OAXACA, Oax. (sucedióenoaxaca.com).- Dos días antes a la muerte del creador Francisco Toledo, los «heraldos negros» rociaron por la ciudad cientos de obscuras polillas.
El funesto presagio que muchas personas temieron cuando vieron entrar a sus casas las mariposas negras se cumplió. Ferozmente se cumplió.
Al filo de las nueve de la noche del jueves 05 de septiembre empezaron a circular en redes sociales las primeras confirmaciones de la muerte del artista.
Fue a las 22:27 cuando la familia emitió un mensaje por la cuenta oficial de Facebook del Maestro: «La familia Toledo comunica con profunda tristeza que el maestro Francisco Toledo ha fallecido. Pedimos respetar nuestro dolor, y la manera en que nuestro padre manejó su intimidad. Gracias por sus muestras de cariño y su compresión. A partir de las 23:30 horas de este 5 de septiembre en el IAGO habrá una ofrenda para quien quiera acudir».
A partir de entonces, el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) se tornó en capilla ardiente protagonizada por un retrato de Toledo rodeado de veladoras y ramos de flores, y algunos objetos simbólicos del artista: un pequeño chapulín de palma, dos brochas formando una cruz, tributo de su pueblo. Al fondo, recargada en el muro blanco, la primera corona fúnebre, enviada por el gobernador Alejandro Murat.
El IAGO, que primero fue casa del artista, luego recinto cultural y cuartel de batallas cívicas, empezó a devorar y expulsar pena, dolor, incertidumbre, lágrimas, rabia, desconsuelo, miedo, irritación, dudas, más llanto, flores blancas, veladoras, coronas fúnebres, hombres y mujeres ricas, hombres y mujeres pobres, intelectuales, artistas, servidoras y servidores públicos, amigas, amigos, cómplices, filántropos, niñas, niños, jóvenes, hijas, hijos, esposa.
Jamás en la ciudad fue más concurrido un centro cultural que en esta ocasión.
Las primeras horas de luto, en el patio del IAGO recibían el pésame la asistente del Maestro, Anita; Graciela Cervantes, su galerista; el director del Jardín Etnobotánico, Alejandro de Ávila, y su vocera, Regina Mejía, presas de una consternación palpable. A un extremo, una secretaria de Cultura estatal cabizbaja, en un inédito acto de presencia.
No se realizará ningún homenaje, ni en Oaxaca ni en la Ciudad de México. El maestro no quería nada de eso. El sepelio será totalmente privado. La familia pidió que todo el duelo se reciba en el IAGO. Eran algunas respuestas a las preguntas de la prensa.
Afuera, sobre el andador de Alcalá, donde la gente empezó a colocar veladoras, flores y letreros de agradecimiento, uno de ellos, nombrando oficialmente la «Calle Francisco Toledo», jóvenes creadores, lectores, activistas, un sonero con su jarana, y uno de los primeros directores del IAGO, Fernando Gálvez de Aguinaga, bebían mezcal mientras hablaban del ausente.
El viernes amaneció nublado. Las polillas se fueron retirando, la noticia del deceso de Toledo se fue expandiendo, los diarios concedieron encabezados y fotografías principales al difunto mayor.
Al filo de las diez de la mañana, el vocero de la Secretaría de las Culturas y las Artes de Oaxaca corrió la voz a los medios de comunicación «para que nos acompañen a honrar la vida y legado del Maestro Francisco Toledo en el teatro Macedonio Alcalá a las 14:00 horas».
El acto para honrar la vida y legado del Maestro Toledo, en presencia de servidores públicos estatales y federales, y mayoritariamente de la prensa que ocupó todos los palcos primeros y segundos del recinto, duró ocho minutos.
Un minuto, presentación de las personalidades: Gobernador de Oaxaca y esposa; titular de la Secretaría federal de cultura, Subsecretaria de desarrollo cultural y Directora del Instituto Nacional de Bellas Artes; así como titular de la Secretaría de cultura estatal.
Tres minutos, proyección de un video basado en el documental «El informe Toledo» de Albino Álvarez, musicalizado por la banda sonora de «El maromero» con la orquesta Pasatono.
Tres minutos, guardia de honor oficial encabezada por el gobernador Alejandro Murat, con fondo musical del «Dios nunca muere», en audio. Inaudito que ninguna institución musical del estado acompañara el acto. Un solo chelista de la Orquesta Primavera aguardó infructuosamente la llegada de sus compañeros, en el foso del teatro.
Un minuto de aplausos con tres vivas: ¡Viva Toledo! ¡Viva Oaxaca! ¡Viva Juchitán!
Fin del acto.
Trascendió que la condición impuesta por la familia del maestro Toledo para conceder su anuencia a un acto público oficial, a la memoria del artista, fue que no hubiera discursos de ninguna autoridad. Ni una sola palabra. Así fue.
