MARTÍN VÁSQUEZ VILLANUEVA
La revista mensual Travel+Leisure, con sede en la ciudad de Nueva York pero también con ediciones internacionales, entre ellas la de México, tiene una ya larga historia como referente mundial en el tema de los viajes de placer. “Capturamos —se lee en el paquete de medios de la empresa— el goce de descubrir los placeres que ofrece el mundo, desde el arte y el diseño hasta el shopping y la moda, pasando por la comida y el vino.” Solamente la edición mexicana presume una audiencia total de más de 300 mil lectores, entre las versiones impresa y digital y el seguimiento en redes sociales, y la circulación de la revista matriz se acerca al millón de ejemplares. Es decir, se trata de una publicación de clase mundial.
Por medio de una encuesta entre los lectores de la revista, desde hace ya casi un cuarto de siglo Travel+Leisure otorga los World’s Best Awards, es decir el premio a los mejores del mundo, en diversas categorías: aeropuertos, hoteles, safaris, cruceros, islas y, lo que ahora nos interesa, ciudades: en su edición 2019 Oaxaca apareció como la quinta entre las 15 mejores ciudades del mundo, codeándose con ciudades tan emblemáticas y bellas como Florencia, Sevilla, Roma o Kyoto.
Este gran reconocimiento que abre los ojos del mundo a Oaxaca es más que merecido. La ciudad ofrece una amalgama tan rica de opciones, que el viajero que la visita no tiene pausa en el asombro. Tan solo pasear por sus calles, doblar las esquinas y hacer una pausa en las plazas y jardines es un sencillo placer que a todo mundo encanta. Las hermosas iglesias y los estupendos museos que tenemos son visita obligada, y ni hablar de nuestras artesanías y nuestras tradiciones. Por si fuera poco, donde sea que el visitante elija va a comer delicioso, ya en el mercado, ya en la fonda de la esquina, ya en el restaurante de tres estrellas.
El merecimiento no es, desde luego, obra de la casualidad. Detrás hay una cuestión de gobernanza que es necesario destacar. La limpieza de la ciudad, la seguridad de sus días y sus noches, la regulación sanitaria que garantiza la calidad del agua y los alimentos, todo esto obedece a políticas públicas eficaces y a una vigilancia constante. Y obedece también, como complemento indispensable de esa gobernanza a que me refiero, a un sentimiento de amor por la ciudad: poco valdría el majestuoso escenario urbano que tenemos sin la calidez, la disposición y el cariño que le tenemos las mujeres y los hombres que lo habitamos.
Y hay que señalar que además de la hermosura de sus calles y monumentos y de los servicios de gran calidad que ofrece en hotelería y gastronomía, uno de los rasgos que más distingue a Oaxaca es su intensa vida cultural. Todo el tiempo está ocurriendo algo. Simplemente, en la semana que pasó tuve la oportunidad de acercarme a expresiones culturales de la más diversa índole. Asistí a la recién inaugurada exposición del Dr. Lakra “Diario de viaje”, una colección alucinante de imágenes que el artista ha ido coleccionando con los años, litografías, postales, fotografías, anuncios publicitarios, etcétera, en su mayor parte intervenidas con dibujo y pintura para hacer un verdadero retrato de su trayectoria visual.
Pude asistir también a alguna de las exhibiciones de la décima edición del Oaxaca Film Fest, que incluyó en su programa largometrajes del más alto nivel procedentes de Estados Unidos, España, Colombia, Australia, México, y la obra galardonada como Mejor Película Global, Time Out, del finlandés Matti Kinnunen. Nos abrimos al mundo y el mundo nos visita.
Para finalizar la semana, el domingo asistí al arranque de la segunda temporada de la Sinfónica de Oaxaca, que presentó un programa ruso de lo más atractivo: Chaikovsky, Prokófief y la deliciosa “Suite número 2 para pequeña orquesta” de Stravinsky, bajo la batuta del director huésped, maestro José Luis Castillo, y con la participación de una solista de lujo, la violinista mexicana Shari Mason. Un auténtico banquete musical para los melómanos como yo.
Todo esto es lo que hace más que merecida la gran distinción que ha hecho a Oaxaca Travel+Leisure en su World’s Best Awards 2019. Enhorabuena. Lo que tal vez no mencionó la destacada revista es que a nuestra ciudad también la bendice la naturaleza: su cielo es único, un cielo que nos cobija a diario y que a diario miro y admiro, un cielo que cada día amo más.