WILFRIDO LÓPEZ TORRES*
El 18 de julio de 1872, el país entero se convulsionó al conocer la muerte del presidente de la República, Don Benito Juárez García. Una enfermedad cardiaca ponía fin a su intensa existencia.
Fallecía el político liberal mexicano, oriundo de San Pablo Guelatao, Oaxaca, quien fue presidente de la República entre 1858 y 1872, tras un periodo de tres décadas en que el conservador Antonio López de Santa Anna había dominado la vida política del país, pero también hundido a la nación.
Juárez, de pensamiento lúcido, se esforzó en sus mandatos en llevar a la práctica el ideario liberal, dictando leyes para hacer efectiva la reforma agraria, la libertad de prensa, la separación entre la Iglesia y el Estado y la sumisión del ejército a la autoridad civil.
En un viejo carruaje, anduvo huyendo por el norte del país defendiendo la patria trashumante, mientras los valerosos mexicanos enfrentaban a las tropas francesas que habían invadido el país.
Estoico, soportó la Guerra de Reforma a la reacción conservadora que fue a Europa en busca del emperador Maximiliano, pero que los patriotas mexicanos supieron poner en su lugar; ¿quién iba a imaginar que ese hombre blanco, de pelo y barba rubia, iba a perecer fusilado en el Cerro de las Campanas?
Viviendo en la medianía, con un salario de hambre y con muchas tareas por emprender, Juárez fue un claro ejemplo de cómo se gobierna un país.
Su figura dista mucho, pero muchísimo, de la actitud de los funcionarios actuales que llegan a puestos públicos nada más para enriquecerse.
Ese tipo de funcionarios y políticos corruptos, son los que hoy desconocen y aborrecen la figura de Don Benito Juárez, porque saben que su condición de patriota no le permitió corromperse, como ellos lo hacen ahora, aún cuando después la justificación sea una simple disculpa.
Para muchos, de pensamiento reaccionario que piensan que la figura de Juárez ya descansa en el baúl de los recuerdos de la historia, debemos decirles que esto no es así. Mientras pasa el tiempo su figura se engrandece porque su patriotismo evitó que México cayera en manos enemigas.
México no necesita dólares sino líderes como Don Benito Juárez García. La nación necesita de líderes que procuren lo mejor de sus gremios, asociaciones, comunidades, etc., sin necesidad de recurrir al todo o nada.
El cerrar carreteras va contra uno de los principios elementales del Benemérito de las Américas que acuñó en la frase siguiente: “El respeto al derecho ajeno, es la paz”.
*Dirigente de la Asociación de Periodistas de Oaxaca/APO