Cuando empezaba a retirarse el público, la voz de una mujer que abandonaba su butaca, apoyada con un bastón, atrajo la atención de la prensa que iba saliendo del teatro.
«Ya tienen su foto. Felicidades al espectáculo. Un aplauso por el negocio. Que viva el negocio. Qué vergüenza. Qué vergüenza. Qué burla. Qué forma de utilizarnos. De utilizar el luto de una ciudad, el luto de un pueblo. Esto es una burla, es una burla oficial. Qué vergüenza…», clamaba la mujer seguida por cámaras y micrófonos solicitando una explicación a sus palabras.
«Qué vergüenza, qué vergüenza ajena. Si usted no tienen criterio para ver lo que sucedió… no tiene criterio. ¿Usted cree que vale la pena que nos tuvieran esperando aquí para que se tomaran su foto? ¿Es o no una una vergüenza? Vergüenza ajena sobre pena ajena; sobre el luto de un pueblo. Vergüenza ajena sobre la memoria del Maestro, un hombre honesto», exclamaba la ciudadana a toda voz intentando que la escuchara el gobernador que se retiraba a bordo de su camioneta acompañado de su esposa.
Es verdad. En la ciudad todos han hecho negocio con Toledo, no solo los artistas, epígonos del pintor, que se han comprado casas, restaurantes, hoteles, galerías. Todos han hecho negocio con Toledo, el creador, el activista defensor del patrimonio edificado y diseñador de una ciudad cultural a la que dio más renombre que todas las campañas turísticas. Una ciudad cultural para el usufructo de los comerciantes.
El momento del pésame, del duelo, del llanto incontenido, de los flashes sobra la familia del maestro Toledo y las personalidades de la cultura, locales y nacionales, vino después.
A las 17:00 horas ingresaron al IAGO, entre cientos personas que se congregaron dentro y fuera del recinto, la artista danesa Trine Ellitsgaard, esposa de Toledo; las hijas e hijos: Natalia, Laureana, Jerónimo, Sara y Benjamín.
Artistas, personalidades de la cultura oficial, colaboradores, niñas, niños, jóvenes bachilleres, amas de casa, ambientalistas, galeristas, defensores de los derechos humanos, comerciantes, y el magnate y filántropo Alfredo Harp con su esposa Isabel Grañén.
Todos saben en Oaxaca quiénes mueven los hilos de la cultura: Francisco Toledo, Alfredo Harp y Guillermo Quijas, gestores e impulsores de la vitalidad cultural no solo de la capital del estado sino también en el interior.
Por eso, luego de que Sara agradeciera en nombre de la familia las expresiones de cariño hacia su padre, Laureana convocó a la sociedad oaxaqueña a dar continuidad al legado de Maestro construyendo más bibliotecas, más museos, más centros culturales. Lo mismo que en otras palabras manifestó Harp Helú.
Cuando ya se retiraba la familia Toledo del IAGO, la misma mujer que había increpado al mandatario estatal tres horas antes afuera del teatro Alcalá, abrió en su teléfono celular un texto de la escritora Martha Patricia Montero, y lo leyó con voz firme:
¿Quién hará danzar ahora a los grillos y a los cocodrilos?
¿Quién emprenderá una cruzada para defender las especies nativas del maíz?
¿Quién hará cartas prodigiosas para evitar locales de fast-food en el centro histórico de Oaxaca?
¿Quién se sentará en su sencilla mesa de comedor a trazar autorretratos con miradas igual de profundas?
¿Quién hará de sus casas museos, regalalándolas con total desprendimiento al pueblo y los artistas?
¿Quién dejará crecer tan honda su raíz para preferir una y mil veces la cantera verde, los cielos límpidos y de nubes viajeras que las invitaciones a exponer en países de otras lenguas y sueños?
¿Quién adoptará escuelas de preescolar para dedicarles cuadernos y rompecabezas y amplios horizontes?
¿Quién echará a volar papalotes para que los desaparecidos nunca se alejen de nuestros corazones?
¿Quién hará de sus pasiones joyería, mosaicos, telares y tapetes cargados de simbolismos?
¿Quién hará de los monos reflejos donde mirarnos todos?
¿Quién recordará que los huaraches, la ropa de algodón y el pelo enmarañado son suficientes si se tiene una vida coherente y la gracia de desparramar alrededor los dones de esa vida?
¿Quién llenará el vacío en tu mesa, en tus museos, en los talleres, en tus calles..?
Ay Francisco, que huérfanos nos dejas…
Hoy ya eres más ligero que las nubes de los cielos que te vieron soñar y hacer de esas ensoñaciones un arte irrepetible…