A Norma Eugenia,
por el tiempo conocido,
la breve dicha
Dices mi cama. Pero no es tuya:
es de los ácaros…
José Emilio Pacheco, ÁCAROS O LA GUERRA DE LOS MUNDOS
Norma
Las larvas de mosquitos consumen
microplásticos.
Los microplásticos han aparecido en los lugares
insospechados.
Tras cien años de uso
los plásticos se hicieron
del mundo.
Política 1
Hay una apasionada defensa de lo incierto.
Para volver al camino de la vida
trenzo la cola del papalote,
reordeno ecuaciones numéricas
(¿cuánto suma dos más dos?),
lavo trastes del día
para que amanezca.
La muerte acecha.
Para volver a la vida
soy cordial, nada me ofende.
(¿algún día sabremos lo que es perder el tiempo?)
Pasa la muerte con aire de cempasúchil,
mi atención sigue el aroma
(la memoria está en aquello que retienen
los sentidos,
opera una memoria celular).
Repito el viejo canto:
“Que los muertos se ocupen de la muerte”.
Imagen
La maquinita anda, marcha ligera,
no se distingue en su parejo rumor
un sonido apagado,
algo como renguera
con tacón que nivela,
indistinguible.
La maquinita carga su corona de plástico,
suelas de goma,
capa ligera.
La maquinita anda, golpea el pecho,
trabaja hígado y riñones,
parejo.
Nadie observa que la sombra
atrasa un poco,
quizá una milésima parte
de segundo.
Política 2
Salgo a buscar trastes limpios
para preparar mi almuerzo,
gusanos, chapulines.
Para encontrar el camino de la vida
escribo mentiras al hambre.
Poesía
La poesía no cura nada,
lo dicen poetas y poemas.
El tiempo ocurre mientras se leen poemas.
Con el tiempo se curan las heridas,
mejora el clima,
los amores.
Por eso el tiempo goza de fama.
La poesía es obrera renegada,
llega tarde,
pide tiempo.
La poesía no cura nada.
Alguna mañana con aguacero
detiene el tiempo,
reabre las heridas,
intenta curar
pero luego se arrepiente
y se marcha agitando el abanico.
La poesía ocurre cuando el Diablo
desbarranca la alegría.
Sentencia
Si no apellidamos Porsche
el gobierno municipal
niega permiso para uso
de espacios públicos.
Sábado, domingo y lunes
Los que se dedican a escribir
no están acostumbrados a trabajar
con otras personas.
Busco recetas para el almuerzo
en el canal de televisión
que transmite
viejas películas mexicanas.
Tiro al blanco
Escribo cartas a mí mismo.
Llevo un Diario donde anoto los días
de un niño.
Nuevo día
Hay soberbia en el sano que mira
como enfermo
al moribundo.
Noche
Creemos ver
que hay falla en el enfermo,
alguna debilidad,
carencia de carácter,
el gusto irrefrenable por la cama.
Ante el enfermo guardamos silencio.
Mediodía
Hay inhumanidad en el enfermo.
Madrugada
El trabajo de los muertos inicia
cuando descubres la oscuridad
como algo nuevo,
nunca visto.
Alba
Hay vidas que adquieren protagonismo con los muertos.
Cuadros
La viuda, el huérfano
tienen algo de muerto y vivo.
Finales
El moribundo alcanza en los estertores
un momento de lucidez,
abre los ojos,
pide parar la vida,
encarga a sus hijos,
se despide sin tristeza.
Estrategia
No asistí al entierro de mi madre.
No fue por cobardía,
en mi dolorida cabeza
pensé la mejor forma de conservar su memoria,
su tiempo, aquella dicha del pasado,
su voz.
Pensé entonces que sólo la anécdota despreciable,
el hecho de no asistir a su entierro,
la traería de vuelta.
Caza mayor
Mientras el poeta lee en voz alta
se oculta el cazador despiadado
que lo abatirá en la madrugada.
Saberes
Aprender a manejar el fuego resulta de importancia.
Tardé en saber con cada almuerzo
que necesito manejar la lumbre,
para darle consistencia esponjosa
a la torta de huevo.
Escribir para vivir
Hay hijos de Satán
-especialistas en el derrumbe-
que corren el último.
Juicio final
Muere un ebrio, “bien”.
Muere mi madre, “maldito Dios”.
El momento de la muerte
Cuando nos alcanza
sentimos que la muerte pesa triple:
espera, sorpresa, hallazgo llegan juntas.
La muerte corre en el patio
con afilado cuchillo en mano.
Para ser eterna rearma su imagen
en el cerebro de quien la mira.
Antes del miedo existe el pálpito,
decía Paz que la revelación
anticipa el hecho.
Pasado el primer momento llegará la muerte
-“tendrá tus ojos”-
como experiencia previa,
conocida.
Hospitales
De la vesícula extraída
extraño las piedras.
De noche suenan, las escucho.
Llegan entre tumbos como río que crece
con el aguacero –las piedras dicen
de mis muertos.
Hablan con barullo entre gritos de borrachos,
incontenible,
sacan la lengua como reptiles amándose
sobre el camino.
Hay un sol que gira sobre las piedras.
La mano busca en mi costado,
no poseo nada,
ni bolsa ni piedras quedan.
Nueva administración
En la esquina abrió una imprenta,
se hicieron libros,
poetas e ilustradoras llegaron a imprimir.
La calle creció con el ruido de máquinas,
algo de aquel tiempo permanece en la memoria.
Llegaron vientos y aguaceros,
la máquina resopló
noche y día.
Las cosas cambiaron nuevamente
cuando en la esquina amaneció
el anuncio de pinturas.
Poeta
Escribo vaca
con v de vaca.
Un río verde se mece con el aire.
Escribo vaca y escucho en la tarde su llamado.
Tengo hambre, escribo vaca.
Un viento crece, agita las hojas del campo.
Suena el mugido de la vaca en la mesa vacía.
Por más que escribo y escribo
de las letras negras
no brota animal
alguno.
Me digo entonces, “sólo
el poeta espera
que la palabra vaca
presente
grueso bistec”.
Previsor
Destruyo hormigueros,
reconstruyo,
cavo hondo,
remuevo tierra
a la manera de los antiguos
constructores en Monte Albán
que sabían del nido de las hormigas
–tierra trabajada, endurecida-,
buena materia para los escalones
de aquello que será
la morada.
Duda
¿Por qué no creer en las palabras?
El mismo Dios dice que primero fue el aliento,
la gente cree en Dios,
eso es innegable.
Arte poética
Síntesis de síntesis
el lector guarda atmósferas.
Un parque, una montaña,
la cocina,
el sofá, el escritorio, la banca en el parque,
el retrete.
Obra y autores se pierden,
“amaneció nublado cuando moriste”.
Sólo permanece el entorno que acompaña
todo acto de leer,
Lo demás (el lector mismo) sin protesta
se pierde.