Para el politólogo José Luis Reyna,
pionero del análisis del sistema-PRI
Al final de cuentas, la presidencia de Andrés Manuel López Obrador que comienza mañana sábado será una variante circunstancial, personal y continuista del proyecto nacional de la Revolución Mexicana en el largo ciclo de Francisco I. Madero a Enrique Peña Nieto.
En pocas palabras, López Obrador fue electo para salvar el proyecto priísta de nación.
Tres son los escenarios que revelan el lopezobradorismo como continuidad priísta.
1.- El mismo sistema político/régimen de gobierno/Estado constitucional de la Constitución de 1917 a la fundación del Partido Nacional Revolucionario en 1929. El sistema político funciona con cuatro engranes: el presidente de la república, el partido en cuyo seno se distribuyen valores y beneficios, el Estado de bienestar y la legitimidad constitucional. El régimen histórico de gobierno ha tenido cuatro pivotes: representativo, democrático, federal y presidencialista. Y la Constitución es la fuente de legitimación del sistema/régimen/Estado como norma sistémica legal. En su presidencia interregna López Obrador apuntaló esta estructura del viejo régimen priísta, con el disfraz de Morena.
2.- El modelo de gobierno de López Obrador es populista, siguiendo las caracterizaciones de Arnaldo Córdova en La ideología de la Revolución Mexicana de 1973 al presentar tres rasgos del populismo: control de masas para conjurar una revolución social, sistema de gobierno paternalista-autoritario y desarrollo capitalista con lucha de clases administrada por el PRI, el presidente y el Estado. Y la ideología de ese populismo de la Revolución Mexicana tuvo diez rasgos mantenidos por López Obrador: Estado como eje, propiedad privada como principio de la organización social, ideología desarrollista que hermana porfirismo-revolución, orden y control social, conciliación de clases conducida por Estado, clases organizadas como masa y no como clase, reformas sociales para conjurar explosiones revolucionarias, política exterior nacionalista, nacionalismo revolucionario interno e ideología de la clase dominante capitalista como oficial.
3.- Proyecto capitalista de desarrollo. Ni Cárdenas ni Echeverría quisieron modificar la estructura capitalista de desarrollo en cuanto a clases hegemónicas, apropiación privada del capital y Estado subordinado a esos objetivos. Salinas de Gortari no se salió del guion de los populistas anteriores, sino que las polarizó: capitalismo expoliador y programas sociales para los más pobres. Y ahora López Obrador viene con la agenda neoliberal basada en dos puntos: mantenimiento del modelo apropiación privada del capital y sus beneficios y programas sociales para controlar insurrecciones populares de marginados del desarrollo; es decir, atender a los pobres para tranquilizar al capital privado y disminuir las tensiones sociales. En este sentido, el proyecto económico de López Obrador es de continuidad, con el detalle de que buscará potenciar el estilo Salinas de Gortari de populismo social con estabilidad macroeconómica para garantizar la multiplicación de las utilidades privadas.
La clave de la viabilidad del gobierno de López Obrador depende de su capacidad para reproducir el modelo de funcionalidad del sistema político priísta: presidente de la república fuerte y con apoyo social, un partido que funcione como la caja negra de la teoría del sistema político de David Easton en cuyo interior se distribuyan de manera autoritaria valores y beneficios y una ideología social basada en las funciones del Estado para redistribuir vía programas asistencialistas parte de los beneficios del desarrollo.
Al arrancar mañana su sexenio, López Obrador solo tiene cumplidos uno de los tres puntos anteriores: una presidencia fuerte. Los otros dos podrían aguarle la fiesta: Morena tiene mayoría absoluta pero no es un partido sino una Torre de Babel de intereses particulares y López Obrador actúa como caudillo bonapartista (objetivos personales). El genio político de Elías Calles, Cárdenas y Alemán logró potenciar al partido como el sistema político en cuyo seno administró la lucha de clases, las protestas sociales y las garantías de enriquecimiento de la burguesía capitalista. Morena es la suma de intereses de grupo.
Y el pasivo social del PRI-PAN 1929-2018 es mayor a la capacidad del Estado lopezobradorista: 80% de mexicanos con una a cinco carencias sociales, 20% de las familias más ricas con el 51.78% del ingreso nacional, salario mínimo de 55 centavos de dólar por hora y 50% de fuerza laboral en la informalidad. Y frente a ello, una política económica atada a tres anclas ineludibles: PIB menor de 2%, inflación tope de 3% y déficit presupuestal de 0%.
Para cambiar el rostro del México de la desigualdad, López Obrador necesita lo que le hace falta: nuevo modelo de desarrollo, nueva política económica y nuevo pacto productivo con mayor gasto del Estado.
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