblos y regiones: el “estreno mundial”, por momentos, en algunos pasajes, algunas notas, hizo que el espectador se confundiera con la obra de Silvestre Revueltas o de Carlos Chávez.
Ronda una pregunta: ¿Hasta dónde llega la creatividad de los actuales compositores sinfónicos de Oaxaca?
“Fiesta en Betaza” inicia con un movimiento de fuerza y carácter, para luego perder espíritu e interpretar una cascada de notas que significan más de lo mismo, música escrita para el cine, ya escuchada: música efectista, que busca el aplauso del público.
Expresiones como mágico, maravilloso o espíritu oaxaqueño pueden ocurrir para designar una música roma, sin punta y sin filo: me pregunto si no existirá relevo generacional, músicos que tomen en sus manos la tradición y la intervengan con su propia búsqueda sonora.
La música oficial cansa, no representa más que un repetitivo panteón repleto de sepulcros, estatuas sembradas en un bosque sombrío que pretenden el reconocimiento fácil del otro a partir de lo ya conocido, aquello de lo que se llega a saber por su difusión desde el centro a la periferia, en los actos oficiales de la cultura.